El Palacio de Versalles sólo para mí.

El Palacio de Versalles, símbolo de la gloria y decadencia de la Monarquía Francesa, es uno de los lugares más visitados del mundo. Por eso recorrer sus salones privados y, sobre todo, disfrutar de la Galería de los Espejos sin estar rodeado de un tumulto de visitantes es todo un sueño. Aquí te voy a contar como conseguirlo, al menos durante unos minutos.

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Escapar de la masificación que impide disfrutar de los lugares más visitados del mundo es el sueño de mucha gente. Cuantas veces hemos sentido una gran frustración al recorrer lugares rodeados de cientos o miles de personas. Al hacer largas colas para acceder a un lugar; o no poder visitarlos porque ya no quedan entradas. Yo he sentido esa sensación de agobio en muchos lugares del mundo: Dubrovnik, Angkor Wat, Antelope Canyon, Chichen Itzá, Machu Picchu, el Taj Mahal,… Y así podría seguir con una larga lista de destinos, lugares, ciudades y monumentos que sufren una de las mayores plagas del turismo actual: la masificación.

El Palacio de Versalles, Patrimonio Mundial de la UNESCO y una de las maravillas de Francia, es uno de estos lugares. Su trascendencia histórica y sus valores artísticos son incuestionables. Además, simboliza por excelencia el auge y poder de la monarquía francesa desde mediados del S.XVII hasta mediados del S.XVIII. Pero Versalles también simboliza su decadencia. Luis XVI y María Antonieta despilfarraron a manos llenas los dineros del país en suntuosas fiestas celebradas en el Palacio y sus jardines. Tanta fiesta, además de sus nefastas políticas, les costó la cabeza a ambos cuando fueron guillotinados en 1793 en plena Revolución Francesa (1789-1799).

Ni los reyes conseguían estar solos en el Palacio de Versalles

Durante el reinado de Luis XIV, el “Rey Sol (1638-1715), el Palacio de Versalles adquirió su estructura actual tras convertirse en residencia real en 1682. Al mismo tiempo se convirtió en el epicentro de toda la vida política, diplomática, social y económica de Francia. En torno al Rey Sol, alrededor del cual todo giraba, se creó un complejísimo ritual palaciego. El epicentro de dicha actividad de situaba en las estancias del monarca, que vivía rodeado de gente a todas horas.

Incluso el mero hecho de vestirse al levantarse, el «lever du roi«, o de desnudarse al acostarse, el «coucher du roi«, conllevaba un estricto protocolo. En esos momentos se mezclaban las reuniones con los ministros, la recepción de embajadores y la gestión de los asuntos de estado. Además de señalar a todos quienes eran las personas más allegadas al monarca. Cuanto más cerca se estuviera del monarca, sobre todo en esos momentos íntimos (por decir algo), más influencia y poder se tenía en el reino.

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Salón de Venus presidido por la estatua de Luis XIV, el «Rey Sol»

Imaginaros la presencia continua de miles de personas ocupando pasillos y estancias. Sí, hasta 20.000 personas llegaron a residir, trabajar o estar al servicio del rey de Francia y su gobierno en el Palacio de Versalles. Un inacabable ir y venir de nobles, ministros, delegaciones extranjeras, soldados, sirvientes y empleados domésticos. A ello hay que sumar las multitudinarias fiestas cortesanas con todo lo que conllevaban. Tanto ceremonial cortesano y presencia humana se les hizo insoportable al propio Luis XIV y a Luis XV. Por eso decidieron construir un par de palacios anejos donde poder escapar del frenesí de la vida de la Corte: los Palacios de Trianón. Años más tarde, María Antonieta hizo construir su propia aldea en los jardines del Pequeño Trianón para escaparse de Versalles.

Sabiendo que ni los más poderosos reyes de Francia pudieron disfrutar del Palacio de Versalles en soledad, recorrerlo en solitario adquiere todavía más valor.

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La Galería de los Espejos, tu objetivo nº1

Pero vamos al grano. Visitar Versalles, y más si quieres disfrutarlo y fotografiarlo en soledad, exige una cuidada planificación. Al final de este artículo doy información más detallada sobre lo que hay que tener en cuenta para visitar el Palacio, sus jardines y los palacios de Trianón. Ahora os voy a contar cómo recorrer el interior de Palacio y sus estancias sin otros visitantes cerca.

  • Lo primero que hay que hacer es escoger con precisión quirúrgica el día de la visita. Descartad los lunes cuando el Palacio está cerrado, los martes porque es el primer día de visita de la semana, las fechas vacacionales, días festivos y los fines de semana. Mi visita la realicé un jueves de septiembre.
  • Comprar el billete de entrada con antelación a través de la propia web del Palacio de Versalles.
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  • El día de tu visita, madruga. Y en este caso sí se cumple el dicho de que “a quien madruga, Dios le ayuda”. Lo más probable es que vengas desde París en RER, el tren de cercanías. Así que calcula tus tiempos de trasporte para llegar cuanto antes a Versalles.
  • El Palacio abre sus puertas a las 9 de la mañana. Pero puedes acceder antes a la Plaza de Armas por la entrada de la Verja de Honor. Y plantarte el primero, o de los primeros, delante de la puerta de control y acceso de seguridad (entrada A). Es la puerta que se encuentra a la izquierda de la verja que rodea el edifico del Palacio. Este es el acceso para quienes han adquirido su entrada individual por Internet.
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A la izquierda de la verja dorada está la Puerta A para visitantes con entradas individuales. A la derecha, la B para grupos.
Plano con la entrada al Palacio de Versalles con la puerta de acceso a la que tienes que dirigirte señalada con la letra A
  • Si tienes que esperar una hora de pie pasando frío o mojándote bajo la lluvia hasta que abran la puerta, te aguantas. Has venido a ver Versalles sin gente, lo cual es algo excepcional.
  • A las 9 en punto se abre la puerta. Pasarás un control de entrada, pasaporte Covid y de seguridad al estilo de un aeropuerto. Una vez superados los controles saldrás al exterior, al Patio Real, para dirigirte hacia otra puerta situada enfrente. Es la puerta que da acceso al interior del Palacio.
  • No pierdas el tiempo en el patio, ni en los pasillos o estancias de la planta baja ya que este es un momento clave. Dirígete como una flecha hacia la planta de arriba donde se encuentran los “Grandes Aposentos”. Allí está la Galería de los Espejos, la Cámara del Rey, los aposentos de la Reina y otras estancias. Hay carteles indicando por dónde tienes que ir.
  • Una vez en la primera planta, dirígete como alma que lleva el diablo hacia la Galería de los Espejos. Pasarás junto a la Capilla del Palacio y con un poco de suerte el resto de visitantes se irá quedando atrás.
  • Al subir a la primera planta accederás a la llamada Galería de la Historia del Palacio o Galería de Piedra. Aquí atravesarás una sucesión de salones y estancias reales. Verás que la mayoría están prácticamente a oscuras, pues al personal del Palacio no les habrá dado tiempo a iluminarlas. No te preocupes, luego podrás retroceder sobre tus pasos y visitarlas tranquilamente.
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Los 15 minutos de oro

Cuando accedas a la Galería de los Espejos, el lugar más espectacular del Palacio de Versalles, sentirás como se acelera tu corazón. Este es uno de los espacios barrocos más bellamente decorados de Europa. Y, desde luego, impresiona y deslumbra a partes iguales. Pero lo mejor es que a primera hora no hay nadie salvo los vigilantes de la sala. A partir de aquí tienes entre 10 y 15 minutos para disfrutar de esta maravilla en soledad.

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Aquí Luis XIV recibía a las delegaciones extranjeras para deslumbrarlas con la ostentosa decoración y el brillo de sus 357 espejos que alcanzan los 5 m. de alto. Si no lo sabéis, los espejos eran artículos de lujo en el S.XVII. Aquí se celebraban recepciones y bailes que animaban la vida cortesana, como el baile de máscaras en el que Luis XV se enamoró de Madame Pompadour. Aquí se casó María Antonieta con el rey Luis XVI (ambos perdieron la cabeza en la Revolución Francesa).

En este lugar se firmó la proclamación del Imperio Alemán en 1871,cuando Francia fue derrotada por Prusia (una humillación para Francia). Y, las vueltas que da la vida, también se firmó el Tratado de Versalles en 1919 tras la derrota alemana en la I Guerra Mundial. Una humillación para Alemania que puso la semilla de la venganza alemana durante la II Guerra Mundial unos años más tarde.

Es un privilegio caminar a solas por un espacio donde se vivieron acontecimientos que marcaron el destino de Europa durante generaciones.

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Escucha como sólo tus pasos rompen el silencio de la Galería al hacer crujir el parqué de madera. Como los espejos de las paredes devuelven tu imagen, sin nadie más alrededor. Disfruta de tomar las fotografías que quieras sin tener que darte de codazos, ni que salgan decenas de personas ocupando cada rincón. Recorre una y otra vez los 73 m. de la Galería para ver cómo la luz entra por los ventanales, para fijarte en las estatuas que la decoran y para descubrir el reflejo de la luz en los candelabros de cristal. Y todo ello en un silencio asombroso sólo roto por tus pasos.

Son lo que he llamado mis 15 minutos de oro. Minutos en los que realmente descubres y aprecias la belleza, la perfección y los detalles de un lugar como este. Son minutos a los que todos deberíamos tener derecho, pues es la única forma de apreciar de verdad lugares donde la Historia, el Arte o la Arquitectura se escriben con mayúsculas. Ojalá pudiera disfrutar así de la Capilla Sixtina,de la Alhambra de Granada, del Taj Mahal…y de tantos otros lugares maravillosos.

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Los Grandes Aposentos del Palacio de Versalles

A medida que el resto de visitantes invade la Galería de los Espejos, la magia de esos momentos en soledad desaparece. Es el momento de retroceder lo andado y visitar los salones y habitaciones por los que pasé antes casi a oscuras. Ahora todas las salas están iluminadas, más o menos, porque para mantener el mobiliario, cortinajes y tapices, no se deja entrar la luz del sol de forma directa.

Fotografiar en esas condiciones de luz escasa y artificial impide sacar buenas fotografías. Sobre todo porque el acceso con trípodes está totalmente prohibido. Por lo tanto sabed que todas las fotos que veis aquí están tomadas a pulso.

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Aunque Versalles cuenta con más de 2000 estancias, sólo visitaremos las más importantes, las de los Grandes Aposentos: la Cámara del Rey, la Cámara de la Reina, los Aposentos de las hijas de Luis XV y la Galería de la historia del Palacio. Además de la Salas del Imperio y la Galería de las Batallas ya al final de la visita. Preparaos para una orgía de mármoles, dorados, estatuas, grandes tapices y cortinajes, pinturas, techos pintados, terciopelos y una extensa muestra del recargado mobiliario propio del Barroco.

Versalles es la manifestación más gloriosa del horror vacui propio del Barroco elevada a la máxima expresión.

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Cámara del Rey

Si tu interés por la Historia y el Arte van más allá de la mera contemplación, puedes hacerte con una audio-guía en la entrada. Será de gran ayuda para entender lo que estás viendo, ya que los paneles explicativos sólo están en francés e inglés. Puedes pasar el tiempo que quieras paseándote por las dependencias del Palacio de Versalles, aunque tras 2-3 horas lo normal es acabar totalmente saturado.

Pero si eres un friki de la realeza francesa del S.XVII puedes añadir a tu entrada algunas visitas suplementarias con guía. Por supuesto pagando algo más. Por ejemplo, podrás visitar los apartamentos privados de Luis XIV o la Galería de esculturas y molduras.

Galería de las Batallas

Los Jardines del Palacio de Versalles

La visita a los famosos jardines palaciegos están incluidos en la entrada al Palacio de Versalles ya que su acceso es gratuito. Excepto los días de las «Grandes Aguas«, en los que tendréis que pagar un extra. Con este pomposo nombre se señalan algunos días en los que se ponen en marcha algunas de sus fuentes con acompañamiento musical. Desde aquí ya os puedo decir que dichos espectáculos son bastante flojos.

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Fachada posterior del Palacio, donde se encuentra la salida a los Jardines

Ya que iba a Versalles decidí pagar el suplemento por ver ese «espectáculo», y quedé decepcionado. Así que, si puedes, elige un día sin las «Grandes Aguas» y te ahorrarás el suplemento extra. Aparte de eso, visitar los jardines merece mucho la pena. Aquí encontrarás nada más y nada menos que 225 conjuntos escultóricos y 55 fuentes. Casi todas inspiradas en la mitología clásica como la Fuente de Apolo. O la de Bosquet De L’Encelade, inspirada en la caída de los Gigantes, que pretendían escalar al Olimpo para acabar enterrados bajo las rocas castigados por los dioses. La mejor vista de la fachada posterior del Palacio, de los jardines y del Gran Canal se tiene desde la fuente llamada Bassin de Latone.

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La Fuente de Apolo, le Bassin de Apollon, es una de las fuentes con uno de los conjuntos escultóricos más escénicos de Versalles
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Bassin de Latone

Los jardines de Versalles tienen su continuación en el parque que rodea el Gran Canal. El acceso al parque es gratuito y se accede desde una entrada lateral. Este gran parque es el lugar perfecto para pasear, hacer picnic o darse una vuelta en bicicleta. Algo que te aconsejo especialmente. Hay un local de alquiler de bicicletas en un lateral del Gran Canal, cerca de unos kioskos y del restaurante La Flottille. Con una hora tendréis tiempo de sobra para dar la vuelta al parque. También se pueden alquilar carritos de golf, pero son carísimos, unos 30€ la hora.

Los Palacios de Trianón y el Dominio (Hameau) o Aldea de Maria Antonieta

Una vez visitado el Palacio de Versalles y sus jardines, la mayoría de la gente decide acabar su visita y volver a París. Craso error, porque visitar los palacios de Trianón y sus jardines, además del Dominio de María Antonieta, es una auténtica delicia. Quizás la razón es que son lugares un tanto apartados, ya que desde la fuente de Apolo en los jardines de Versalles hay una caminata de unos 20 minutos. Además, hay que comprar una entrada aparte. Pero repito, su visita merece (mucho) la pena. Al igual que el Palacio de Versalles, cierran todos los lunes. El resto de los días su horario de visita comienza a las 12h.

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El Palacio del Pequeño Trianón es un lugar más íntimo, pequeño y con una decoración menos exuberante que la del Palacio. Fue Madame de Pompadour, amante y consejera del rey Luis XV, la que instó a construir este pequeño palacete rodeado de jardines. Y son estos jardines la auténtica razón que justifica la visita al Pequeño Trianón. Porque aquí se encuentra un lugar totalmente inesperado en Versalles: el «Hameau» o Aldea de la reina María Antonieta.

Sí, porque aquí, en pleno Versalles, te vas a encontrar una aldea de estilo normando perfectamente conservada. Con su casas de techos de paja, su molino, sus estanques con patos, sus huertos bien cuidados y su granjas de animales (con animales). En total encontrarás una docena de construcciones rodeadas de unos jardines perfectamente cuidados. Entre sus construcciones, el más destacable por su tamaño es la Casa de la Reina, unida a la Casa del Billar por una pasarela de madera.

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Este lugar fue un capricho de la reina María Antonieta ya que aquí se escapaba del ajetreo de la vida cortesana. A día de hoy sigue siendo un remanso de paz porque durante mi visita me encontré totalmente solo. Tanto es así que me perdí por los jardines y tardé un buen tiempo en encontrar la salida porque no encontraba a nadie a quien preguntar.

Del Pequeño Trianón al Palacio del Gran Trianón hay una caminata de unos 10 minutos. Este lugar fue levantado durante el reinado de Luis XIV que también buscaba escaparse del ajetreo de Versalles. Es un palacio de considerables dimensiones, con una decoración refinada y con algunos aposentos y salas destacabless. Aunque después de la sobredosis decorativa del Palacio de Versalles nos parecerá más «pobre», por expresarlo de alguna manera, ya que su mobiliario original ha desaparecido.

El Gran Trianón, construido primero con porcelana, y definitivamente con mármol rosado, fue el prototipo de palacio cortesano ideado para escapar de las formalidades y el rigor de la etiqueta del agotador ceremonial de la Corte. Años más tarde Napoleón Bonaparte y su familia vivieron en este palacio.

La visita a los palacios de Trianón y sus jardines es el colofón perfecto para acabar este recorrido por Versalles. Visita a la que dediqué toda una mañana y parte de la tarde.

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Información práctica:

¿Cómo llegar a Versalles desde París?

  • La forma más fácil, rápida y económica de llegar a Versalles es tomando alguno de los RER, trenes de cercanías, de la línea C (de color amarillo). Su parada final está en la estación de Versailles Chateau Rive Gauche, a unos 300 m. del Palacio. Desde la estación hasta la entrada de la Verja de Honor del palacio hay unos 10 minutos andando. La línea C del RER tiene paradas en las estaciones de Paris Austerlitz, Saint Michel de Notre Dame, Musee d´Orsay, Invalides y Champ de Mars (torre Eiffel). A primera hora de la mañana los trenes pasan cada pocos minutos, y el trayecto lleva entre 40 y 50 minutos.

Las entradas para el Palacio de Versalles

  • Lo mejor es comprar por internet las entradas para el Palacio de Versalles y los Palacios de Trianón. Y con bastante antelación. Si puedes, ahórrate el pago extra de visitar los jardines los días de las «Grandes Aguas», porque el resto de los días el acceso es gratuito.
  • La entrada básica cuesta al Palacio y los Jardines cuesta 20 Euros, a los que hay que sumar otros 12 € para visitar los Palacios del Trianón. Recuerda que si tu visita coincide con las «Grandes Aguas» tendrás que pagar 7 € más.
  • El acceso para los menores de 18 años de cualquier lugar, y para los de menos de 26 años residentes en Europa, es gratuito.
  • Si vas a estar en París varios días y visitar sus principales monumentos, consulta el artículo que escribí sobre sitios que no te puedes perder para fotografiar París. Además, te aconsejo comprar el Paris Pass ya que incluye la visita al Palacio de Versalles, la Torre Eiffel, el Museo de Orsay, el Museo del Louvre, el Arco de Triunfo, un paseo por el Sena en barco, etc.

Entrando en el Palacio de Versalles

  • El Palacio de Versalles abre a las 9 de la mañana, así que llega lo antes posible para evitar las colas que se forman en el control de acceso.
  • Te pedirán el Pase Sanitario de Vacunación Covid para poder entrar, además de mascarilla.
  • Y como con el Covid nunca se sabe, lo mejor es viajar con un seguro que cubra todo tipo de incidencias provocadas por la pandemia, como la cancelación del viaje o de los vuelos. Además de garantizarte atención médica, cobertura sanitaria, etc. Por eso te recomiendo MONDO, el seguro de viaje que yo utilizo desde hace años.

  • No podrás entrar con trípodes, mochilas grandes, palos selfies, carritos de bebé ni objetos punzantes o voluminosos. Además, durante la pandemia de Covid, la consigna permanecerá cerrada.
  • Una visita completa al Palacio, los Jardines, el Parque y los Palacios de Trianón y la Aldea de la Reina, te llevará casi un día. Si no tienes tiempo, limítate al Palacio y los Jardines. Los accesos se cierran a las 17:30 en invierno y a las 18:30 en verano.
  • Como los Palacios de Trianón abren a las 12:00, visita primero el Palacio de Versalles y sus Jardines.
  • Encontrarás kioscos de snacks y bebidas y un par de restaurantes en la zona del Parque, cerca del puesto de alquiler de bicicletas. También puedes llevarte algo de comer si te apetece disfrutar de un picnic tirado en la hierba del parque. O rematar tu visita en alguno de los restaurantes del tranquilo pueblo de Versalles.

Es la forma perfecta de cerrar un día completo en uno de los lugares más emblemáticos de Francia y de Europa.

 

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