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El cabo de Buena Esperanza, o cabo de  las Tormentas.

Desde el aire observo las grandes extensiones de chabolas pintadas de colores que rodean Ciudad del Cabo. De fondo la gran masa rocosa de Table Mountain va adquiriendo tonos rojizos a medida que el sol se oculta tras la línea del horizonte. A lo lejos se desdibuja la tortuosa línea de costa del Cabo de Buena Esperanza.

Atrás va quedando Ciudad del Cabo. O como se denomina aquí, Capetown, el destino turístico de moda en Sudáfrica. He pasado unos días de verano en la que seguramente sea la ciudad más escénica y atractiva de Sudáfrica. Uno de los motivos de mi viaje era volver a meterme en una jaula para estar cerca de los grandes tiburones blancos en Gaansbai. Una de esas cosas locas que haces y que te quedas con ganas de repetir por el subidón de adrenalina que suponen.

Pero en esta ocasión el intenso viento y el fuerte oleaje de mediados de diciembre lo impidieron. No resultaba muy recomendable salir a alta mar en una lancha para meterte en el agua rodeado de amenazadores tiburones blancos.

Así que adaptándome a las circunstancias eligo un nuevo destino: el Parque Nacional del Cabo de Buena Esperanza. Una ruta muy fácil que se puede hacer perfectamente en un día si dispones de vehículo propio. Siguiendo esta ruta descubrirás paisajes naturales maravillosos, pequeños pueblos al borde del mar y playas casi virginales. Te encontrarás con pingüinos, avestruces, antílopes, leones marinos, babuinos…

Y subirás al faro del Cabo de Buena Esperanza. En días de niebla dice la leyenda que se vislumbra la nave del capitán Willem Van der Decken, «el Holandés Errante» intentando cruzar el cabo tras su fallido pacto con el diablo.

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Aquí en el sur del continente africano los veranos son suaves. Aunque es inevitable encontrarte a veces con días tan ventosos. En cambio los inviernos entre mayo y septiembre son duros debido a los frentes fríos y lluviosos del Atlántico. Por eso si tenéis pensado venir hasta Ciudad del Cabo os aconsejo planificar bien las fechas de vuestro viajeLa forma más cómoda y rápida de visitar la península del Cabo y sus alrededores es en coche. 

Tal como recordaba el entorno natural se presenta espectacular en contraposición al centro urbano, que a primera vista no parece gran cosa. Los suburbios residenciales y los barrios de chabolas se desparraman por las planicies hacia el sureste de la ciudad. En cambio las laderas de Table Mountain se elevan majestuosas hasta los 1600 m. de altitud.

Desde lo alto es posible ver toda la península del Cabo adentrándose en el mar. Junto al cercano cabo Agulhas forman el extremo sur de África. Era la ruta hacia la India que descubrieron los navegantes portugueses. Primero Bartolomé Díaz en 1488 que lo llamó cabo de las Tormentas. Luego Vasco de Gama y otros navegantes que buscaban llegar al oriente. Y le dieron el nombre de cabo de Buena Esperanza.

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Primera parada: Camps Bay

 Partiendo de Ciudad del Cabo hay que ir hacia Clifton y Camps Bay tomando la Victoria Road. Las vistas de los Doce Apóstoles desde Camps Bay son de las que le obligan a uno a parar. En realidad esta sucesión de picos forma una de las paredes laterales de la meseta de Table Mountan. Si el paisaje es admirable de día yo te recomiendo parar aquí por la tarde para disfrutar del atardecer.

TIP.- El lugar perfecto para tomar fotografías es Maiden´s Cove. Se encuentra justo entre Clifton y Camps Bay. Estad atentos al cartel que indica cómo acceder porque es un lugar un tanto escondido. Aquí encontrarás una zona con prados, rocas y un balneario desde donde puedes tomar unas imágenes estupendas. Sobre todo si el atardecer se presenta con buena luz. Otro lugar muy recomendable es Tidal Pool, situado justo al final de la playa.

Tanto Clifton como Camps Bay tienen unas cuantas playas estupendas y algunas piscinas semi-naturales protegidas del oleaje. Son el lugar ideal para alojarse si buscas playa, tranquilidad y no quieres estar en el centro de Ciudad del Cabo.

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Desde aquí la ruta continua bordeando la costa hacia Hout Bay. Desde aquí os recomiendo vivamente tomar la M-6, más conocida como Chapman´s Peak Drive. Es una ruta escénica que bordea la costa entre acantilados ofreciendo unas vistas espectaculares de toda la bahía. La carretera tiene un pequeño peaje y a veces permanece cerrada si las condiciones climatológicas no son buenas. Estad atentos porque hay muchos ciclistas.

TIP.- Es inevitable querer para para tomar fotografías del espectacular paisaje que aparece tras cada curva. Pero la carretera es muy estrecha y no hay muchos lugares donde detenerse así que aprovechadlos. Las vistas de la bahía con el pico The Sentinel levantándose a su entrada son de las que valen la pena.

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La carretera te llevará hasta Noordhoek. Las vistas desde lo alto de su inmensa playa sin gente incluso en verano son de las que te obligarán a aparar de nuevo. Pero cuidado porque apenas tendrás sitio para apartarte con seguridad. Desde aquí apenas 20 km. te separan de la colonia de pingüinos africanos de Boulders Beach en Simon´s Town. Si por desgracia la Chapman´s Peak Drive está cerrada tendrás que desviarte por el interior atravesando los hermosos viñedos, campos de golf y mansiones de Constantia. De una forma u otra llegarás a Simon´s Town.

La colonia de pingüinos africanos de Simon´s Town

Simon´s Town es una pequeña ciudad ubicada en un entorno costero privilegiado. En realidad es una base naval de la marina donde me detengo para visitar la reserva de pingüinos africanos. Esta es la única especie de pingüino que vive en el continente, y sólo en algunos enclaves de la costa sudafricana. Su única colonia visitable en tierra firme se encuentra precisamente aquí, en Boulders Beach, una hermosa playa ubicada entre grandes rocas, casas de veraneo y una poblada vegetación costera.

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Es la llamada Boulders Colony donde hay unos 2.500 pingüinos. De las 17 especies de pingüinos, la de aquí es la única que habita en el continente africano existiendo otras colonias en Robben Island y en Port Elizabeth. Lo curioso de esta colonia es que se encuentra en una zona habitada. Por ese no es raro estar bañándose en alguna playa cercana y llevarse un buen susto cuando uno de estos animales nos pasa rozando nadando a toda velocidad. Aunque no es un tiburón blanco, su picadura puede ser muy dolorosa así que mejor dejarlos tranquilos.

Siguiendo las indicaciones llegaréis al estacionamiento donde dejar el coche. Veréis algunos puestos de artesanía y sólo queda caminar un par de minutos hasta la entrada del área protegida. Y sí, hay que pagar una entrada que no es barata, pero merece la pena ¿Dónde si no vais a ver pingüinos africanos? Desde la entrada una serie de pasarelas te llevarán a los miradores ubicados en los extremos de la playa. Y ahí los tenéis. Empollando sus huevos en los nidos, tomando el sol o adentrándose en el agua.

También veréis a los pollos con un año perdiendo su plumón. Es un proceso que dura 3 semanas durante las cuales no pueden entrar en el agua ya que su plumaje definitivo todavía no es impermeable. La verdad es que algunos tienen un aspecto lamentable en estos momentos, pero es algo totalmente normal. Precisamente la gran cantidad de pollos mudando el plumaje indica el buen estado de la colonia.

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TIP.- Las mejores fotografías de los pingüinos se tienen desde las plataformas a pie de playa. No tengáis prisa y recorrer las dos pasarelas. Disfrutad del espectáculo y con suerte veréis también la colonia de cormoranes que comparten la playa y las rocas con los pingüinos. Si tenéis un teleobjetivo, mucho mejor.

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Antes de iros no dejéis de pasar por The Magic Window. Allí preparan unos zumos naturales muy ricos. Y el mejor café capuccino que he probado en años. Tampoco dejéis de daros una vuelta por los puestos de artesanías donde el regateo es casi obligatorio. Justo detrás está la bajada a la playa de Seaforth. Aquí podrás darte un baño si no te importa que el agua esté casi helada.

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Hacia la Reserva Natural del Cabo de Buena Esperanza

Pocos kilómetros más adelante bordeando la costa se llega al Parque de la Reserva Natural del Cabo. Tras pagar la correspondiente entrada se atraviesa un paisaje agreste de grandes vacíos esculpidos por siglos de vientos implacables. En realidad el Cabo de Buena Esperanza no es el confín sur de África sino el Cabo Agulhas, 300 km. hacia el este. Pero es aquí donde se encuentran las corrientes del océano Índico y del Atlántico.

De la carretera principal parten caminos secundarios hacia merenderos, playas y otros rincones que nos hacen descubrir hermosísimos paisajes y sorprendentes instantáneas ¿Qué hacen esas avestruces en medio de la carretera dirigiéndose hacia la playa? ¿Qué son esas rocas con líquenes naranjas? ¿Y esas extrañas flores amarillas que hay por todas partes son las famosas proteas? Aquí os dejo una lista de paradas para descubrir las joyas de esta reserva natural.

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1.- Platboom Beach

Tras acceder al parque la carretera atraviesa grandes planicies salpicadas de arbustos en flor y suelos de arena blanca. Te aconsejo circular con cuidado porque los antílopes llamados bontebok suelen saltar de un lado a otro de la carretera sin avisar. Y también las tortugas terrestres, aunque estas no saltan. Por algo la velocidad está limitada a 50 Km/h.

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TIP.- Si estáis atentos también podréis ver grupos de babuinos. Ya desde la carretera de acceso hay carteles advirtiendo que son animales peligrosos. Cuidado con las ventanillas abiertas. Y si hacéis un picnic atención especial a las mochilas y sobre todo a la comida porque van a ir a por ella. Además como te enfrentes los babuinos pueden resultar muy agresivos. En cuanto veas los colmillos de los grandes machos entenderás que es mejor quedarse sin comer.

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Pasado el Centro de Visitantes de Buffelsfontein (sí, el que está rodeado de grandes cipreses) encontraréis la desviación hacia la Cruz de Barolomé Díaz y la Platboon Beach. Desde el mismo estacionamiento sabréis que este es un lugar especial. La gran playa de arena blanca como la harina está rodeada de rocas donde el mar se estrella con fuerza. El viento empuja la arena tierra adentro conformando un sistema dunar por el que vagan más bontebock. Y también avestruces.

Sí, avestruces al borde del mar.

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Bajar a la playa y acercaros a las rompientes donde las olas se elevan varios metros al chocar con las rocas. Si esto es así en un día de verano, aunque con viento, no quiero imaginar lo que tiene que ser esta costa en pleno temporal invernal. Tanto las gacelas como las avestruces dejan que me acerque lentamente hasta una distancia prudencial. La imagen de las avestruces picoteando entre las algas de kelp que el mar arrastra hasta la orilla resulta inolvidable. Sólo por vivir estas escenas merece la pena venir hasta aquí.

Ánades, garzas, gaviotas, ostreros y leones marinos completan el muestrario de animales costeros. Pero por las grandes llanuras menos accesibles también hay cebras, elands, serpientes (algunas venenosas como las cobras), caracales, puerco espines, tortugas terrestres…y más de 200 especies de aves.

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2.- La zona de picnic de Bordjiesrif

Este es el lugar preferido de muchas familias para venir a tomar su picnic. Aquí encontrarás una playa tranquila, una piscina protegida del oleaje junto al mar, praderas de suave hierba y un paisaje de fondo que te deja boquiabierto. Las masas de kelp balanceadas por las olas y las rocas de la orilla completan un entorno bucólico junto al mar. Eso sí, vigila que los babuinos no estén rondando por la zona porque te pueden arruinar la jornada.

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3.- El cartel geográfico del Cabo de Buena Esperanza

De nuevo en la carretera que cruza el parque hay que tomar la desviación hacia Good Hope Cape. Al fin del trayecto toca hacerse las pertinentes fotos junto el cartel donde se indican la longitud y latitud geográficas del Cabo. Es la típica foto para decir «yo estuve allí«, pero al final todos nos la hacemos. Mientras tanto el viento sigue soplando y el mar rompe con fuerza en las rocas situadas a unos metros de la orilla. Allí resisten imperturbables un grupo de cormoranes y de leones marinos tomando el sol.

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4.- El faro del cabo de Buena Esperanza

La siguiente parada marca el punto más lejano de la ruta y es bien visible desde la distancia: el faro del cabo de Buena Esperanza. En realidad el faro está situado en un farallón rocoso llamado Cape Point a 250 m. sobre el mar. El problema es que a esa altura su luz quedaba anulada en las noches de niebla. Por eso en 1919 se dejó de utilizar tras construir otro en una posición más baja.

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Desde el estacionamiento verás que hay dos formas de llegar hasta el faro: un tren de cremallera de pago, y a pié que es totalmente gratis. Sea como sea que llegues las vistas desde lo alto en un día despejado son sencillamente maravillosas. Sube la escalinata hasta la base del mismo faro, recorre los diferentes miradores y deja que tu vista se pierda en la inmensidad del mar. Más allá sólo está el Polo Sur.

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El viento soplan con fuerza y las olas rompen contra las orillas impulsadas por las fuertes corrientes marinas. El Cabo de Buena Esperanza parece casi inalterado, tal como fue avistado por primera vez por Bartolomé Díaz hace ya más de 500 años. Estoy en el extremo sur de África, en el cabo de las Tormentas.

Aquí confluyen 2 océanos y se han vivido incontables historias de navegantes y naufragios. Como el del Bom Jesus en 1533 cuando iba camino a la India cargado de monedas españolas de oro y lingotes de bronce. Uno más de los casi 3.000 naufragios documentados en estas tormentosas costas.

Un lugar asociado a la época mítica de los exploradores marinos. A las de las naos portuguesas camino a Zanzíbar, Mombasa, Goa o Cochín en busca de las preciadas especias. Por primera vez el mundo se veía como un orbe esférico y el comercio se hacía global. Más tarde el control de estos puntos de comercio estratégicos enfrentó a portugueses, holandeses e ingleses durante siglos. Porque la costa sur de África era el paso obligado a las Indias Orientales. Y hoy he podido verlo.

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Muizenberg y sus famosas casetas de playa

Es el momento de iniciar el regreso a Ciudad del Cabo. Es el momento de guardar en la memoria las últimas imágenes de estos rincones de naturaleza casi virgen. Pasado Simon´s Town atravieso pequeños pueblos encajados entre las colinas y el mar. En algunos todavía es posible ver esas antiguas casonas victorianas de grandes balcones.

Pararos en alguno de ellos como Kalk Bay, y si es hora de comer pediros un pescado o unos langostinos preparados al estilo local. La verdad es que el ambiente es muy relajado e invita a quedarse por aquí una temporada.

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Mi objetivo es Muizenberg, la considerada como cuna del surf sudafricana. Pero en realidad lo que me interesa fotografiar son sus coloridas casetas de playa. El imaginario popular las ha terminado convirtiendo en icónicas. Y no hay folleto o guía de viajes de Sudáfrica que no tenga alguna imagen de estas casetas. Y bueno, la verdad es que tampoco es para tanto.

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El viento sopla cada vez con más fuerza. Y a l fondo de la gran playa de Muizenberg veo volar las cometas de los kitesurfistas. Ya es hora de regresar hacia Ciudad del Cabo vía Hout Bay atravesando los viñedos de Constantia. Camps Bay y sus atardeceres me esperan. El remate final de una jornada intensa que anuncia los atractivos de esta zona de Sudáfrica.

Si quieres saber más, aquí te cuento cómo es, que ver  y qué hacer en Ciudad del Cabo. Dónde disfrutar de su animada vida nocturna, cómo subir a Table Mountain o a Lion´s Head. O cómo creerte en Jurassic Park visitando la impresionante colección botánica del Kirstenbosch National Botanical Garden. Desde luego Ciudad del Cabo justifica un viaje. O muchos.

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