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Aquí nació Bogotá: el barrio de la Candelaria.

Es aquí, en el barrio de La Candelaria, donde nos encontraremos con las encaladas paredes de la Casa de la Moneda y el Museo Botero, una de las visitas imprescindibles en Bogotá. El gran pintor y escultor colombiano Fernando Botero donó al país gran parte de su colección privada de obras de arte, además de numerosas obras suyas que podemos admirar en este museo.

El Museo Botero es gratuito, y ten en cuenta que los martes está cerrado. Aparte de de sus famosas pinturas de gordos y gordas y algunas esculturas, encontrarás obras de Picasso, Renoir, Matisse, Dalí…además de un largo etcétera de pintores del XIX y XX que conforman un legado pictórico de primera magnitud. Ya comenté en el primer artículo dedicado a Bogotá que esta es una ciudad difícil de conocer, pero sorprendente. Este museo y un largo paseo por el barrio de La Candelaria, con sus calles de cuestas pronunciadas, su acentuada personalidad y su sabor tradicional, lo confirman. Desde luego idiosincrasia y carácter no le faltan.

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Volviendo al exterior, las calles empedradas de La Candelaria son un museo al aire libre con sus plazas arboladas, las coloridas fachadas de las viejas casonas de ventanas enrejadas y grandes puertas de madera tallada. Fíjate en los nombres que todavía permanecen en las esquinas de algunos viejos edificios como la “calle de la Fatiga” o la “calle del Divorcio”. Además entre las calles 10 y 11 se encuentran el Teatro Colón, el Museo de Bogotá y el Museo Colonial.

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Descendiendo hacia la Plaza Bolívar por la Calle 11 os invito a traspasar el gran portón de madera de la Biblioteca del Pensamiento Liberal Colombiano. En un hermoso patio interior de una vieja casona de 1700 con balconadas de madera y un recoleto jardín se encuentra uno de mis restaurantes preferidos en el centro de Bogotá: La Sociedad. Es el lugar ideal para tomarse un descanso y comer alguna de las especialidades colombianas de la carta como las arepas, los tamales pipián, los ceviches, langostinos o empanadas.

Después del obligado café podemos acercarnos a la Oficina de Turismo situada bajo los soportales del viejo edificio de la Alcaldía Mayor, en el antiguo Palacio Liébano. Allí podremos hacernos con un buen plano y obtener información de todas las actividades culturales, festividades, etc. para aprovechar al máximo nuestra estancia en Bogotá. Recuerda que desde este Punto de Información Turístico se organizan tours gratuitos por el Centro y La Candelaria.

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La Plaza de Bolívar

Al igual que en la mayoría de las ciudades fundadas por los españoles en América, el trazado original de la ciudad se iniciaba delimitando una gran plaza. A su alrededor se asentaban los grandes edificios representativos del poder divino y terrenal. A continuación se extendían las calles en damero, una estructura urbanística que ha llegado hasta nuestros días. Así vemos como en la Plaza de Bolívar se encuentran la Catedral, el Palacio Arzobispal, el Congreso de la República, el Palacio de Justicia y la Alcaldía Mayor. A su alrededor plazuelas y calles están salpicadas de viejas casonas de estilo colonial con sus patios ajardinados, iglesias y antiguos palacetes donde últimamente se están abriendo interesantes restaurantes.

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La Plaza Bolívar es un gran espacio abierto donde se siguen concentrando, al igual que durante el período colonial, las más altas instancias del poder terrenal y espiritual. Aquí se dan cita vendedores ambulantes, indígenas de las sierras, militares uniformados, políticos trajeados, vendedores de helados con sus carritos…Además de llamas para que los niños se den un paseo, manifestaciones varias, o vagabundos que pasean o se sientan viendo pasar la vida en las escalinatas de la Catedral Primada. Por cierto, la Catedral no es de las obras más inspiradas de la arquitectura religiosa de la América Hispana. Adolece de una frialdad que no incita a permanecer más de 2 minutos en su interior. A la salida veremos a la izquierda la gran mole de piedra del Congreso de la República con su elegante fachada columnada. En ocasiones especiales podréis ver a la guardia de honor uniformada de un llamativo color rojo en las escalinatas de acceso. Otras veces su fachada aparece manchada con restos de pintura y huevos lanzados por los manifestantes de alguna protesta. Y es que el pueblo colombiano está acostumbrado a hacer públicas sus reivindicaciones o su enfado con el Gobierno de la nación.

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Dando una vuelta por los alrededores veo que el tráfico está cortado. Algunas de las calles cercanas a la Plaza están custodiadas por puestos militares, cámaras de vigilancia y hombretones trajeados con gafas de sol que no disimulan su pertenencia a los cuerpos de seguridad. Y es que estoy caminando por las aceras que dan acceso al Palacio de Nariño, sede de la Presidencia de la República. La Casa de Nariño se puede visitar de forma gratuita solicitándolo previamente en su página web. Por cierto, aquí también puedes ver el cambio de guardia que se hace en la Carrera 7 los miércoles y viernes a las 14:30 y los domingos a las 15 horas. Las cercanas iglesia de San Agustín y el Archivo General de la Nación al otro lado de la Calle 7 marcan la frontera de esta parte del casco histórico.

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El Museo del Oro

Vuelvo sobre mis pasos por la Calle 7 dejando atrás la Plaza Bolívar. Entro en una zona del centro de Bogotá plagada de feos edificios, con un tráfico loco y muy bulliciosa. Tras unos minutos caminando y esquivando gente veo a mi izquierda las iglesias de la Veracruz y la más antigua, de San Francisco. Merece la pena dedicar unos minutos a visitar esta última para admirar la elaborada techumbre de madera y sus recargados y oscuros retablos barrocos. Justo enfrente se encuentra el Parque Santander. Ahí mismo se encuentra uno de los museos más visitados de Colombia: el Museo del Oro. Entre sus paredes y dentro de sus cámaras de seguridad se guardan hasta 30 mil objetos de orfebrería prehispánica, lo que supone la mayor colección del Mundo en su género. Y es que no se puede decir de mejor manera: el Museo del Oro brilla por sí mismo.

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Tras la última remodelación el cambio a mejor ha sido espectacular. La forma de presentar la colección, sus instalaciones, y la cantidad y calidad de las piezas expuestas lo convierten en una de las visitas imprescindibles de la capital colombiana. Dejaros sorprender por sus piezas únicas y por el espectáculo de luces de la cámara acorazada. Descubriréis que el brillo del oro resulta inolvidable. Por cierto, al planificar vuestra visita tened en cuenta que cierra los lunes.

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La animada vida nocturna de Bogotá

Además del brillo del oro, la vida nocturna en Bogotá también brilla con fuerza. La mayor  animación se da a partir del jueves y suele comenzar pasada la medianoche pues antes todo el mundo está cenando tranquilamente. Puedo recomendaros los locales de la Zona G, llamada así por G de gastronomía ubicadas entre las calles 65 y 74. También los del Parque de la 93. En ambas zonas encontraréis buenos restaurantes, bares de copas y discotecas donde bailar hasta que nos echen pasadas las 5 de la madrugada. Podéis cenar en El Gato Negro o en el Salto del Ángel, donde además se puede bailar hasta bien tarde. Son sólo un par de los muchos lugares  que abren sus puertas para los amantes de la noche. Eso sí, para cenar os aconsejo llevar una linterna porque la penumbra y escasa iluminación de los restaurantes en Bogotá es mítica. También resulta imprescindible saber bailar porque aquí se baila mucho, y bien.

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También podéis ir directamente a la llamada Zona Rosa situada al norte de la ciudad entre las calles 79 y 85. Cualquier taxista os llevará sin problemas. También conocida como «la T» por la estructura de sus calles, es otra de las zonas más conocidas de las animadas noches de Bogotá.

Hablando de la Zona Rosa tengo que citar aquí un lugar único y especial: Andrés Carne de Res. Aunque está en la cercana población de Chía, a casi 45 min. del centro en coche, merece la pena una visita. Este mega restaurante-sala de baile con capacidad para cientos de personas es uno de los lugares donde mejor se come, se bebe y se baila de todo Bogotá. Y lo mejor es que encima se come bien: es uno de esos lugares donde la carne alcanza el adjetivo de sublime (inolvidable ese solomillo a la pimienta). Lo siento por los argentinos pero la carne colombiana es más fina, más tierna y con un sabor más delicado. Le acercas el cuchillo y se corta sola. El caso es que aquí la diversión está asegurada sobre todo cuando la gente se lanza a bailar sobre las mesas mientras grupos de animación y pachangas recorren el lugar levantando de su asiento hasta al más aburrido. Si la mesa te queda pequeña también hay varias pistas de baile donde mover el esqueleto. Es un lugar para pasar la noche entera y sólo movernos de allí para meternos en la cama que mañana será otro día. Andrés Carne de Res tiene también una sucursal en Bogotá que ocupa un edificio entero en plena Zona Rosa en la calle 82, nº 12-21. Su decoración también es espectacular, pero no es tan divertido como el que está en Chía ni de lejos.

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Otra zona más tranquila cuyos restaurantes y cafés se encuentran entre los favoritos de muchos bogotanos es la que de la Plaza Usaquén. Un lugar que a pesar del tiempo pasado todavía guarda un encanto especial y cierto aire colonial. Las calles cercanas están salpicadas de restaurantes con una variada oferta gastronómica donde podría destacar el Steak House, La Puerta de Alcalá, el 14inkas y uno de los que más me gustan, la cebichería La Mar con una carta repleta de exquisiteces.

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Qué visitar en las proximidades de Bogotá

  • El tren de la Sabana a la mina de sal de Nemocón

Si estáis cansados de ciudad y os apetece dar una vuelta por los alrededores puedo hablaros de algunos atractivos turísticos cercanos a Bogotá. Uno de ellos es el llamado Tren de la Sabana. Este tren que sólo funciona los fines de semana y los días festivos hace un recorrido de ida y vuelta desde Bogotá hasta el pueblecito de Nemocón donde podemos visitar sus minas de sal. El tren sale de la Estación de la Sabana a las 8 de la mañana y hace una parada a las 9 en la Estación de Usaquén, al norte de Bogotá. El tren desde luego no es un prodigio de velocidad y tras recorrer la conurbación de Bogotá, sale al campo atravesando campos y bosques de eucaliptos. Para animar el recorrido una banda de músicos toca temas típicos colombianos. 70 km. después y pasadas la 11 y media el tren llega a Nemocón.  Aquí tendremos 2 horas para ir a visitar la mina de sal. El pueblo no tiene mucho que ver aunque tiene su placita y podemos comer en algún restaurante. Pero lo más interesante está a 80 metros bajo tierra.

Si quieres saber más sobre esta mina de sal abandonada y cómo es su visita sigue este  enlace: El mundo subterráneo de la mina de sal de Nemocón.

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  • Una excursión a la Catedral de la Sal en Zipaquirá

A poco más de una hora de Bogotá se encuentra el lugar más visitado de Colombia: la Catedral de la Sal ubicada en una antigua mina de sal explotada desde principios del XIX. La mina sigue actualmente en explotación en otro nivel diferente al nivel donde se encuentra la Catedral. A día de hoy se extrae sólo el 10% de la sal que se puede sacar. Aún así es suficiente para cubrir las necesidades de sal de todo el país y para cubrir la demanda de exportación.

Es en esta inmensa montaña de sal situada junto al pueblo de Zipaquirá donde se decidió hacer una catedral subterránea que aprovechara las galerías en desuso de la mina. Si quieres saber más sobre cómo visitar la elegida por los colombianos como  «Primera Maravilla de Colombia», puedes leer este artículo: La Catedral de Sal de Zipaquirá, la maravilla favorita de los colombianos.

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  • La laguna de Guatavita y la leyenda de El Dorado

Como recomendación menos subterránea e ideal para pasar una jornada al aire libre, os recomiendo una visita a la laguna de Guatavita. Sin duda habréis oído hablar de la leyenda de El Dorado. Pues aquí tenéis su origen. Si queréis acercaros a dar una vuelta y de paso conocer el origen de esta leyenda, podéis leer el artículo que le he dedicado: Guatavita, el origen de la leyenda de El Dorado.

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