Lhasa Palacio Potala

Lhasa y cómo es viajar hoy al Tíbet, paso a paso.

Lhasa, la “ciudad de los dioses”, no es un lugar cualquiera. Porque Lhasa es mucho más que un destino turístico: es un lugar donde historia, religión, cultura y política se entrelazan de forma inseparable. Visitar Lhasa hoy es acercarse a un mundo extraño y complejo para los occidentales, donde se mezclan la belleza y espiritualidad del antiguo Tíbet con la moderna uniformidad y los controles impuestos por China.

Lhasa Palacio Potala amanecer

Lhasa Palacio Potala anochecer

Monasterio en Lhasa

Viajar a Lhasa, y de paso poder recorrer parte de Tíbet, es un privilegio. Una experiencia que mezcla paisajes inmensos, monasterios milenarios y la religiosidad más intensa que uno pueda imaginar. Pero también es un viaje complejo: las restricciones para entrar al Tíbet, la necesidad de permisos especiales y la obligación de viajar con una agencia autorizada, hacen que una estudiada  planificación sea esencial.

Pero todos los obstáculos y las pegas se desvanecen cuando te encuentras frente a la inmensa mole del Palacio de Potala iluminándose al atardecer. Este es uno de esos lugares del mundo que despiertan algo profundo en tu interior y que te hace sentir una persona muy afortunada. Desde luego es un privilegio poder estar aquí

En esta guía te contaré cómo es viajar a Lhasa hoy, qué es lo que no te puedes perder, qué sentirás allí, cómo prepararte para la altitud y qué requisitos debes cumplir para poder pisar el corazón espiritual del Tíbet. Por cierto, la mejor forma de llegar a Lhasa es en avión, aunque también se puede llegar en tren tras un laaaaargo viaje. Desde Chengdu, Xi’an o Beijing hay vuelos diarios a Lhasa. En mi caso volé desde Katmandú, en Nepal, aunque las frecuencias no son diarias y las tarifas son mucho más caras.

Jokhang Lhasa

sala de oraciones

Lhasa hoy: entre la espiritualidad y la modernidad china

Cuando uno aterriza en Lhasa, a más de 3.650 metros de altitud, lo primero que siente es el aire del Himalaya: seco, frío, puro y ligero. Lo segundo, una mezcla de asombro y cierta decepción. Asombro por lo que ves mientras recorres el centro de la ciudad camino al hotel. Decepción porque Lhasa es una ciudad moderna del S. XXI muy alejada de la visión idealizada que podemos tener muchos occidentales.

Lhasa, capital de la Región Autónoma del Tíbet, ha cambiado mucho en las últimas décadas. Las calles tradicionales del casco antiguo, muy renovadas, conviven con avenidas modernas, hoteles nuevos, trenes de alta velocidad y una fuerte presencia del gobierno chino. Algo que se hace evidente a cada paso que das. Y como a efectos formales estás en China, aquí todo funciona como en el resto del país. Es decir, trasportes, formas de pago, etc. Antes de viajar, te recomiendo que leas mi artículo sobre: China: todo lo que tienes que saber antes de viajar (y alucinar allí)

El control político y las medidas de seguridad son visibles: cámaras, controles de pasaporte, presencia policial en zonas religiosas. Es el precio que hay que pagar para visitar uno de los lugares más vigilados del planeta. Aun así, la esencia tibetana sigue viva. Los peregrinos que giran en torno al templo Jokhang con sus ruedas de oración, las voces de los monjes debatiendo en los patios de Sera, las banderas de plegarias ondeando frente al Palacio Potala… Todo eso continúa siendo el alma de Lhasa.

monjes budistas

Porque la fe y el alma de los tibetanos no se ha extinguido, solo ha aprendido a sobrevivir. Como me dijo un tibetano, los tiempos cambian y hay que adaptarse. Porque China, que invadió el Tíbet entre 1950 y 1951, vino para quedarse. El Tíbet ya había sido controlado por los mogoles en el S.XIII, y por los chinos en el S.XVIII. Durante el breve protectorado británico a comienzos del S.XX, los ingleses ceden la soberanía del Tíbet a China. Pero tras la Revolución china de 1911, los tibetanos, de acuerdo con los británicos, se declaran región autónoma de China, algo que los chinos nunca aceptaron.

Hasta que en 1950 Mao decide ocupar militarmente el Tíbet con las consecuencias que todos conocemos: revueltas, hambrunas, represión, además de miles de muertos y exiliados. Hoy el control religioso, y la elección del próximo Dalai Lama, sigue siendo uno de los puntos de fricción más importantes entre el gobierno chino y la comunidad tibetana en el exilio. Una situación que parece estancada y en la que China, que controla ferreamente toda disidencia dentro de Tíbet, parece que tiene las de ganar.

El sentimiento religioso tibetano: una fe que se vive y se siente

Más allá de los monumentos, lo que realmente atrapa de Lhasa es ese ambiente espiritual que se percibe sobre todo en el barrio de Barkhor, el antiguo centro histórico y religioso de Lhasa. Todavía recuerdo el asombro que sentí al ver a tantos peregrinos haciendo sus postraciones a lo largo de la kora, el camino procesional que rodea el Templo de Jokhang. Muchos llegan hasta aquí tras recorrer grandes distancias vestidos con sus ropajes tradicionales, sus rosarios al cuello y sus molinillos de oración en las manos.

barrio de Jokhang en Lhasa

Si algo quedó claro desde mi llegada es que la religión budista en Tíbet es omnipresente, y sigue uniendo lo cotidiano y lo sagrado. La religiosidad del pueblo tibetano lo impregna absolutamente todo. No es solo una cuestión de templos o rituales; es un modo de entender la vida. Los tibetanos llevan su religión en cada gesto y es parte de su paisaje diario: las ruedas de oración alrededor de los templos, los mani, las estupas en los caminos, los chorten, las banderas de oración, el repicar de las campanas, los rezos, el olor a incienso, etc. Aquí todo está impregnado de simbolismo.

Los tibetanos rezan mientras caminan, trabajan o descansan. Y en los templos, los monjes y monjas siguen sus rutinas diarias de oración, rituales, enseñanzas y debates filosóficos e intelectuales. El budismo tibetano, especialmente la escuela Gelug, domina la vida espiritual de Lhasa. Los monjes y monjas siguen siendo figuras respetadas, y monasterios como el de Drepung, Sera y Ganden son reputados centros de estudio, oración y meditación. Si hay algo que define al Tíbet, es esta fe profunda que sobrevive a todo.

retrato monje budista en Lhasa

Toda esta religiosidad contrasta con la modernidad impuesta por el gobierno chino en Lhasa. Las modernas edificaciones, las tiendas, el intenso tráfico, los cafés, el despliegue de luces decorativas al anochecer y los turistas, sobre todo chinos, te harán creer que estás en cualquier ciudad china. Sí, es decepcionante para el que se sigue aferrando a la idea de ese Tíbet remoto, ancestral y espiritual. Pero esta mezcla es parte de los contrastes que te vas a encontrar en la Lhasa de hoy. Sí, no queda otra que aceptar que…los tiempos cambian.

tibetanos en Jokhang

Por otra parte, te confirmo que las restricciones impuestas por el gobierno chino a los extranjeros se notan. Son las autoridades las que dicen lo que puedes visitar, cuándo puedes hacerlo, qué fotos puedes hacer, qué información histórica sobre ciertas épocas sensibles vas a recibir, etc. Para acceder a la zona que rodea el Palacio de Potala o al barrio de Barkhor, tendrás que pasar controles policiales, con verificaciones del pasaporte, cámaras, etc.

La buena noticia es que puedes recorrer estas zonas sin guía oficial que te acompañe. En los 4 días que estuve en Lhasa no tuve problemas para fotografiar o moverme por mi cuenta (siempre con mi pasaporte “grapado en la frente”) por los lugares más turísticos, sabiendo que cientos de cámaras me controlaban, claro. A mi y a todo tibetano con el que quería conversar en la calle, en los monasterios o en algún restaurante. A lo que hay que sumar los problemas idiomáticos, ya que la gran mayoría sólo habla tibetano y chino. Por todo esto es normal que los tibetanos se muestren reservados.

mujer tibetana retrato

Qué ver en Lhasa: los lugares imprescindibles que te harán sentir que estás en un lugar muy especial

Visitar Lhasa no es solo ver templos, monumentos y monasterios, sino sentirlos. Cada lugar tiene su ritmo, su historia milenaria y su propia carga espiritual. Y como no puede ser de otra manera, tengo que comenzar por el símbolo icónico religioso y político por excelencia del Tíbet:

El Palacio Potala

El Palacio Potala es el símbolo absoluto del Tíbet. Su imponente silueta blanca y roja domina Lhasa desde las alturas de la colina Marpo Ri. Sus dimensiones son abrumadoras: 400 m. de largo por 350 de ancho. Además de sus más de 1200 habitaciones, salas, templos, oficinas y estancias. Su impresionante arquitectura, su simbolismo y su mezcla de poder político y espiritual, esconden historias seculares de realeza, conquistas y exilio. Durante siglos fue la residencia de invierno de los Dalai Lamas, y hoy es Patrimonio de la Humanidad.

palacio de potala hasa

Las mejores vistas del Palacio Potala las vas a conseguir desde la gran plaza que se encuentra a sus pies, y desde el mirador de la “montaña Yaowang”, situada en uno de los laterales de la misma plaza. Sí, el Palacio Potala es impresionante lo mires como lo mires. Pero cuando se ilumina al atardecer es todavía más hipnótico. Tanto, que es casi imposible apartar la vista de sus murallas blancas y del Palacio Rojo que se alza en lo más alto de la imponete edificación.

Lhasa Palacio de Potala al atardecer

ventanas del Palacio de Potala al atardecer

Si verlo desde la distancia es todo un privilegio, no te digo nada de lo que supone acceder a su interior. Esta es una de esas visitas que tienes que hacer con guía de forma organizada, así que prevé tu visita con la suficiente antelación. Porque, como extranjero, no vas a poder comprar las entradas ni visitar el Palacio Potala por tu cuenta.

Tras pasar los controles de acceso, accederás al gran jardín interior que rodea el palacio. Desde aquí, a los pies de las imponentes murallas del llamado Palacio Blanco, es más fácil darse cuenta de las dimensiones de esta edificación que se empezó a construir en el S.VII. Pero que no alcanzó sus dimensiones actuales hasta la gran ampliación que se culminó a finales del S.XVII.

Lhasa Palacio de Potala hora azul

Y sí, te confirmo que la única forma de llegar a lo más alto es subiendo unos interminables tramos de escaleras. Así que, tómatelo con calma porque estás a más de 3.700 m. y se nota. Verás a muchos turistas chinos con gesto desencajado aferrados a botellas de oxígeno y medio asfixiados desparramados por los tramos de escaleras.

Aprovechad para descansar, recuperar el resuello y admirar las estupendas vistas del valle y de la ciudad a vuestros pies. Por cierto, intentad visitar el Palacio Potala lo más pronto posible para evitar las avalanchas de turistas chinos que lo invaden todo a partir de las 10-11 de la mañana.

Lhasa Palacio de Potala escalinatas

Una vez arriba, en la plaza que se abre ante el Palacio Rojo, sólo hay que seguir el recorrido marcado. Está totalmente prohibido tomar fotos, y es una pena. Porque si el exterior del Palacio Potala es sobrecogedor, su interior es de una riqueza decorativa difícil de imaginar y de describir.

Lhasa Palacio Rojo de Potala

Tened en cuenta que Potala es una mezcla de palacio real, residencia de gobierno con sus oficinas administrativas, museo, templos y salas de oración. Todas las estancias están decoradas al estilo tibetano, es decir, sin dejar ni un espacio sin pinturas, ornamentos, estupas doradas, telas multicolores, tumbas de los Dalai Lamas recubiertas de joyas, grabados, ofrendas, esculturas, santuarios, repisas, muebles, armarios…Y todo esto, a su vez, ricamente decorado. Es una especie de “horror vacui” que ya había descubierto en los monasterios budistas de Ladakh, en el norte de la India. Y que también vi en los templos y monasterios budistas que visité más adelante en este viaje por el Tíbet.

Por cierto, no dejes de visitar el museo del Palacio Potala que se encuentra poco después de la entrada. Cuenta con una interesante colección de arte y trajes tradicionales realmente increíbles.

Templo Jokhang y circuito de Barkhor

El templo de Jokhang es el corazón espiritual del Tíbet, el templo más sagrado para los tibetanos. En su interior se guarda una de las imágenes más veneradas de Buda, el Jowo Shakyamuni. Aquí sentirás el pulso religioso del Tíbet, el olor a incienso, las velas ardiendo sobre la grasa de yak que ofrecen los devotos, el murmullo de plegarias, las ruedas de oración girando sin cesar. Pocos lugares en el mundo transmiten una devoción tan viva.

Barkhor Lhasa

A su alrededor se extiende el circuito de Barkhor en el centro histórico de Lhasa. Una calle circular donde los peregrinos realizan la kora, el camino ceremonial por el que los devotos caminan siempre en el sentido de las agujas del reloj con el molinillo de oración en la mano. Algunos peregrinos han recorrido cientos de kilómetros realizando postraciones cada pocos pasos, golpeando el suelo con las palmas, el pecho y la frente. Lo hacen con una devoción y una fuerza interior difícil de describir.

Barkhor Lhasa ruedas de oracion

Barkhor Lhasa postraciones

En el interior de Jokhang está prohibido fotografiar, y es una pena porque es una auténtica maravilla ya que está profusamente decorado con pinturas y esculturas originales con más de 1000 años de antigüedad. El templo fue construido por el rey Songtsen Gampo a mediados del S.VII y, para visitarlo, también has de venir con el guía proporcionado por la agencia de viajes oficial que hayas contratado. Además de recorrer las estancias ricamente decoradas de Jokhang, con un poco de suerte podrás ver a los monjes debatiendo en uno de los patios centrales del templo.

templo de Jokhang Lhasa

interior templo de Jokhang Lhasa

puerta templo de Jokhang Lhasa

patio del templo de Jokhang Lhasa

debate templo de Jokhang Lhasa

Te aconsejo caminar por Barkhor al amanecer o al atardecer, ya que te permitirá disfutar de una luz casi mágica. Son momentos en los que el fervor religioso se siente más intenso. Además, por sus callejuelas encontrarás algunos restaurantes tibetanos tradicionales donde probar el te con mantequilla de yak (a mí no me gustó nada), la thukpa, una sopa de verduras y fideos, platos de cordero o pollo, o los omnipresentes momos (los dim sum chinos).

Monasterios de Drepung y Sera

Estas dos grandes instituciones monásticas son las más importantes de la escuela Gelug y se encuentran a pocos kilómetros del centro de Lhasa. Drepung fue uno de los monasterios más grandes del mundo, ya que en su momento de mayor esplendor albergaba miles de monjes. Su nombre significa “montón de arroz” y simboliza la abundancia espiritual.

monasterio de Drepung Lhasa

Buda monasterio de Drepung Lhasa

monasterio de Sera Lhasa

monasterio de Sera Lhasa

El monasterio de Sera es más pequeño, pero es famoso por sus debates monásticos, una tradición diaria donde los monjes discuten cuestiones filosóficas y religiosas mediante gestos, aplausos y argumentaciones apasionadas.

Mi visita a ambos monasterios coincidió con los días en los que los monjes más jóvenes realizaban sus exámenes anuales. Los exámenes reúnen a todos los monjes del monasterio en una gran sala interior, o en un patio cubierto para la ocasión. Es un espectáculo ver a centenares de monjes sentados siguiendo los acalorados argumentos y explicaciones del alumno que se examina ante el tribunal bajo la atenta mirada de monjes y visitantes.

examen monasterio de Drepung Lhasa

monjes monasterio de Drepung Lhasa

monjes monasterio de Drepung Lhasa

Tanto en Deprung como en Sera vais a pasar varias horas subiendo y bajando escaleras, recorriendo sus salas de oración, sus estancias, sus templos y hasta sus antiguas cocinas donde se preparaba comida para miles de monjes.

monasterio de Sera Lhasa

Buda monasterio de Sera Lhasa

Viajar a Lhasa hoy: requisitos, agencias y experiencias que te acercan al corazón del Tíbet

Viajar a Lhasa no es tan sencillo como reservar un vuelo y hacer la maleta. El Tíbet es una región con acceso restringido para extranjeros, y se necesita cumplir una serie de requisitos y permisos que has de tener muy en cuenta. Que te quede claro: No puedes viajar a Tíbet por tu cuenta. Asi que, aquí va la información que necesitas:

  1. Visado para China

Desde que China decidió abrir el país a los visitantes extranjeros, hay una lista de países excluidos de la tramitación del visado para viajar a China si tu estancia no supera los 15 días (España entre ellos). Si tu país no está incluido en esa lista, para entrar al Tíbet necesitas obtener  una visa china. Este visado se solicita en la embajada o consulado de China en tu país y es obligatorio incluso si tu destino final es solo el Tíbet.

monasterio de Drepung Lhasa Tibet

  1. Permiso de entrada al Tíbet (Tibet Travel Permit)

Este es el documento clave. Sin él, no podrás abordar un avión o tren hacia Lhasa.

  1. Solo lo puede gestionar una agencia de viajes china autorizada.
  2. El permiso se emite en Lhasa y luego se envía escaneado o de forma física a la agencia que te lo gestiona.
  3. Es necesario mostrarlo al embarcar y al llegar al aeropuerto o estación de tren.
  4. Este permiso es obligatorio para TODOS los extranjeros que quieran entrar en la Región Autónoma del Tíbet.
  5. No lo puedes tramitar tú directamente ante las autoridades del Tíbet: solo a través de una agencia de viajes autorizada por las autoridades tibetanas. Aquí te dejo un listado de algunas:

Tibet Vision Tour
Empresa local en Lhasa, especializada en tours privados y en grupo, con experiencia en gestionar permisos para el Tíbet. tibettour.com

TravelChinaTibet.com (TCT)
Tienen oficinas en el Tíbet y en China continental, ofrecen itinerarios personalizados y asistencia con permisos de viaje al Tíbet. travelchinatibet.com

Visit Tibet (VisitTibet.com)
Agencia en Lhasa que se presenta como experta en tramitar el Tibet Travel Permit, con varios itinerarios y atención al cliente para extranjeros. visittibet.com

Tibet Tashi Delek International Travel & Tours
Con base en Lhasa, con conexiones a ciudades como Chengdu, Beijing, etc., y reconocida por el Tibet Tourism Bureau como agencia operativa para viajes dentro de la Región Autónoma del Tíbet. Tibet Kailash Tour: Tashi Delek

Tibet Vista
Agencia local tibetana con oficinas en Lhasa, Chengdu y otras ciudades, acreditada para gestionar permisos de viaje al Tíbet. tibettravel.org

Trips to Tibet (Tibet Holiday International Travel)
Agencia con sede en Lhasa operada por tibetanos locales. Gestionan tours, trekking, permisos, etc. tripstotibet.com

Tibet Shanzhiling Travel Agency Co., Ltd
Ofrece tours personalizados, itinerarios en grupo, incluyendo trayectos a lugares sagrados. en.shanzhilingtour.com

  1. Permisos adicionales

Si planeas visitar lugares fuera de Lhasa (como Shigatse, Gyantse o el Campo Base del Everest), necesitarás permisos extra, como el Alien Travel Permit (ATP) y, en algunos casos, permisos militares. Todo esto lo tramita tu agencia, pero conviene confirmar tus solicitudes con suficiente  antelación.

  1. Obligación de usar una agencia y guía local

En muchas partes del Tíbet no podrás “moverte libremente” como turista independiente. Como ya he dicho, los extranjeros deben contratar una agencia de viajes autorizada por el gobierno tibetano/chino que gestione los permisos, la logística, el transporte, etc.

Esa agencia también proveerá un guía que usualmente debe ser chino o un tibetano autorizado por las autoridades locales. Yo tuve la suerte de que me acompañara un guía tibetano, algo que resultó crucial para enterarme de parte de la realidad tibetana actual. El guía te acompañará en todo el recorrido, transporte, entrada a monasterios, etc.

El itinerario suele estar fijado de antemano, así como los tiempos de entrada a templos, monumentos o monasterios, y los traslados también. Tampoco se permiten cambios de última hora ni exploraciones por cuenta propia fuera de lo establecido. Pero como ya he dicho, en ciudades como Lhasa o Shigatse (la segunda ciudad más importante de Tíbet) pude caminar libremente sin la necesidad de ir acompañado del guía.

retrato mujer tibetana de Lhasa

Hay períodos religiosos o festividades durante los cuales las autoridades pueden limitar el acceso. Puede que no puedas entrar a ciertos pueblos, rutas de peregrinación o monasterios sin permiso especial. Por otra parte, si piensas visitar la zona turística ubicada a los pies del Everest, deberás solicitar uno de esos permisos especiales. Además, cada año durante febrero y marzo, el Tíbet suele cerrarse al turismo extranjero.

Por último, acostúmbrate a seguir las normas en ciudades, templos y monasterios, así como a los continuos controles de pasaporte, permisos y documentación. También a los controles fotográficos de la policía. Sí, te toman fotografías en la furgoneta de trasporte, o donde les parezca bien para compararlas con tu documentación. Además te aconsejo no hablar de política o del Dalai Lama (no puedes entrar a Tibet con imágenes suyas en el equipaje).Cuando intenté sacar alguno de los temas “delicados” las respuestas fueron siempre evasivas.

  1. Mejor época para viajar al Tíbet

La mejor temporada para visitar Lhasa, y en general Tíbet, es de abril a octubre, cuando el clima es más estable y las carreteras de montaña están abiertas. Evita febrero y marzo por los cierres anuales a extranjeros y también los 10 primeros días de octubre, por las vacaciones anuales chinas que llenan Tíbet de turistas chinos.

Reflexión final: lo que Lhasa deja en el alma

Viajar a Lhasa y, por extensión, al Tíbet no es un viaje cómodo ni fácil ya que exige planificación, respeto, adaptación y apertura de mente. Pero también te recompensa con algo que pocos lugares ofrecen: una conexión profunda con lo espiritual y lo humano, además de un baño de realidad acerca de la situación actual del Tíbet.

Visitar Lhasa es una de esas experiencias que te obligan a reflexionar. No solo por sus paisajes, sus monumentos o por su espiritualidad, sino por todo lo que representa: el descubrimiento de un pueblo con fe muy arraigada y una cultura única, con una historia conflictiva y con unos desafíos muy presentes.

Para viajar aquí has de venir con la mente abierta, sin expectativas románticas de tiempos pasados, con paciencia y con respeto. Salir de Lhasa es dejar atrás un mundo suspendido entre el cielo y la tierra, entre la fe y la política, entre el pasado y el presente. Por eso regresarás a tu casa con memorias imborrables como la de ver atardecer sobre el Palacio Potala, imagen que por sí sola justifica el viaje. Aunque tampoco olvidarás el humo del incienso en el templo de Jokhang, las discusiones filosóficas de los monjes, el murmullo de las plegarias o el arrastrar de las postraciones de los fieles. Tampoco, como en muchos lugares del mundo, el calor humano de la gente que te sonríe porque sí. Porque el idioma de la sonrisa es universal.

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