La vida es un Carnaval.

El conocido como «Carnaval de Rua» es una de las formas más auténticas y divertidas de disfrutar el Carnaval de Río de Janeiro. Y es que viajar a la capital carioca dispuestos a vivir uno de los carnavales más famosos del planeta nos puede plantear una serie de preguntas prácticas.

El Carnaval es la mayor fiesta de Brasil, uno de los acontecimientos festivos más importantes del Mundo y el que se celebra en Río es realmente especial y repleto de actividades. Precisamente por ello puede resultar abrumador por la cantidad de festejos programados. En el momento de viajar os preguntaréis qué es lo que tenéis que hacer; luego, qué es lo que merece la pena ver; y para terminar, dónde debéis ir para disfrutar del desinhibido ambiente carioca durante estas fechas

Para empezar se puede decir que hay tres tipos de Carnaval:

1 – el oficial, que es que se retransmite a las TV de todo el mundo y donde a todos se nos saltan los ojos viendo esos espectaculares desfiles de las escuelas de samba en el Sambódromo. Sin duda es el más vistoso y colorido del planeta.

2 – el de las fiestas públicas y privadas en discotecas y hoteles con música en directo y acceso limitado.

3 – y el de la calle que en los últimos años es el que está teniendo más auge en un intento de recuperar el Carnaval como festividad popular alejada del lujo y la artificiosidad exhibidas en televisión. Y es este, el llamado «Carnaval de Rua», en el que me he sumergido durante 4 intensos días y animadas noches.

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Los ensayos en las escuelas de samba

En los meses previos al Carnaval existe la posibilidad de disfrutar de los ensayos que se realizan en las escuelas de samba. Si viajáis a Rio en esas fechas no dudéis en acercaros a visitar alguna de ellas. En realidad los carnavales comienzan su preparación nada más terminar el anterior. Las diferentes escuelas de samba exprimen sus neuronas cada año para elegir un tema sobre el que desarrollar toda una parafernalia musical, de decoración, bailes y disfraces que les servirá para mantenerse en el Olimpo de la fiesta. Se puede decir que hay dos divisiones de escuelas, las de primera que luchan por mantenerse en lo más alto y las de segunda que luchan por acceder a los puestos de élite de los desfiles cariocas. Y es en los desfiles del Sambódromo que se celebran el primer fin de semana del Carnaval cuando se dirime esta lucha entre las diferentes escuelas.

Yo me decidí por acercarme a las instalaciones de una de las más importantes y famosas escuelas de la ciudad, la de Beija-Flor ubicada en Nilópolis en las afueras de la ciudad. Esta escuela fundada en 1948 ha ganado casi todos los concursos de escuelas de samba celebrados en Río en los últimos años. Hoy día es toda una institución y se les puede contratar para que acudan a fiestas, tienen su propia tienda de recuerdos y además financian proyectos sociales. A finales de diciembre los preparativos para el Carnaval están ya en su tramo final. El ritmo de los ensayos, iniciados en octubre, se amplían a las noches de viernes, sábado y domingo.

Hasta uno de estos ensayos me acerqué para ver en directo cómo preparaban el desfile con el que iban a recorrer el Sambódromo. Después de un largo trayecto desde Copacabana hasta Nilópolis el taxista se adentró en una barriada de estrechas calles donde cada vez había más y más gente. Finalmente paramos delante de una especie de instalación deportiva. El conductor me dijo muy serio que dentro no había ningún peligro, pero que no se me ocurriera salir a dar una vuelta a mi aire por el barrio. Eran las 10 de la noche y tras adquirir la correspondiente entrada para ver el ensayo entré por una pequeña puerta a un enorme polideportivo que lentamente se fue llenando de niños, jóvenes y mayores. Unos vestidos con traje de carnaval y muchos otros de calle.

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Familias enteras con sus bebes y sus abuelitas casi centenarias entraban al recinto saludando a amigos y conocidos y preparándose también para el ensayo general. Las abanderadas de Beija Flor, dos impresionantes mulatas, giraban sobre sí mismas agitando la bandera blanca y azul de la escuela de samba. En el estrado los músicos ocupaban su sitio haciendo retumbar tambores y calentando sus gargantas. La música empezó a sonar cada vez más rítmica y grupos de baile aquí y allá ensayaban movimientos y coreografías.

Mientras tanto me dediqué a dar una vuelta por el recinto y tomar unas cervezas. A eso de la medianoche el recinto estaba ocupado por miles de personas que empezaban a moverse y girar alrededor de la pista central al ritmo de la música que sonaba cada vez más alta. A la 1 de la mañana el ambiente era ya de éxtasis festivo. Jóvenes y mayores bailaban sin parar sudando la gota gorda y haciendo cada vez más impresionante la visión del conjunto, como una marea agitada de gente que poco a poco va adquiriendo una personalidad única.

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La animación de la masa en movimiento junto a la repetitiva cadencia de la música y de los movimientos coreografiados y ensayados tantas veces, hizo que los primeros instantes de movimientos un tanto desangelados se trastocaran en frenético ritmo de Carnaval. Beija Flor se torno en un solo cuerpo formado por miles de personas moviéndose, agitándose y cantando al unísono. ¡Bufff! Si esto era sólo un ensayo, ¡cómo debía ser el desfile! Pasadas las 2 de la madrugada salí del recinto con la sensación de que vivir el Carnaval en Rio debía de ser una experiencia realmente inolvidable. Y también por desgracia, muy cara.

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Por fin llega el Carnaval

Durante los fines de semana previos a la semana de Carnaval grupos de músicos llamados Blocos de Rua desfilan por las calles a pié o en camión, caldeando el ambiente. Por los barrios de Santa Teresa, Rocha o Tijuca, por las playas de Ipanema, Copacabana o Botafogo y por las calles del Centro, Lagoa y Flamengo, decenas de blocos de curiosos nombres hacen suya la ciudad en un animado desfile. Estas bandas de tambores, silbatos y batucadas organizadas en cada barrio recorren las calles animando el ambiente con su música de percusión seguidos por cientos y a veces miles de entregados seguidores.

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Los desfiles, bailes, blocos, escuelas de samba, calor y diversión se mezclan en una amalgama de locura aquí llamada la “folia”, que recorre toda la ciudad como una ola que lo invade todo. Pero sin duda el espectáculo más grandioso por el que es conocido el Carnaval de Rio es el desfile de las escuelas de samba por el Sambódromo. Esta construcción es como una gigantesca pasarela construida en el Centro de Río, en la Avda. Marqués de Sapucaí. Aquí el primer domingo y lunes de Carnaval desfilan en tres grupos diferentes y regidos por un estricto reglamento las diferentes escuelas. En los ensayos previos se ha establecido claramente el orden de entrada de las alas de participantes, de la batería y de los carros alegóricos para garantizar la espectacularidad y belleza del desfile de los más de 3.000 componentes de cada una de las escuelas. Para todos aquellos interesados existe la posibilidad de desfilar en el Sambódromo siempre que lo prepare con la suficiente antelación.

Aquí se vende al mundo la creatividad, la belleza, la cultura y la organización de la que es capaz el pueblo brasileño. Y todo financiado por las cadenas de televisión, las grandes marcas comerciales y un omnipresente bombardeo publicitario que hace de estos espectaculares desfiles algo fatuo, artificioso y excesivamente encorsetado. Todo está calculado al milímetro y no hay lugar a la improvisación. En los palcos reservados por los ricos y famosos corre el alcohol al igual que en la calle, pero aquí todo son primeras marcas y cenas servidas por catering exclusivos. Los que no se pueden costear una de las caras entradas al recinto se tienen que conformar con vivir la fiesta en la calle, oyendo de lejos el retumbar de la música y tomando tragos de cachaça y caipirinhas explosivas en las aceras.

Herederos de los tradicionales bailes de máscaras europeos, los bailes de Carnaval disfrutan últimamente de un resurgir inesperado cuando se trasladaron desde Leblon a dos grandes locales del Centro, el Scala Rio en la Avda. Trece de Maio, y el Armazen 4 del muelle Mauá en la Zona Portuaria. Aquí bandas muy conocidas animan los bailes con nombres como el Baile do Cordáo, el da Bola Preta, da Mangueira o los Bailes Gays, tan de moda últimamente. Pero sin duda el baile más tradicional de la ciudad y todo un acontecimiento social, es el que se celebra en los salones del lujoso Hotel Copacabana Palace. Otros locales más pequeños, discotecas y hoteles alejados de los típicos circuitos de masas organizan también sus bailes, la mayoría al aire libre, con música de percusión y grupos de samba. Son las llamadas “feijoadas” llamadas así porque este plato es el típico de los Carnavales.

Pero en Río de Janeiro, además de los desfiles en el Sambódromo y de los exclusivos bailes, también existe otro tipo de carnaval y que para mí es el más auténtico: el Carnaval de Rua.

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El «Carnaval de Rua»

Desde hace unos años los cariocas se van alejando de la rigidez y oficialidad marcada por los desfiles de las escuelas en el Sambódromo. Muchos de ellos han decidido acercarse en masa al desenfado y la alegría contagiosa que transmite la música de los blocos, considerada ya la nueva fuerza del Carnaval. La fiesta en la calle se vuelve de nuevo más libre, democrática y cercana a la mayoría de la gente que cada año prefiere disfrutar de estos días siguiendo a los músicos que en más de 400 desfiles hacen vibrar calles, playas y avenidas con su música alegre y festiva. Es el llamado “Carnaval de Rua” y es a este al que me he apuntado pateando calles, recorriendo playas y siguiendo entre multitudes crecientes a grupos, bandas y blocos que arremeten con furia y vigor ensordecedor instrumentos de metal y baterías de percusión subidos a los llamados “carros de son” o tríos eléctricos.

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Oficialmente cada bloco tiene su tema musical al igual que las escuelas de samba, pero en el calor y la animación del momento surgen temas clásicos por todos conocidos que hacen literalmente hervir a los asistentes que corean los temas entre saltos y bailes. Cada año se elabora un programa donde vienen reflejadas por barrios los horarios de las actuaciones de los diferentes blocos, que son por la mañana o por la tarde hasta el anochecer.

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Algunos son tremendamente populares y pueden congregar a miles de personas que cantan, beben y bailan a su alrededor durante horas. Los vendedores de comida, cervezas, caipirinhas y demás cócteles alcohólicos siguen a la multitud como una colorida cohorte y no es extraño que a las 12 del mediodía el ambiente esté más que caldeado. ¡Ay qué peligro tienen esos desconocidos cócteles de los vendedores ambulantes!

El traje oficial para los asistentes consiste en pantalón corto, camiseta y zapatillas o havaianas en combinación con todo tipo de pelucas, abalorios y disfraces de lo más absurdo. El Carnaval de Rua es diversión sana y está ahí para reírse de uno mismo, de los demás y de la vida durante unos días en los que casi todo está permitido. Familias con niños, viejecitos o jóvenes, todos participan de esta fiesta con una alegría contagiosa y comunicativa. Te aseguro que acabarás hablando portugués con una facilidad asombrosa, bailando ritmos desconocidos con el primero que pasa a tu lado y bebiendo lo que no está escrito. Y lo que es más importante: a pesar de la masificación, el alcohol y todas las locuras que se hacen no he visto en estos días ni una mala cara, ni el más mínimo atisbo de violencia.

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Todos los días de esta alocada semana y en todos los barrios de Rio se repite este ritual de los blocos que está desbancando en popularidad al llamado Carnaval oficial. Y es que aquí no hay que gastarse una fortuna en sofisticados disfraces ya que sólo gastas lo que puedes beber. Tampoco hay que seguir las rígidas normas de los desfiles del Sambódromo, y puedes cantar y bailar a tu aire sin ritmos marcados, sin rigideces formales. Hay gente que con unos calzoncillos, unas gafas de colores y una americana se arreglan el disfraz para toda la semana. Y por supuesto, una caipirinha o una cerveza en la mano.

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Durante estos pocos días las calles están abarrotadas de gente que nunca duerme y enlaza el bloco de la mañana con el de la tarde. Y luego con la fiesta por la noche y vuelta a empezar en una borrachera continua de música, bailes y alcohol. El desenfreno se extiende desde las playas hasta el barrio da Lapa y desde aquí sube hasta las calles adoquinadas del barrio de Santa Teresa. Los restaurantes están llenos, los bares están llenos y las calles están llenas de basura y gente sudorosa, pero ni a los cariocas ni a los miles de visitantes les importa. Porque de nuevo la música suena en esos camiones que recorren la ciudad con nombres como la Banda de Ipanema, Simpatía e Quase Amor, Qué Merda e Essa, Escangalha, Xupa Mas Nao Baba o Largo da Mulher mas Nao Largo da Cerveja, que nos hablan de un humor picante, popular e irreverente.

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Desgraciadamente todo tiene su fin y aquí parece tenerlo el miércoles de ceniza. Pero amigos, la fiesta no ha acabado. Todavía queda la traca final del último domingo de carnaval: el Monobloco. Desde las 9 de la mañana cientos de miles de personas abarrotan la Avenida del Presidente Vargas en el centro de Rio de Janeiro para despedir el Carnaval a lo grande. Por fin aparece el enorme camión-escenario del Monobloco y la masa ruge enloquecida por la música y el alcohol. Todos saben que esto se acaba y hay que apurar cada minuto de fiesta.

El gigantesco camión cargado de altavoces recorre lentamente la avenida haciendo que la multitud enloquezca al ritmo de la música. Los inagotables miembros del bloco se turnan para cantar, bailar, saltar y animar a la extasiada multitud vociferante que pide más y más durante horas. Casi no se puede caminar y la masa sudorosa sigue como puede al camión en una confusión de pieles oscuras chorreando sudor y alcohol, embriagadas por la música y la fiesta que parece no acabar nunca. Los vendedores ambulantes hacen su agosto y no paran de vender cervezas, caipirinhas y otras bebidas explosivas

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Es la folia en su expresión más pura, la máxima expresión del Carnaval como fiesta democrática donde la población se siente libre de divertirse olvidándose por unos días de los rígidos condicionantes económicos o sociales. Acaban estas jornadas interminables de locura con una sensación de tristeza, agotamiento y alegría por los momentos vividos, inolvidables, y la promesa de regresar de nuevo a disfrutar de uno de los mayores espectáculos humanos sobre la faz de la Tierra.

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Porque ya no me queda ninguna duda, el Carnaval de Río es algo único que hay que disfrutar a pie de calle bailando, sudando, bebiendo y mezclándose con estos brasileiros y brasileiras que son realmente lo mejor de la fiesta. Ellos son los que mantienen vivo el auténtico espíritu de desenfreno festivo asociado al carnaval. Sólo mezclándote con ellos comprenderás por qué Río de Janeiro se convierte estos días en el epicentro del mejor carnaval del mundo.

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Información práctica:

– Como casi todos los años, los Carnavales de Río de Janeiro se celebran oficialmente entre el 9 y el 17 de febrero. Son las fechas más importantes para los desfiles de las escolas de samba en el Sambódromo.  Los precios de las entradas son de 4 tipos y varían según el día y el lugar donde compres tu asiento, Las más económicas se encuentran en tribuna en las zonas altas entre los sectores 2 y 13.y son un mero asiento en las bancadas de hormigón. Las butacas son asientos numerados que se encuentran en los sectores 12 y 13. Luego están los palcos abiertos de 6 plazas en el sector 10 y los más caros son los camarotes de lujo recomendables para unas 12 personas.

– Mientras tanto en el Carnaval de Rua los Blocos recorrerán las calles de Río desde días antes de que comience la semana grande. Casi todos los recorridos son diurnos o acaban a primeras horas de la noche. Y ten en cuenta que son unos 500. Selecciona los más cercanos a tu hotel o apartamento o los que recorren Ipanema, Copacabana o Santa Teresa. Hay algunos que son realmente muy conocidos y arrastran decenas de miles de seguidores.

– Las entradas a los mejores bailes de carnaval se venden con mucha antelación así que sé previsor.

– La vestimenta es seguramente el aspecto del que menos tendrás que preocuparte a no ser que hayas conseguido entrada en alguno de los bailes o vayas a desfilar en el Sambódromo. Eso sí, con cualquier disfraz disfrutarás mucho más. Te dejo este enlace por si se te ha ocurrido desfilar disfrazado por el Sambódromo dentro de una de las escuelas de samba. Como hay que hacerlo con mucha anticipación quizás te sirva para el Carnaval del año que viene.

– Para tomar las fotografías de este artículo sin llamar mucho la atención dejé la reflex en casa y utilicé una cámara compacta. Dejé el smartphone en casa a buen recaudo por si acaso.

-Ve siempre preparad@ para todo tipo de «encuentros festivos«. Dado el aumento de encuentros sexuales improvisados el Ayuntamiento de Río repartirá gratuitamente durante estos días más de un millón y medio de «camisinhas».

– Las caipirinhas y demás cócteles bizarros que venden en los puestos ambulantes son armas químicas cargadas por el mismísimo diablo. Pásate a la cerveza y evitarás las resacas explosivas. Eso sí, no se te ocurra orinar en cualquier lado porque te puede caer una multa. No te quedará más remedio que utilizar los urinarios públicos que encontrarás siguiendo su intenso «perfume».

– Vivir el Carnaval no es excusa para dejar de visitar las joyas de Río de Janeiro. No te olvides del Cristo del Corcovado, del Pan de Azúcar, del Jardín Botánico o de tomar el sol y relajarte en sus playas. Agradecerás, y mucho, desconectar del frenesí carnavalero. Si tienes la intención de permanecer algún tiempo en Río de Janeiro, desde aquí puedes organizar y reservar todas las actividades que te pueden interesar en la capital carioca y alrededores.

– A pesar del ambiente festivo y de que no he visto ningún tipo de violencia, ten cuidado con tus pertenencias de día y no lleves nada de valor. Pero sobre todo por las noches pon atención donde te metes y si puedes muévete en compañía. En caso de robo o asalto tienes dos opciones: resistirte y que te peguen un tiro o un navajazo, o entregar la cartera y todo lo que te pidan y tener una historia que contar algún día a tus nietecitos. Así de simple.

Además, recuerda que para viajar tranquilo a Brasil vas a necesitar un buen Seguro de Viajes. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDOel seguro de viaje con el que yo viajo. Además contratándolo desde aquí tienes un 5% de descuento.

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– Y lo más importante: disfruta, pásalo en grande, canta, baila, interactúa con la gente y festéjalo sin pensar en el mañana. Quizás nunca tengas la oportunidad de volver a vivir un Carnaval como este.

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