De cala en cala por el este de Mallorca.

Las calas de Mallorca constituyen uno de los mayores atractivos turísticos de la más grande de las islas Baleares. Tanto por su valor paisajístico típicamente mediterráneo como por la calidad de su entorno. Esas calas de arena blanca y aguas de color celeste encajadas entre rocas y acantilados son una auténtica gozada. Y no hay que olvidarse que bajo esas aguas cristalinas se oculta todavía una interesante vida submarina.

Me he propuesto enseñaros algunos de los lugares más atractivos que salpican el levante de la isla de Mallorca. También algunos de sus pueblos, puertos, faros, cuevas y fortines intentando huir de los rincones más trillados. Aunque en Mallorca esto resulta casi imposible.

Esta vez he querido hacer un reportaje fotográfico utilizando mi smartphone. Primero por comodidad y luego por practicidad. Sin embargo, a la hora de pasar las fotos al ordenador, he visto que la calidad y los colores de las imágenes no son lo que hubiera deseado. Son imágenes con las limitaciones propias de la cámara de un teléfono móvil. Y no llegan a reflejar la auténtica belleza de las calas de Mallorca. De todo se aprende: para la próxima me llevaré mi cámara réflex.

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Muchas de las calas de Mallorca tienen un encanto especial. Algunas tienen un acceso complicado que exige caminar a pleno sol por caminos y senderos de tierra. Perderse a veces resulta inevitable. Otras las he descubierto gracias a la práctica del snorkel. En su conjunto conforman un auténtico paraíso para los amantes del mar y del contacto directo con la Naturaleza.

La costa mallorquina está salpicado de hoteles y urbanizaciones turísticas. Pero en muchas partes ha sabido conservar gran parte de la belleza mediterránea de sus paisajes. La mejor forma de hacer este recorrido es fuera de la temporada turística del verano. Mayo y junio, así como septiembre y octubre, son para mí los mejores meses para visitar Mallorca. El trasporte público en la isla funciona muy bien, pero no llega a la mayoría de los lugares que te voy a proponer. Por eso te aconsejo moverte en coche, o mejor todavía, en moto. Y ya no te digo si puedes hacerlo en barco.

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Empezamos por las calas del sur

Antes de adentrarme en el mundo de las calas, quiero empezar por un lugar muy especial: el Faro de Ses Salines y la costa que lo rodea. Estamos en el extremo sur de la costa este mallorquina. Un paisaje árido de roca calcárea, arena, pinares y vegetación arbustiva. Aquí la frontera es el mar azul. Te aconsejo llegar pronto porque aparcar cerca del faro es muy complicado. Desde la valla que lo rodea parte un sendero que gira hacia la izquierda adentrándose por una planicie de rocas y arena.

Mi destino está a un par de kilómetros. La maravillosa, aislada y casi salvaje Playa de Es Caragol. Cuando llegues comprenderás por qué es una recomendación muy especial. Perfecta para añadir a mi colección de playas favoritas. Sencillamente es una playa de arena blanca y aguas cristalinas poco profundas en un entorno virgen. No hay nada más. No hay sombras, ni chiringuitos, ni vigilancia, ni bandera azul…nada. Sólo la playa y este mar Mediterráneo que entra por los ojos y en el que apetece adentrarse y sumergirse. Las rocas costeras del Cabo de Ses Salines son un lugar perfecto para bucear. Aquí podrás empezar a conocer la vida submarina que se esconden entre oquedades, rocas y bosques de posidonias mecidas por las corrientes.

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Cala S´Almunia y Caló des Moro: un entorno natural privilegiado

Playa Es Caragol es todo un descubrimiento difícil de superar por su simple y salvaje belleza. Pero ya que empezamos fuerte vamos a seguir con dos rincones muy mallorquines. Cala S´Almunia y Caló des Moro son lugares con un acceso bastante complicado debido a las restricciones al tráfico de vehículos. Además, durante el verano están muy concurridos.

Caló des Moro se ha hecho muy popular gracias a las fotos colgadas en Instagram que muestran una preciosa cala de aguas celestes ubicada entre altos acantilados.  Mucha gente opina que está entre las mejores calas de Mallorca. Así que si no llegas a primera hora de la mañana no encontrarás donde poner la toalla. Personalmente pienso que hay otras calas igualmente hermosas y menos concurridas. Pero también os digo que el entorno natural de acantilados y pinares donde está enclavada es realmente fantástico. Así que merece la pena el esfuerzo de llegar hasta aquí. Eso sí, no hagas como yo que fui por la tarde y la cala quedaba ya en las sombras. 

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Y ya que estás, date un paseo hasta la pequeña y cercana Cala S´Almunia. El estrecho sendero está señalizado y termina en unas escaleras que te llevan hasta unas casas de pescadores levantadas a la orilla del mar. Esta pequeña cala está rodeada de retorcidas y afiladas rocas. Es un lugar perfecto para meterse en el agua con gafas, tubo y aletas para disfrutar del snorkel.

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Para llegar a ambos lugares tendrás que dejar tu vehículo en el estacionamiento que se encuentra antes de Cala Llombards tras tomar el desvío hacia Carrer de S´Almunia. A partir de aquí te espera una caminata de unos 20 minutos por una estrecha carretera, y luego otros 10 minutos por un sendero que recorre los pinares y roquedales costeros. Por lo tanto, recuerda llevar calzado adecuado si no quieres que tus pies queden para el arrastre.

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Cala Llombards

La siguiente parada nos lleva a Cala Llombards. Lo bueno de esta cala es que llegar y aparcar es muy fácil. La playa es alargada, amplia y tiene un chiringuito para tomarte algo. Pero lo mejor de esta cala es el entorno donde se encuentra. Aquí verás las pequeñas casetas levantadas a ras de agua donde los pescadores guardaban sus barcas y sus aparejos de pesca. A la derecha hay un pequeño camino que te llevará casi hasta mar abierto bordeando la cala. Es el lugar perfecto para bañarte en sus aguas cristalinas de tonalidades celestes. Una maravilla de cala que me encontré casi vacía y que se convirtió en una de mis favoritas de esta parte de la costa mallorquina.

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El mirador de Es Pontás

Si sales nadando de Cala Llombards a mar abierto verás a lo lejos una gran roca que emerge del mar cerca de la costa. Es el arco de Es Pontás. Y para llegar hasta el mirador que se encuentra justo enfrente tendrás que ir en coche hasta la playa de Santanyí. Tras aparcar más adelante, te espera una caminata de unos 10 minutos por un sendero de tierra y rocas apenas señalizado. Cuando llegues al mirador ubicado en un saliente del acantilado, seguro que te quedas con la boca abierta. Un enorme arco de roca se levanta frente a ti con el Mediterráneo y el cielo de fondo. Y verás que no exagero si digo que es uno de los paisajes más escénicos de toda esta costa.

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El puerto de Cala Figuera

Sin duda Cala Figuera es uno de esos rincones que no puedes pasar por alto si recorres este tramo de costa mallorquín. Este pequeño pueblo de pescadores está asentado en las laderas de una cala dividida en dos partes: Calo d´en Busques y Caló d´en Boira.

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Te aconsejo dejar el coche donde puedas y bajar a pie hasta el puerto para recorrerlo a pie. Irás bordeando las calas a ras de agua entre casas de pescadores, redes y nasas, almacenes de aparejos y todo tipo de lanchas, barcas de recreo y de pesca. Sobre todo los tradicionales llaüts mallorquines perfectamente pintados y listos para salir a navegar por la costa cercana. Lo mejor es ver a los vecinos y vecinas salir de sus casas en bañador para meterse directamente en el agua limpia y azulada de la cala. Allí conversan y pasan el rato sintiendo la caricia del sol y el frescor del mar. Son escenas del día a día que bien merecen un viaje.

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En Cala Figuera hay un par de sitios interesantes para comer con vistas al puerto. Pero te voy a recomendar un sitio muy especial que queda en los acantilados para tomar algo al atardecer o venir a cenar: el restaurante Pura Vida Mallorca. Cuando te asomes al Mediterráneo desde alguna de sus mesas comprenderás por qué te lo recomiendo. Por su valor escénico, su paseo a pie por el puerto repleto de barcas y su ambiente relajado, Cala Figuera se convirtió instantáneamente en uno de mis rincones favoritos en la costa mallorquina.

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Las playas de Cala Mondragó y S´Amarador, dos por el precio de una

Aquí os presento un par de clásicos playeros del levante mallorquín. Estas playas de arena blanca y aguas cristalinas rodeadas de una frondosa vegetación están muy próximas. Un sendero al borde del mar comunica la turística Cala Mondragó con la más salvaje S´Amarador. Lo bueno de esto es que en apenas 300 metros tienes una playa con hoteles, tiendas, alquiler de kayaks y restaurantes. Y otra que sólo cuenta con un chiringuito y poco más en un entorno declarado Parque Natural de Mondragó. 

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Llegar es muy fácil. Sólo has de seguir las indicaciones de Google Maps hacia el “parking del parque natural de Mondragó”. Luego tendrás que caminar unos 600 metros hasta la playa de Cala Mondragó. A la derecha de la playa encontrarás el sendero que lleva a S´Amarador. Verás que una vez que llegues hasta aquí y te metas en esas aguas cristalinas poco profundas de fondos arenosos te va a resultar muy difícil poder irte. De lo mejorcito de las calas de Mallorca.

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Cala D´Or, turismo de lujo al alcance de los afortunados

Si lo que buscas es un entorno familiar en una de las primeras y más cuidadas urbanizaciones turísticas de Mallorca, Cala D´Or es tu sitio. Aquí encontrarás algunas de las mejores calas de Mallorca en las que no te faltará de nada. Playas de arena blanca y aguas turquesas, paseos entre pinares, casas de veraneo frente al mar que cuestan una millonada, un estupendo puerto deportivo donde aparcar tu yate… ¿Quieres más?

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Pues date un paseo hasta el castillo de Es Fortí (S.XVIII) para disfrutar del atardecer. O acércate a cenar en alguno de los estupendos restaurantes de la Marina de Cala D´Or. Y para pasar un buen rato tomando el sol y bañándote en esas aguas de anuncio, Cala des Pou y Cala Gran son mis preferidas. Son la imagen de las calas de Mallorca usadas en las campañas turísticas en el extranjero.

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Cala Mitjana, el lugar de veraneo de la familia March

Lo bueno de tener una abultada cuenta bancaria es que puedes disfrutar de una casa enorme frente al mar con embarcadero y helipuerto en un entorno tan maravilloso como el de Cala Mitjana. Si además procedes de una familia de banqueros y te apellidas March, pues la cosa está clara. Si eres de la familia o uno de sus invitados, podrás acceder por carretera hasta la vigilada entrada de la finca. Pero si perteneces al común de los mortales, el acceso a esta calita se complica un poco. Tendrás que dejar el coche en algún lugar que no moleste de la carretera. E ir bordeando el muro de la finca hasta encontrar un sendero que te lleva hasta la cala. Calcula una media hora de caminata y que te vas a perder un par de veces.

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La playita es muy pequeña, pero la cala es preciosa. Es el lugar perfecto para hacer snorkel y descubrir morenas, pulpos, medusas, sepias, peces de colores, peces aguja o estrellas de mar. Sí, porque todavía queda vida submarina en una costa que ha sido mayormente arrasada por la pesca intensiva de bajura. Hoy, más que la pesca, la principal amenaza es la contaminación por plásticos y micro-plásticos que te encuentras flotando en las zonas más tranquilas de las calas. Una auténtica plaga y un desastre ecológico del que no conocemos todavía el alcance real.

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Cala Sa Nau y su chiringuito

Cala Sa Nau se encuentra muy cerca de Cala Mitjana. Afortunadamente llegar hasta aquí y aparcar cerca de la playa no supone ningún problema (excepto en verano). Cala Sa Nau no es muy grande, y no destacaría entre otras calas cercanas si no fuera por su chiringuito levantado en la misma arena. Además de ser una playa que cuenta con tumbonas y sombrillas de paja, en el chiringuito preparan unas caipirinhas de las mejores que he probado nunca. Y además se puede comer o cenar. Eso sí, no te olvides de reservar mesa con antelación. Por cierto ¿os he dicho ya que las caipirinhas están buenísimas?

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Portocolom y su bahía

El pueblo de Portocolom está enclavado en una tranquila y amplia bahía, la más grande de la costa este de Mallorca. Su puerto todavía conserva esa estampa mediterránea del tradicional pueblo de pescadores. Por eso te voy a aconsejar que te des un paseo por su puerto al atardecer. La estampa de sus casas pintadas con colores pastel y los llaüts flotando en las tranquilas aguas del puerto reflejan el encanto marinero de este pueblo. También descubrirás sus cobertizos con rampas al borde del agua para guardar las barcas y las artes de pesca. Esta especie de garajes se llaman aquí escars o barraques, y en Portocolom hay unos 300.

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Además, Portocolom cuenta con un par de playas interesantes. Al sur se encuentra la más grande, la de Cala Marsal con una playa muy frecuentada. Y la que más me gusta, la pequeña playa de S´Arenal. Esta playita ubicada junto a la carretera que lleva al Faro de Portocolom tiene el encanto de lo local. Está casi oculta entre los pinares, ambiente tranquilo y cuenta con un par de chiringuitos. Además de disfrutar del baño en sus aguas limpias y cristalinas, puedes hacer un snorkel muy tranquilo hasta la misma base del faro.

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Por las calas de Mallorca hacia el norte

En este recorrido de sur a norte llegamos a esta zona central del levante mallorquín. Es cierto que esta parte de la costa es menos abrupta y recortada que lo que hemos visto hasta ahora. Y quizás menos interesante desde el punto de vista paisajístico. Hasta que nos acerquemos al norte, donde la costa vuelve a ponerse muy interesante.

Cala Romántica, Cala Mendía y Cala Anguila

Estas 3 calas se encuentran muy cercanas en una zona llamada Cala Mendía ubicada a unos 6 km. al sur del puerto de Manacor. Empiezo por Cala Romántica, vaya nombrecito ¿verdad? En realidad, esta cala está ubicada en el llamado Estany d´en Mas. Y es perfecta para aquellos que no se quieren complicar la vida: fácil aparcamiento, restaurantes con terrazas y estupendas vistas, paseos por los acantilados al borde del mar… Y una gran playa de arena blanca donde poder instalarte a gusto sin apreturas. No es la más bonita, pero sí una de las más prácticas y cómodas si quieres pasar un día completo de playa.

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Muy cerquita de la anterior y casi del mismo estilo se encuentra Cala Mendía. Es otra cala también muy frecuentada, como la cercana Cala Anguila, perfectas para pasar un buen rato en el agua dejándose llevar por el “dolce far niente”. 

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Snorkel en Cala Morlanda

Dejo atrás Portocristo con sus famosas Cuevas del Drach para dirigirme hacia S´Illot-Cala Morlanda. Esta es una zona muy turística con edificios de apartamentos que rodean la cercana playa de Sa Coma. Una de esas playas perfectas con tumbonas, sombrillas y todos los servicios que necesitan los turistas.

Pero yo me voy a parar antes. En la propia Cala Morlanda. Aquí no hay playas, sólo hay rocas y mar. Pero si te gusta el snorkel, este es un lugar muy recomendable y tranquilo para pasar un buen rato metido en el agua. Si prefieres darte una vuelta andando por la superficie descubrirás una especie de piscina natural en un enorme agujero entre las rocas. La costa mallorquina está plagada de lugares como este. Sólo hay que aventurarse a descubrirlos.

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Si te cansas de tanta agua puedes acercarte hasta el cercano Castillo de la Punta de n´Amer. Esta típica torre-fortaleza cuadrada de sólidos muros de piedra formaba parte del sistema de vigilancia contra los piratas berberiscos. Una auténtica pesadilla que asoló las costas mediterráneas insulares y peninsulares hasta bien entrado el S.XVIII. A sus pies se encuentra el bar Es Castell, perfecto para tomar algo o comer con unas buenas vistas hacia la turística playa de Cala Millor.

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Y hablando de gastronomía, en Mallorca hay toda una pléyade de magníficos restaurantes. Si lo que buscas es un lugar muy especial para sorprender a tu pareja, te voy a recomendar algunos. En la Costa del Pins la terraza del restaurante del campo de golf de Son Servera es una maravilla. Otro restaurante con terraza, pero esta vez frente al mar, es la de La Cabaña Bonanza. Ideal para disfrutar de los atardeceres degustando una comida mediterránea con toques modernos.

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Y ya hacia el interior hay un lugar que me encanta: el Porxada de Sa Torre, ubicado junto a la Torre de Canyamel, donde se hacen exposiciones artísticas. Aquí encontrarás menús típicamente mallorquines como su plato estrella: la “porcella”, una lechona asada cocinada con fuego de leña de encina. Hay un menú por 25 euros que incluye un estupendo foie local, la porcella, el postre y todo acompañado con vino mallorquín. Por cierto, no te olvides reservar con antelación.

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Las Cuevas de Artá, una alternativa a las Cuevas del Drach

Volviendo hacia la costa y muy cerca de la playa de Canyamel, se encuentran las famosas Cuevas de Artá. Mallorca cuenta con un buen número de cuevas, muchas submarinas. Las más famosas son las Cuevas del Drach, muy visitadas por su cuidada escenografía y sus paseos en barca por una laguna subterránea. Pero en Mallorca mucha gente opina que las de Artá son mejores. Así que aquí decidí ir a verlas para saber si de verdad merecen una visita.

La estrecha carretera que lleva hasta la entrada de las Cuevas de Artá es un espectáculo de altos acantilados y pinares que caen directamente en el mar. Cuando llegues al estacionamiento verás la enorme oquedad que se abre en la pared de la montaña. Ahí mismo encontrarás la taquilla (15€) desde donde se organizan las visitas guiadas.

Una vez que entres en la cueva descubrirás toda una orgía de estalactitas de retorcidas formas colgando del techo. Y de enormes estalagmitas que se levantan desde el suelo buscando la alta bóveda de la cueva. Adentrarse en el gran Salón de las Columnas es como hacerlo en el interior de una catedral plagada de columnas. Entre ellas sobresale la llamada Reina de las Columnas. Son 25 metros de estalagmita que se levantan hacia lo más alto despertando el asombro de todos los visitantes.

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A partir de aquí la cueva es una sucesión de pasadizos, escaleras, salones con cortinas de piedras y miles de finas estalactitas y estalagmitas de todas las formas imaginables. Los 40 minutos de la visita pasan rápidamente. Y cuando al final del recorrido te asomas a la enorme oquedad con la inmensidad del Mediterráneo justo enfrente, la pregunta permanece ¿Drach o Artá? Sin duda, conocer las dos merece la pena.

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Es Carregador, la vida frente al mar

La costa mallorquina es una sucesión de rincones inolvidables. Y para muestra un botón. Decidí parar en la calita de Es Carregador en la Cala des Tamarells para hacer un poco de snorkel. Y me sorprendió encontrar la típica estampa de la casa pintada de blanco, rodeada de pinos y levantada a unos metros del mar. Aquí es salir por la puerta y adentrarte en esa cala bucólica de aguas tranquilas para nadar y bucear disfrutando de los sencillos placeres de la vida. Si vienes a Mallorca, te animo a encontrar más rincones como este.

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Cala Gat y su vida submarina

Mi siguiente parada está en Cala Gat. Desde su pequeña playa me voy a acercar haciendo snorkel hasta las rocas del solitario Faralló de Cala Gat. Aquí, entre las oquedades de las rocas, descubro morenas, me cruzo con pulpos y nado entre bancos de pequeñas barracudas y multitud de pequeños peces de colores. Es un auténtico alivio descubrir que, a pesar de la contaminación, la sobreexplotación pesquera, la invasión turística y los micro-plásticos, el Mediterráneo sigue vivo en estos rincones poco visitados.

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Paisajes todavía salvajes en el Faro de Capdepera

Ya con los pies en la tierra, me subo al coche para dirigirme al cercano Faro de Capdepera. Aquí los pinos doblados por el viento pueblan los barrancos y acantilados que caen directamente al mar. El contraste del blanco de la roca, el verde de la vegetación y el azul intenso del mar colorean un paisaje típicamente mediterráneo. Un entorno todavía salvaje sobre el que se eleva la solitaria Torre Esbucada a un lado y el Faro de Capdepera al otro. Y de regalo podrás ver a lo lejos, en los días más claros, el perfil de la isla de Menorca.

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Cala Agulla y la fantástica Cala Moltó

Estamos llegando al final de este intenso recorrido de una semana por la costa del levante mallorquín. La playa de Cala Agulla es una de las más conocidas de Capdepera, un pueblo que merece una visita aparte, sobre todo el recinto amurallado de su castillo. La playa de Cala Agulla es la playa perfecta. Amplia, rodeada de pinos que regalan su sombra, de arenas blancas y aguas tranquilas con un bar-restaurante frente al mar. Pero lo mejor está justo al lado.

La verdad es que tras llegar a Cala Agulla apetece quedarse para pasar un estupendo y relajante día de playa. Pero si buscas algo diferente y salvaje en un entorno excepcional, tendrás que caminar un poco. Y venir preparado con bebida y comida, porque aquí no hay nada salvo naturaleza.

Desde el extremo izquierdo de la playa parte un sendero que te lleva a la cercana Cala Moltó. Cuando te asomes desde las rocas a esta cala vas a querer quedarte en este paraíso de aguas trasparentes. Una auténtica maravilla donde lo complicado es encontrar un lugar cómodo entre las rocas y la vegetación. Aquí te cuento un secreto: el mejor lugar se encuentra a la derecha de la cala, en el techo de una de esas casetas de pescadores, protegido del sol por los pinos y con toda la cala frente a ti. Y te aseguro que bañarse en esta cala es de esas cosas que no se pueden olvidar. Una auténtica gozada con mayúsculas. De lo mejorcito de las calas de Mallorca.

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Los grandes fondos arenosos de esta cala son el hogar de pequeños lenguados y rayas. Más adentro hay praderas de posidonia. Y siguiendo las rocas del lado izquierdo hay un auténtico muestrario de la vida submarina que se desarrolla casi a ras de mar. Eso sí, ten cuidado con tu cabeza y las rocas de la superficie. 

Cala Moltó es la guinda del pastel, el final perfecto para este artículo dedicado a disfrutar de las calas de Mallorca. De sus paisajes costeros y sus fondos marinos. Una isla en la que viví durante una buena temporada y cuyos rincones menos conocidos espero seguir dando a conocer.

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