Laguna Bacalar, la de los siete colores

Laguna Bacalar, Laguna Bacalar…Durante mi estancia en la Riviera Maya ese nombre me seguía como un mantra. A cualquiera que le contara que estaba recorriendo el estado de Quintana Roo me decía lo mismo: «no dejes de ir a Laguna Bacalar«.

Tras una rápida búsqueda en Internet encontré algunas maravillosas imágenes de un lugar que parecía muy especial. Pero como todo el mundo me hablaba de Bacalar llegué a pensar que debía ser el lugar más turístico del sur de la península del  Yucatán. Tumbado en una hamaca del Kool Beach Club de Playa del Carmen disfrutando de los colores del Caribe, me preguntaba si de verdad Bacalar merecería la pena. Terminé por consultar a Osvaldo, el recepcionista del Hotel Soho Playa donde me hospedaba. Todas sus recomendaciones anteriores habían sido un acierto. Y sus palabras fueron: «no deje de ir a Laguna Bacalar«.

Así que casi al final de mi viaje y tras un buen madrugón, subí al coche que había alquilado y enfilé la autopista hacia Chetumal, casi en la frontera con Belice. Poco más de tres horas después estaba entrando en el pueblo de Bacalar admirado por lo que veía a mi izquierda: un lago con un agua de tonalidades celestes como no había visto en mi vida.

Nada más adentrarme por las calles del pueblo me encontré con el Balneario Mágico Bacalar. La cantidad de gente que se veía y los toboganes de plástico que se alzaban al borde la laguna me echaron para atrás. Así que decidí seguir adelante, buscando un lugar más tranquilo desde donde bañarme. Y también donde contratar la excursión en lancha por la laguna.

Tras pasar junto a las murallas del castillo de San Felipe de Bacalar me detuve en el primer sitio que encontré. Y eso fue en el estacionamiento del Club Playa Baluartes. Desde allí mismo se organizaban excursiones en lancha, había un bar para tomar algo y unos pantalanes de madera desde los que zambullirse en esa laguna azulada. Un todo en uno perfecto, con el castillo al lado. La organización de la excursión por la laguna fue un tanto caótica porque hasta que se llenan las lanchas, no salen. Me tocó esperar casi una hora hasta que por fin me vi sentado en la lancha y preparados para salir. Mientras tanto aproveché para grabar este vídeo. Sólo desde aire se puede apreciar la belleza de este lugar en su totalidad. Sólo mientras lo grababa empecé a comprender qué era el Canal de los Piratas y por qué estaba incluido en todas las excursiones de la Laguna.

He de decir que aquí el turismo local y familiar es lo que predomina. Durante este viaje por la Riviera Maya me encontré muchas veces compartiendo mesa, lancha o excursiones con familias mexicanas llegadas desde todos los puntos del país. Y esto es algo que agradecí muchísimo: poder platicar como dicen aquí, hablar, compartir chistes y anécdotas, responder preguntas o hablar de política. También de educación o de cómo se estaba viviendo en México sus problemas, que los tiene y muy graves, fue una de las mejores cosas de este viaje.

De una manera u otra las conversaciones han sido siempre muy enriquecedoras. Incluso cuando he sacado temas considerados un tanto espinosos. Por ejemplo cómo se veía a los españoles en México, cómo se trataba el tema de los 300 años de historia compartida en las escuelas, o la cuestión del mestizaje humano y cultural que ha conformado al México de hoy. Llevo viajando por México muchos años y lo que he encontrado siempre ha sido una educación exquisita, un trato más que amable y una gente a la que las miserias de gran parte de su clase política no hacen justicia. Siempre he dicho que sólo por sentir la amabilidad de su gente merece la pena viajar a México. Y este viaje no ha sido una excepción, muy al contrario.

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Navegando por un lugar mágico

Sólo así puedo definir el recorrido de un par de horas algunos de los lugares más significativos de este gran lago de agua dulce que es Bacalar. Los mayas lo llamaron Sian Ka´an Bakhalal, «el lugar donde nace el cielo». Y efectivamente hay momentos en los que resulta difícil distinguir lo que es agua y lo que es cielo. Unos de 50 km. de largo por unos 2,5 km. en su parte más ancha definen un espacio de aguas dulces nacidas del desbordamiento de aguas subterráneas que surgen de varios cenotes. Con estas dimensiones es el segundo cuerpo de agua dulce más grande de México.

El agua que desborda de la roca calcárea propia del Yucatán es un agua cristalina que adquiere diferentes tonos según la profundidad o la hora del día. De ahí el nombre de la laguna de los siete colores. Desde la lancha aprecié algunas de esas tonalidades. De un color azulado casi blanquecino en las zonas poco profundas cubiertas de una arena fina y blanca. A zonas de un azul oscuro al navegar sobre la oquedad de alguno de sus cenotes. Son lugares donde pasas de un par de metros de profundidad, a unos 100 que son los que tienen esas cavernas que se adentran en la superficie lacustre. Desde aquí brota el agua del gigantesco sistema de ríos subterráneos que ha conformado la laguna de Bacalar. Así es cómo se ha ido conformando un ecosistema natural que está protegido en gran parte de la extensión de la laguna.

Paramos en un lugar donde el agua no cubre y el fondo es de una arena blanca, finísima. Y ya en el agua decido que sí, que este lugar no existe, que es una ensoñación. Estamos casi solos nadando, saltando y disfrutando como niños. Este lugar ¿es mágico o es real? Sí, existe, pero no me lo creo. Estoy dentro, mojándome, pero mi mente me dice que no puede ser que un lugar así exista. Tan hermoso y tan puro como esa agua trasparente en la que chapoteo sin creérmelo de verdad.

Poco después cruzamos las aguas del cenote esmeralda. En la orilla gente muy afortunada ha construido elegantes casas que comparten el espacio con hoteles para todo tipo de bolsillos, jardines tropicales y pantalanes de madera que se adentran en la laguna. Tengo que reconocer que visto desde la orilla el conjunto es de gran belleza. Tanto que me arrepiento de no haber hecho caso antes a las voces que me recomendaban venir aquí, y pasar al menos un par de días.

La siguiente parada la tenemos en Cocalitos, un balneario ubicado en una zona de rocas que afloran justo hasta la superficie del agua. Pero no son rocas, son seres vivos y de los más antiguos del planeta: los estromatolitos. Son tan antiguos que se considera que fueron los primeros micro organismos en trasformar el CO2 en O2.  Por lo tanto son los responsables de que estemos respirando el oxígeno que necesitamos para vivir. Los científicos consideran que son unos fósiles vivientes presentes sólo aquí, en Australia y en algunos lugares de África. Aquí en Bacalar sólo fueron reconocidos hace apenas un par de años por un biólogo local llamado Martín Ojeda. Rápidamente se instó a su protección, pero muchas casas al borde del algo ya se habían construido sobre ellos. Sencillamente se pensaba que eran rocas. Mientras navegábamos cerca de los estromatolitos decidí que tenía que volver a este lugar más tarde.

Volvemos a adentrarnos en la laguna para pasar junto a la Isla de los Pájaros a la que se ha prohibido el acceso para permitir a las aves que nidifiquen aquí. Bordeamos zonas de manglares y alcanzamos el famoso Canal de los Piratas. Aquí se encuentra el canal de desagüe de la laguna Bacalar hacia la Laguna Mariscal, desde donde el agua va a parar al mar ya cerca de Chetumal. A principios del S.XVIII esta era la vía de acceso de los piratas ingleses, holandeses y franceses que intentaban acceder al interior del Yucatán en pequeños botes. Su intención era hacerse con el palo de tinte que se producía en esta zona y que alcanzaba precios desorbitados en Europa. Esta fue la razón de que las autoridades españolas decidieran levantar un fuerte justo delante de esta vía de acceso, el Fuerte de San Felipe de Bacalar. Aún así, los españoles no pudieron detener el avance inglés en la zona de Belice hasta que consiguieron hacerse con parte de ese territorio. Así fue cómo el tinte para la ropa extraído en esta zona está en el origen del actual Belice. Qué cosas aprende uno viajando.

El paso de poco más de 3 metros de profundidad máxima del Canal todavía cumple su función natural. Y es uno de los lugares de visita obligatoria en la laguna. Sabrás que estás llegando por 3 razones:

– la gran cantidad de lanchas paradas y gente bañándose

– por ese mamotreto de cemento en forma de barco que se encuentra en la entrada del canal. Fue un proyecto de restaurante que afortunadamente no fue autorizado para evitar que contaminara las aguas de la laguna.

– y tercero, por la cantidad de gente embadurnada de arena caliza exfoliante que verás cerca de las orillas. A mí me recordaron un desfile de zombis blanquecinos surgiendo del agua.

La verdad es que el sitio rodeado de manglares, con ese canal que se adentra tierra adentro y las diferentes tonalidades del agua, conforma un espacio de gran belleza. Después de un buen rato en el agua nadando por el canal, toca volver. En el recuerdo queda sobre todo esa agua que no he visto en ningún otro lugar. Y el deseo de regresar para pasar aquí unos días recorriendo la laguna en kayak, o disfrutando de sus atardeceres tomando una cerveza en sus orillas.

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Cocalitos y los estromatolitos

Subo de nuevo al coche para dirigirme hacia el balneario de Cocalitos en la otra punta del pueblo. Aquí tras pagar unos pesos por entrar y estacionar el coche, verás un restaurante ubicado frente a la laguna. Allí, casi pegados a tierra, se encuentran algunas formaciones de los estromatolitos que había visto desde la lancha. Un área cercada impedía el acceso directo. Pero aún así están tan cerca de la zona de baño del balneario que a pesar de las advertencias, la gente seguía acercándose para tocarlos.

La laguna celeste me llama y me tomo otro baño más intentando evitar los estromatolitos. Luego camino sobre una arena con tacto de lodo y color blanquecino. La sensación es muy extraña, como la de estar andando sobre mucosidades. Pero el agua está tan deliciosa que prolongo el baño todo lo posible.

Al salir aprovecho para comer y pido un ceviche de camarones con cilantro que me hacen saltar las lágrimas de lo ricos que estaban. Y con ese buen sabor de boca me despido de Bacalar acercándome al Fuerte de San Felipe. Pero llego tarde para visitar su Museo de la Piratería. Así tengo una excusa más para volver a Bacalar, un lugar que sólo me ha dejado buenos recuerdos y uno de los más hermosos que he conocido en mi vida.

Mientras echaba una última mirada a la laguna celeste recordaba el mantra que me había  acompañado durante días: «vete a laguna Bacalar, vete a laguna Bacalar«. Ahora ya sé por qué.


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Información práctica:

– La forma más cómoda de acceder a Laguna Bacalar es tomar un vuelo al aeropuerto de Chetumal que se encuentra a 40 km.

– Si vienes en auto desde Tulum tardarás poco más de dos horas, tres desde Playa del Carmen y casi cuatro desde Cancún. La carretera está en perfectas condiciones, pero aconsejo no conducir de noche debido al intenso tráfico de camiones de gran tonelaje y la escasa iluminación.

– Cada vez que lleguéis a una población tened cuidado con los badenes. Reducid la velocidad o destrozaréis vuestro vehículo. Aprovechad para comprar fruta, zumos naturales o agua de coco a los numerosos vendedores que encontraréis en el camino.

– Existe una numerosa oferta hotelera. Desde el elegante hotel Villa Esmeralda, hasta lugares donde los mochileros podrán plantar su tienda de campaña en un jardín frente a la laguna. No pasé noche en Bacalar porque me pudo la idea de regresar a mi cómodo hotel en Playa del Carmen. Si buscas hoteles exclusivos en la Riviera Maya o en el resto de México, los encontrarás aquí.

– Una vez en Bacalar podéis dejar el auto en cualquiera de los balnearios o restaurantes que encontraréis bordeando la laguna. La mayoría dispone de embarcaderos desde donde hacer las excursiones en lancha. Las encontrarás de dos horas, y otra un poco más extensa de tres horas. El precio de la excursión de dos horas me salió por 70 pesos. En temporada baja me han dicho que es más barato.

– Además en Bacalar puedes alquilar kayaks, veleros e incluso motos de agua (lo cual no recomiendo ya que destroza la tranquilidad del lugar).

– Hagas lo que hagas, o vayas cuando vayas, respeta el entorno y disfruta de este lugar único sin ensuciarlo ¡Ni tampoco toques los estromatolitos! No te olvides de que eres un privilegiado por poder estar en un lugar tan increíble como este.

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