Vacaciones en la Riviera Maya
La Riviera Maya es el sueño de muchos, yo incluido. Un sueño poblado de imágenes de playas infinitas, de aguas caribeñas de tonalidades celestes, de ciudades mayas inmersas en la selva y de cenotes subterráneos. Y tengo que deciros que sí, que la Riviera Maya es todo esto y mucho más.
Hace años recorrí parte de la península del Yucatán siguiendo parte de la Ruta Maya. Y regresar a esta zona del sur de México era un proyecto largamente acariciado. Entre mis objetivos estaban volver a visitar Tulum, las ruinas de Cobá y Chichén Itzá, además de conocer nuevos lugares que por falta de tiempo quedaron en el tintero.
Regresar a lugares ya conocidos tiene sus cosas buenas. Y otras no tan buenas. Con los años los lugares cambian y nosotros también. Nuestra mirada ya no es la misma. Nuestra capacidad de sorpresa tampoco. La incertidumbre de encontrarme con lo conocido y lo desconocido me acompañó durante la preparación del viaje, de camino al aeropuerto y en el largo viaje en avión. Primero a México DF y luego a Cancún. Desde allí decidí que lo mejor para moverme con libertad era alquilar un vehículo.
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A las pocas horas de aterrizar me asomaba a un paisaje tropical de cielos amenazados por una tormenta en una playa de arena fina y blanca como la harina. Las tonalidades verdes del mar se combinaban con los cumulonimbos que crecían por minutos debido al calor del verano. Los relámpagos lejanos iluminaban las nubes grises mientras me bañaba en esas aguas cálidas del Caribe. Ese Caribe que todo el mundo debería tener la suerte de conocer.
Así comenzó un viaje que me llevó desde la isla Holbox en el extremo norte del Yucatán, hasta la frontera con Belice en el sur. Hasta ese lago inmenso de tonos imposibles casi desconocido que se llama Bacalar. Aquí os dejo un breve extracto de cada uno de esos lugares únicos por los que volvería ahora mismo a la Riviera Maya.
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Isla Holbox, el paraíso es aquí
A apenas tres horas de Cancún y Playa del Carmen se encuentra esta isla a la que sólo se puede acceder en barco desde la población de Chiquilá. Si alguna vez habías soñado con un lugar sin apenas coches y con playas infinitas de agua trasparente, este es tu lugar. Una isla con un pequeño pueblo donde casi todos se conocen, con hotelitos que respetan el entorno a pie de playa, con reservas naturales donde nadan tortugas, delfines y tiburones ballena, no busques más: Isla Holbox lo tiene todo.
Es imposible no quedarse con la boca abierta cuando recorres sus playas a pié, en bicicleta o alquilando un pequeño coche de golf. Conozco muchas playas, lugares maravillosos, increíbles…pero lo de Isla Holbox me ha hecho replantear mi lista de Top 10. No hay palabras para describir esas inmensidades de aguas cristalinas, casi blancas, por las que caminas como si no hubiera otro lugar así en la tierra.
Caminas y caminas mientras el agua apenas si llega a la cintura hasta encontrarte literalmente solo rodeado de cielo y mar. Y qué decir de esos atardeceres, de los pocos que vi debido a la orientación de la Riviera Maya hacia el este. Atardeceres naranjas, rojos, eternos, con un sol que se zambullía literalmente en el horizonte.
Tampoco os puedo describir la velocidad a la que bate el corazón cuando te encuentras nadando junto a un tiburón ballena. Ni explicar las sensaciones cuando ves como se abren y se cierran sus branquias, cuando sus enormes aletas se mueven a tu lado, cuando su pequeño ojo se queda mirándote… El mayor pez conocido comiendo krill de la superficie a tu lado con su gran boca abierta, indiferente a tu pequeñez y a los esfuerzos que haces por seguirle batiendo las palmas como un poseso. Vivir algo así es simplemente único y maravilloso, sensaciones que infunden un amor incondicional por la Naturaleza y un respeto total por el resto de seres vivos que habitan este planeta.
- Si no quieres complicarte la vida también puedes visitar Isla Holbox en una excursión organizada desde diferentes puntos de la Riviera Maya.
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Tulum, ruinas mayas y muchas playas
Las ruinas de la ciudadela maya de Tulum asomándose desde su atalaya rocosa a un mar azul se ha convertido en uno de las imágenes icónicas de la Riviera Maya y de México. Visité Tulum hace años bajo un aguacero inmenso que me impidió disfrutar de su belleza. Esta vez tuve mejor suerte a pesar de los sargazos que cubren las playas durante el mes de julio. La Naturaleza sigue su ritmo, y que siga así. Es época de tormentas, de viento y de sargazos. Y también de turistas. Las ruinas de Tulum se ubican en un emplazamiento tan hermoso que dan ganas de quedarse a vivir aquí. Desde luego los mayas del periodo post-clásico sabían donde establecerse. Un consejo: visitar Tulum nada más abrir sus puertas a las 8 de la mañana o por la tarde antes del cierre.
Las iguanas siguen tomando el sol sobre las rocas de la playa con la imagen del Castillo de fondo asomándose sobre los acantilados. Y algunas tortugas, cada vez menos como me han dicho, siguen viniendo a desovar a las playas cercanas. A pesar de todo. Porque estas playas son ahora un hervidero de gente, de hoteles a pie de playa, de hamacas, palapas y tumbonas. Cada nido de tortuga se marca y se protege, pero estas playas son todo un imán para los millares de visitantes que buscan disfrutar de este Caribe. Quizás sólo falte concienciar a estos visitantes de que son sólo eso, visitantes de un lugar privilegiado y hermoso que han de compartir.
- Si no quieres complicarte la vida también puedes visitar Tulum en una excursión organizada desde diferentes puntos de la Riviera Maya.
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Chichen Itzá, la gallina de los huevos de oro
Y así debe ser para las diferentes administraciones que se reparten los millonarios beneficios que reportan las entradas a uno de los yacimientos arqueológicos más fascinante de este planeta. Desgraciadamente las poblaciones cercanas y sus habitantes no parecen recibir mucho (o casi nada) del millonario maná procedente del turismo. Propiamente hablando Chichén Itzá pertenece al estado del Yucatán y se encuentra a poco más de 2 horas de Playa del Carmen y del resto de la Riviera Maya que pertenece al estado de Quintana Roo. Hablar de Chichen Itzá es hablar de uno de los momentos más brillantes de la civilización y de la cultura maya. A Chichen Itzá hay que venir sí o sí. Pero si lo haces has de estar entre los primeros para poder disfrutar con relativa tranquilidad de su magnificencia y su belleza.
He vuelto a quedar hipnotizado por la perfección de la gran Pirámide de Kukulkán. Por la grandiosidad de su Juego de la Pelota, por el conjunto del Templo de los Guerreros (que en realidad está dedicado al dios Chaac de la lluvia) y el grupo de las Mil Columnas. Por no hablar del fascinante Observatorio o los edificios de estilo Puuc de la Casa de las Monjas y sus templos adyacentes. La perfección del detalle en las numerosas decoraciones que puedes encontrar en Chichen Itzá convierte a este lugar en un compendio de arte maya.
- Si no quieres complicarte la vida también puedes visitar Chichen Itza en una excursión organizada desde diferentes puntos de la Riviera Maya.
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Cobá, la ciudad perdida en la selva
Cuando vine por primera vez al Yucatán el yacimiento arqueológico de Cobá acababa de abrirse al público. Apenas una pirámide se había desbrozado de su manto selvático, las serpientes salían a tu paso y entre los árboles podías adivinar la existencia de templos y edificios todavía por excavar. Hoy puedes recorrerla cómodamente a pie o en bicicleta (cosa que recomiendo). Se ha despejado parte de la selva y nuevas pirámides y templos han vuelto a ser visibles. Esta visita me dejó fascinado por todo lo que todavía queda por descubrir entre estas selvas. Es cierto que ya no me sentía como Indiana Jones, pero ver todos esas viejas estructuras perdidas y de nuevo visibles, me hizo disfrutar como un niño.
Cobá representa como pocos lugares el auge y la posterior decadencia maya debida a las crisis alimentarias y sociales que llevaron a las diferentes ciudades mayas a pelear entre ellas. La lucha y las guerras por los escasos recursos de una selva que ya no daba para alimentar a una población creciente provocaron su decadencia y progresivo abandono. Lecciones de Historia que deberían ser una reflexión para los que vivimos hoy en un mundo cada vez más poblado con recursos limitados. Cuando los españoles llegaron al Yucatán a principios del S.XVI todas estas ciudades estaban ya casi olvidadas, abandonadas y cubiertas por una selva que aquí, en cuanto la dejan, se lo come todo.
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Los cenotes, la puerta de acceso al inframundo
O así lo creían los mayas. Para mí supusieron la vía de acceso a nuevos paisajes casi de fantasía, a cuevas, grutas y galerías por donde corren ríos de aguas subterráneas. Y añadiría que los cenotes constituyen uno de los atractivos casi irresistibles en un viaje a la península del Yucatán. Se han descubierto ya unos 20.000 cenotes clasificados de 3 formas: cerrados, semi-abiertos y abiertos en la superficie. Los más espectaculares son los semi-abiertos ya que permiten la entrada de luz exterior al interior ofreciendo en algunos de ellos paisajes dignos de ensueño.
Es el caso del cenote Ik Kil. Su belleza y su cercanía a Chichen Itzá ha provocado su masificación. Otros como el de Sac Actun, muy poco conocidos, combinan dos tipos de cenotes a lo largo de kilómetros de río subterráneo. Un cenote es en realidad una cueva por la que pasa un río subterráneo. Si el techo de la cueva se desploma, queda una oquedad y en su interior se puede ver el río subterráneo. En el caso de los cenotes abiertos a la superficie, el agua queda casi a nivel del suelo y el cenote parece a simple vista una laguna.
Hay muchos tipos de cenotes: algunos sólo se pueden recorrer con equipo de buceo, otros en los que te puedes dar un tranquilo baño sin peligro, otros en los que te adentrarás en el interior de la tierra entre estalactitas y estalagmitas sumergidas; y otros en los que has de entrar por un agujero en la tierra para descubrir una laguna subterránea como el de Tamcach-ha…Su mayor peligro, si no haces locuras, es que son tremendamente adictivos.
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Playa del Carmen: playa, fiesta, compras, excursiones y gastronomía en un mismo lugar
Hasta hace bien poco Playa del Carmen era un tranquilo pueblo de pescadores en la Riviera Maya ubicado a poco más de una hora de la turística Cancún. Hoy crece a un ritmo enloquecido doblando su población cada pocos años. Playa del Carmen es el nuevo epicentro del turismo en Quintana Roo. Su imagen de playas caribeñas y oferta hotelera para todo tipo de bolsillos se complementa con la concurrida 5ª Avenida donde encontrarás todo tipo de tiendas y galerías comerciales.
Para mi sorpresa también han abierto algunos restaurantes con cartas donde se ofrecen interesantes propuestas gastronómicas. Por otra parte su oferta de ocio nocturno la han convertido en un punto neurálgico para un público joven que busca algo más que estar todo el día tumbado en la hamaca. Además desde Playa del Carmen tienes comunicación en trasporte público y también excursiones organizadas a toda la Riviera Maya y el resto del Yucatán. Como me comentó un amigo que regenta aquí un negocio ecológico, Playa del Carmen no es México pero algo se le parece, y es lo mejor que van a ver muchos extranjeros de este país.
Pero esto no es todo. Desde el embarcadero de Playa del Carmen salen cada media hora los barcos a la cercana isla de Cozumel, paraíso del submarinismo. Y en pocos kilómetros a la redonda se encuentra la mayor oferta de parques temáticos desde la de Orlando en los USA. Si eres un aficionado a este tipo de ocio podrás pasar días y días recorriendo parques (y gastando mucho dinero) en lugares como Xcaret, Xel Há, Delphinus, Parque Xplor, Xenxes, Xoximilco… Os aseguro que la oferta parece interminable.
Por si esto te parece poco a media hora de viaje hacia el norte se encuentra la Ruta de los Cenotes que parte de Puerto Morelos. Y a una hora hacia el sur las playas de Tulum con sus inigualables ruinas mayas. Por todo esto elegí Playa del Carmen como la base de operaciones ideal para moverme por toda la Riviera Maya y parte del Yucatán.
Gracias a Voyage Privé tuve la suerte de encontrar el Soho Playa Hotel situado a 5 minutos de la playa y a dos pasos de la 5ª Avenida, un hotel donde me trataron más como a un amigo que como un cliente. Regresar cada día a mi habitación era como hacerlo a mi casa. Desde aquí es justo agradecer el magnífico trato que recibí de todo su personal.
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Laguna Bacalar, la laguna de los 7 colores
Todo aquel al que le comentaba mi viaje por el Yucatán me decía: «vete a Bacalar«. El único problema es que me quedaba un tanto fuera de ruta, muy al sur a unos 30 km. de Belice. Y a más de 2 horas de viaje desde Tulum,a más de 3 desde Playa del Carmen y a casi 5 desde Cancún. Pero fui, claro que fui, y no me arrepiento en absoluto.
Allí descubrí que Laguna Bacalar es un lago de aguas dulces formado por el fluir de las aguas subterráneas puede producir un paisaje de colores casi onírico. Qué este lago de 50 Km. de largo por 2 de ancho tiene varios cenotes subterráneos (o submarinos más bien); que en el viven algunos de los seres vivos más antiguos de este planeta, los estromatolitos; y que durante décadas fue la vía de acceso preferida por piratas holandeses y franceses hacia el interior de esta zona del Virreinato de la Nueva España durante la época colonial. En consecuencia los españoles levantaron una fortaleza, el castillo de San Felipe, protegiendo el único acceso de este lago hacia el mar que está a más de 30 km. de distancia. Y todo esto en un lugar que por el color de sus aguas me hizo recordar los anuncios de las islas de la Polinesia, pero con agua dulce.
Laguna Bacalar es de esos lugares que si no los ves, no puedes creer que existen. Pero vaya si existen. Y con una belleza que te dejará boquiabierto.
Estos son algunos de esos lugares que encontrarás en la Riviera Maya y el Yucatán, y que nunca podrás olvidar. En otra ocasión os hablaré de sus fondos marinos, de la Reserva Natural de Sian Ka´an y del pueblecito perdido de Punta Allen, de cómo encontrar delfines y tortugas…y de muchas cosas más.
Como os dije, tras venir aquí sólo pensaréis en regresar.
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