Hacia Passu siguiendo la carretera del Karakorum.

El valle de Hunza es el lugar perfecto para los amantes de las caminatas, del senderismo y de la escalada de alta montaña. Pero sus grandes paisajes y sus panorámicas de impresión se vuelven todavía más imponentes cuando salimos de Karimabad siguiendo la carretera del Karakorum hacia la frontera con China. Llegamos a los valles de Gulmit y Passu, con sus imponentes glaciares y picachos que superan los 6000 m.

Las verdes praderas de Fairy Meadows frente al Nanga Parbat.

La carretera de Fairy Meadows es una de esas rutas que te hielan la sangre, donde sientes que tu vida pende de un hilo y donde el mínimo error se paga con la muerte. El trazado sinuoso e irregular de esta ruta excavada en la cordillera del Himalaya asciende hasta 3000 m. de altura. Es el comienzo de la ruta para llegar al primer campo base del Nanga Parbat, la novena montaña más alta del mundo.

El valle de Hunza: el «reino perdido del Himalaya».

El valle de Hunza es uno de esos lugares del mundo bendecidos con una belleza que supera lo imaginable. Un destino en el norte de Pakistán que aúna la aventura, la amabilidad de sus habitantes y las huellas que dejó a su paso la mítica de la Ruta de la Seda. Todo ello aderezado con una naturaleza de alta montaña que te deja con la boca abierta.

¿Viajar a Pakistán? ¿Estás loco? Sí, claro que sí.

Porque Pakistán es un sueño hecho realidad para cualquier amante de los viajes auténticos. Si buscas esa sensación de aventura en una Naturaleza descomunal, alejarte de los destinos trillados y masificados, y encontrar el contacto directo con una gente que te ofrece una hospitalidad sin límite, Pakistán se convertirá en uno de tus destinos favoritos.

Las piedras desnudas de Chichen Itzá.

Las ruinas de Chichen Itzá tienen el atractivo de esos lugares que revelan la gloria y la ruina de las grandes civilizaciones. Sus piedras desnudas nos enseñan que nada es inmutable, y que hasta las más grandes culturas e imperios terminan por desvanecerse en el tiempo. A veces incluso, también en el olvido.

Los combates de donga: violencia ritualizada en el valle del Omo.

Ser testigo de una pelea ritual con dongas es algo excepcional. Es imposible no sentir una avalancha de sensaciones encontradas entre la brutalidad y la estética del combate, frente al ceremonial de bailes y cánticos y ante la épica de la lucha hombre a hombre. La sangre de las heridas abiertas junto al sufrimiento silencioso y digno de los hombres derrotados contrasta con la alegría contenida de los victoriosos. Estas imágenes son el colofón a una ceremonia peligrosa y casi prohibida.

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