
Meteora y sus paisajes de ensueño.
Meteora, en el corazón de Grecia, es uno de esos lugares que parecen salidos directamente de un sueño. Sus enormes pilares de piedra, coronados por antiguos monasterios que desafían la gravedad, te harán sentir como si estuvieras en un capítulo de Juego de Tronos.
En la primera parte de este viaje por carretera, y tras pasar unos días en Atenas, llegué a Meteora pasando por Delfos. En esta segunda parte de mi ruta por la Grecia continental te llevaré a los monasterios y los miradores más espectaculares de Meteora para que disfrutes al máximo de esta maravilla natural y artística. Y después, desde Meteora volveré hacia el sur para cruzar el Canal de Corinto, y llegar a la pequeña ciudad de Nauplia. Todo un descubrimiento a orillas del mar, y la base de operaciones perfecta para visitar la mítica ciudad de Micenas y el Teatro de Epidauro. Y de paso, disfrutar de la playa y del mar Egeo.
Para mi estaba claro que la mejor forma, y la más práctica, de recorrer la Grecia continental es en coche. Así que, tras pasar unos días en Atenas, alquilé un coche tras comparar precios y ofertas en DiscoverCars.com. Un portal comparativo en el que podrás elegir entre numerosas empresas de alquiler de autos con precios para todo tipo de bolsillos. Y muy buenas ofertas.
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Meteora, el lugar que hará que todos te pregunten ‘¿Dónde está eso?’
Ascender por la carretera que va de la pequeña ciudad de Kalambaka hacia los monasterios de Meteora es un ejercicio de conducción. Y no precisamente por las curvas de la carretera. Es que las vistas son tan increíbles que vas a querer parar cada pocos metros. Afortunadamente hay muchos miradores donde detenerse y bajar del coche para asomarte a estos paisajes declarados Patrimonio de la Humanidad.
Estar aquí te hace sentir un privilegiado. Incluso en días lluviosos, grises y con los cielos cubiertos de nubes como los que me tocaron. A lo largo de mi vida he visto muchos paisajes maravillosos, pero estos de Meteora saltaron directamente a los primeros puestos de mi ranking personal de “paisajazos del mundo”.
Guía para visitar Meteora en 2 días: monasterios, miradores desde las alturas
La mejor base de operaciones para recorrer toda esta zona es la pequeña ciudad de Kalambaka, o la vecina y más pequeña de Kastraki. Aquí encontraréis una oferta hotelera para todos los gustos, además de buenos restaurantes para disfrutar de la gastronomía griega.
TIP.- La carretera que lleva a los monasterios de Meteora es circular. Puedes subir desde Kalambaka y bajar por Kastraki, o viceversa.
Día 1: De «peregrinación» por los monasterios de Meteora
Antes de lanzarse a visitar los monasterios de Meteora, hay que tener en cuenta varias cosas.
1.- Cada monasterio tiene sus horarios de apertura, además de días concretos de cierre. Si viajas entre miércoles y domingo, los encontrarás todos abiertos.
2.- En su momento de máximo esplendor, Meteora contaba con 24 monasterios. Hoy quedan 6 visitables y algunos más que no están abiertos al público y permanecen casi secretos. Como el de San Antonio, oculto tras un bosque y encastrado en la base de una montaña.
3.- Entre abril y octubre vas a encontrar auténticas procesiones de turistas que convierten las visitas de los monasterios en claustrofóbicas. Sobre todo, cuando intentas entrar en sus pequeñas iglesias y capillas repletas de arte y pinturas de hace 5 siglos. Intenta visitarlos a primera hora cuando abren, o un poco antes del cierre.
4.- Hay que pagar por entrar. En 2025 el coste de la entrada en cada monasterio era de 5 euros.
5.- Yo decidí visitar los 6 monasterios, y en cada uno descubrí algún atractivo. Ya fuera su acceso, las vistas desde sus balconadas o las recargadas pinturas ortodoxas de sus iglesias. Evidentemente hay unos más impresionantes que otros, pero visité cada uno abierto a la sorpresa y el descubrimiento.
6.- En todos está prohibido fotografiar en el interior de sus iglesias y museos
7.- Antiguamente se accedía a los monasterios a través de escaleras desmontables (algunas son todavía visibles), para quedar totalmente aislados y protegidos. Hoy existen rampas y pronunciadas escalinatas, así como modernos montacargas. Pero en algunos monasterios todavía son visibles los sistemas manuales con los que se subían las mercancías, y también a los curas (algunos dentro de una red).
8.- No se puede acceder a los monasterios en pantalón corto, falda corta ni camiseta de tirantes.
El Gran Meteoro
Este es el más grande y antiguo de los seis monasterios activos en la zona. Fundado en lo alto de una montaña de 600 m. en el siglo XIV por San Atanasio, este monasterio fue una auténtica fortaleza espiritual. Fue construida para resistir no solo el paso del tiempo sino también las invasiones otomanas. Para llegar tendrás que subir una buena cantidad de escalones, pero cada paso vale la pena.
Su museo es muy curioso, con manuscritos antiguos, iconos y diversos objetos religiosos. Pero su lugar más reseñable es la pequeña Iglesia de la Transfiguración (1438), cuyas paredes, techo y cúpula están cubiertas con frescos de estilo ortodoxo.
TIP.- Intenta visitarlo a primera hora antes de que lleguen las excursiones organizadas.
El monasterio de Varlaam
El Monasterio de Varlaam se encuentra justo al lado, y es otro de los que no puedes perderte. Con su colección de reliquias y frescos, es perfecto para los amantes del arte bizantino. Su iglesia, totalmente decorada, cuenta con los que, quizás, sean los mejores iconos y frescos de estos monasterios.
Además, desde aquí tienes unas vistas espectaculares del valle y de otros monasterios encaramados en las rocas cercanas. Realmente su ubicación, literalmente construido al borde de un acantilado, es de las que te dejan impresionado. No me extraña que aquí se usara hasta hace poco el sistema de redes y poleas con el que se subía (y bajaba) a los monjes.
Después de tanto subir y bajar escalones, te mereces un descanso. El pequeño pueblo de Kastraki, al pie de las montañas de Meteora, es el lugar ideal para recuperar fuerzas. Busca alguna de las tabernas familiares del pueblo (mejor si tienen parrilla) y prueba una moussaka o un plato de cordero asado en alguno de estos restaurantes.
El monasterio de San Esteban (Agios Stefanos)
Ya por la tarde, y antes de que cierre, ve al pequeño Monasterio de San Esteban. A diferencia de los otros monasterios, San Esteban es más accesible, con un puente en lugar de escaleras empinadas. Es el único monasterio habitado por monjas y su interior es particularmente sereno, con jardines bien cuidados y vistas al valle de Tesalia. Si no puedes visitar todos los monasterios, este es el que tienes que elegir.
Los famosos atardeceres de Meteora… cuando los hay
Para terminar el día, dirígete a alguno de los miradores que encontrarás en la carretera. Meteora es famoso entre los fotógrafos por sus increíbles vistas al atardecer, con las sombras alargándose y los monasterios iluminados por la luz dorada. Algo de lo que yo no pude disfrutar. Durante los 3 días que estuve en Meteora lució un sol maravilloso a mediodía. Pero en cuanto llegaban las 6 de la tarde, los cielos se cubrían de nubes grises y sólo pude ver atardeceres con los cielos grises o blanquecinos. Como todo en la Naturaleza, es cuestión de suerte.
Por la noche te aconsejo cenar en Kalambaka, para una cena relajada. En el «Meteoron Panorama» podrás probar platos tradicionales griegos mientras disfrutas de vistas nocturnas de las rocas desde su terraza. En el centro del pueblo me gustó el restaurante familiar Meteora, un clásico de esta pequeña ciudad. Y también el Ambrosía, de estilo más moderno, pero con una muy buena cocina.
Día 2: ¿Merece la pena madrugar en Meteora?
Dicen que madrugar vale la pena cuando estás en Meteora. Pero, sinceramente, basta con estudiar la posición del sol para saber que el amanecer no es el mejor momento para fotografiar. Los monasterios y gran parte de las formaciones rocosas permanecen en la sombra hasta que el sol se eleva por encima. Si además te tocan mañanas con cielos cubiertos como fue mi caso pues, la verdad, se está mejor en la cama. Pero si te gusta madrugar, te animo a que me cuentes tu experiencia y decirme si estoy equivocado.
Si de todas formas has madrugado, te voy a recomendar una iglesia a la que nadie va y que me pareció la más espectacular de las que he visto en Meteora. Y, sorprendentemente, es la iglesia bizantina del S.XI de Kalambaka. Sí, 3 siglos más antigua que las de los monasterios y con unos frescos originales conservados en un perfecto estado de conservación. Además, cuando esta pequeña iglesia abre a las 8 de la mañana, no hay nadie así que la podrás visitar en solitario.
El monasterio de la Santísima Trinidad (Agia Triada)
Si te gusta caminar, te puedes aventurar a subir a pie hasta el Monasterio de la Santísima Trinidad. El punto de partida de la ruta está aquí mismo, junto a la iglesia de Kalambaka, así que aprovecha. El ascenso entre los bosques que cubren las bases de los promontorios rocosos es perfecto para una caminata que pondrá a prueba tus piernas. Este monasterio es uno de los más aislados y difíciles de alcanzar, pero las vistas desde lo alto de sus terrazas son inigualables.
Quizás sea el Monasterio más fotogénico de Meteora ya que está construido sobre lo más alto de un promontorio rocoso que parece flotar en el aire con sus paredes totalmente verticales. Si quieres visitarlo por dentro, tendrás que subir unas pronunciadas escalinatas, pero las vistas desde sus terrazas ajardinadas son de las que se te quedan grabadas en la memoria. Por un lado, las rocas de Meteora con sus monasterios. Del otro, la vista abierta hacia el valle con Kalambaka a tus pies. No me extraña que algunas escenas de la serie Juego de Tronos se grabaran aquí.
El monasterio de Roussanou
Si todavía no has caído bajo los efectos de una sobredosis de arte religioso ortodoxo, te puedes adentrar en el Monasterio de Roussanou. Aunque es de los más pequeños y está ubicado en una roca más baja, es un lugar con un encanto especial al estar rodeado de impresionantes paredes verticales.
Además, está decorado con una interesante colección de frescos y transmite una sensación de paz de la que carecen otros monasterios. Quizás porque sea un monasterio de monjas que se dedican a se dedican a la oración y a la elaboración de algunos objetos religiosos para su venta. Por cierto, todos los monasterios cuentan con una tienda donde comprar todo tipo de souvenirs, religiosos, por supuesto.
A mediodía puedes regresar a Kastraki o Kalambaka para reponer fuerzas. Prueba algunos platos locales como el tzatziki, la taramosalata, un delicioso saganaki de queso feta, el pastitsio (una especie de lasaña a la griega), o un plato de ensalada griega fresca con queso feta. En Grecia la gastronomía es tan buena (y tan calórica) que puedes plantearte comprar unos pantalones elásticos antes de venir de viaje.
Por la tarde, si aún tienes energía, puedes explorar las pequeñas cuevas y senderos alrededor de las formaciones rocosas, para descubrir lugares casi ocultos. Como el monasterio de San Antonio, a los pies de una roca repleta de cavidades a varios metros de altura donde antiguamente los monjes se retiraban para aislarse del mundanal ruido por unos días en plan eremita. Como si no estuvieran ya bastante aislados.
El monasterio de San Nicolás (Agios Nikolaos)
El monasterio de San Nicolás es el más pequeño de Meteora, y sólo se encuentra a 2 km. de Kastraki. Visto desde la carretera, parece que está colgado en la roca y su acceso se realiza a través de unos empinados escalones que te dejarán sin resuello. Una vez en su pequeño interior, no podía faltar la iglesia con unos frescos del bizantino tardío. Pero lo mejor son las vistas de Meteora desde sus terrazas.
Precisamente para un final de viaje inolvidable, cuando salgas sigue subiendo por la carretera para contempla el atardecer desde el mirador de la carretera. Las vistas, con el Monasterio de Roussanou y el de Agios Nikolaos allí abajo, son impresionantes. Con un poco de suerte, y si el tiempo te acompaña, estarás prácticamente solo para disfrutar del espectáculo que se abre ante tus ojos.
Meteora: más que solo rocas y monasterios
Meteora es mucho más que montañas de rocas escarpadas y antiguos monasterios. Es un lugar donde la naturaleza, la historia, el arte y la espiritualidad se mezclan en perfecta armonía, creando una experiencia que nunca olvidarás. Con sus miradores espectaculares, rutas de senderismo y tabernas acogedoras, esta región griega es un destino al que merece la pena dedicarle al menos un par de días. Y mejor si son tres. Así que prepara tu cámara, unas cuantas tarjetas de memoria, y a disfrutar.
Hacia el Peloponeso: Micenas, Nauplia y Epidauro me esperan
La próxima vez que pienses en Grecia, recuerda que el verdadero viaje comienza en la carretera, y por eso continúo hacia mi próximo destino: el Peloponeso. En solo tres días puedes explorar las legendarias murallas de Micenas, perderte en las callejuelas venecianas de Nauplia y sentir el eco de los antiguos textos clásicos en el teatro de Epidauro. Aquí tienes un itinerario lleno de historia, buena comida y unas vistas que te dejarán sin aliento. Sobre todo si tienes que subir tropecientos escalones, algo que os contaré más adelante.
El Canal de Corinto
Saliendo temprano de Meteora podrás llegar al Canal de Corinto en poco más de 4 horas. Justo para fotografiar las paredes iluminadas por el sol del mediodía de este canal construido a finales del Siglo XIX.
Este es un canal cortado a pico en la roca creado para facilitar el tránsito marítimo entre el Golfo de Corinto en el mar Jónico y el mar Egeo, ahorrando la vuelta por todo el Peloponeso. No es comparable con el Canal de Suez ni con el Canal de Panamá, ya que sólo mide unos 6 km. de largo y tiene 21 metros de ancho. Aun así, hay que tener en cuenta que para la época que se construyó, supuso una gran obra de ingeniería. Y aunque limitado por su anchura, hoy es atravesado por unas once mil pequeñas embarcaciones al año.
Visitarlo no te llevará mucho tiempo. Sólo tienes que salir de la autopista o señalar en tu GPS uno de los 2 estacionamientos que hay al lado del puente que lo atraviesa. El puente tiene un espacio reservado específico para los viandantes por ambos lados, así que no te preocupes por el tráfico. Por cierto, si quieres ver el Canal de una forma diferente, hay una empresa dedicada al Bangee Jumping para que saltes al vacío directamente sobre el canal.
Nauplia, la primera capital de Grecia
Del Canal de Corinto hasta Nauplia todavía queda una hora de carretera. Lo bueno de llegar por la tarde es que podrás darte una vuelta por el centro histórico de esta ciudad de fuerte influencia veneciana. En algunas partes de sus calles y zonas amuralladas me recordó a Dubrovnik, aunque a una escala mucho menor, o a Zadar, también en la costa croata.
Nauplia, con su puerto y sus cuidadas calles peatonales cubiertas de flores, es perfecta para un paseo a media tarde. Recorre sus callejones adoquinados o toma un helado en alguna de las terrazas en la Plaza Syntagma mientras los niños juegan al futbol con una estatua de un león veneciano como portería. También puedes subirte al barco que hace la ruta a la pequeña fortaleza de Bourtzi que parece flotar en medio del mar. Si prefieres quedarte en tierra firme, el paseo marítimo de Nauplia con la fortaleza de Palamidi de fondo, ofrece vistas espectaculares.
Nauplia está llena de restaurantes y tabernas de ambiente familiar. Intenta evitar las del puerto, más caras y más turísticas, y decántate por alguno de los restaurantes con terrazas de sus calles peatonales. Si tengo que recomendarte uno, prueba las especialidades griegas de la Taberna Vasilis. Lo más seguro es que regreses al día siguiente.
Micenas, la ciudad de los antiguos reyes y las leyendas griegas
Si quieres librarte del calor, te aconsejo madrugar para visitar Micenas, el hogar del mítico rey Agamenón. Según la Iliada de Homero, él fue el que dirigió los ejércitos griegos durante los 10 años de asedio de la famosa guerra de Troya. Durante mucho tiempo se creyó que la Guerra de Troya y todos los personajes de la Iliada y la Odisea eran pura leyenda. Hasta que Heinrich Schliemann, un millonario arqueólogo aficionado, encontró las ruinas de la perdida ciudad de Troya en 1872 enterrada bajo tierra. Años después también realizó hallazgos espectaculares en una de las tumbas reales de Micenas. La historia de Shliemann y su pasión por la historia clásica y la arqueología es realmente fascinante.
Ten en cuenta que Micenas alcanzó su momento de mayor gloria entre el 1600 y el 1100 a.C., es decir, unos mil años antes que se construyera el Partenón en la Acrópolis de Atenas. En Micenas no puedes perderte la Puerta de los Leones, que es tan antigua que ni siquiera los mismos griegos clásicos sabían quién la construyó. Esta Puerta y los muros de grandes piedras que rodean la ciudad, están en el origen de la expresión “piedras ciclópeas” o “murallas ciclópeas”. Los griegos clásicos, admirados a
En lugares como Micenas, donde mucha gente sólo ve piedras desparramadas por el suelo, yo veo calles llenas de gente, imponentes templos y edificios pintados de colores o grandes tumbas decoradas con estatuas de mármol de dioses y héroes olvidados. Sí, Micenas es pura ruina y decepcionará a mucha gente que no conoce su importancia histórica. Pero la Cultura Micénica y sus leyendas, transmitidas a lo largo de los siglos, llegan hasta nosotros conformando una parte de nuestro acervo cultural.
Pero, aún entre las ruinas, hay lugares que parecen sacados de una película de Indiana Jones. Eso es lo que vas a sentir al descender en total oscuridad por las escaleras de la impresionante cisterna subterránea. O cuando te adentres en las tumbas reales, llamadas tholos, levantadas piedra sobre piedra en forma de gigantesca estructura cónica. Imaginaros sus dimensiones si os digo que una de las piedras del dintel de entrada al tholos del Tesoro de Atreio pesa 120 toneladas. Sin duda, una labor de cíclopes.
El Teatro de Epidauro, donde hasta las piedras tienen eco
Epidauro, como Micenas, se encuentran a una media hora de carretera de Nauplia. Y si vengo hasta Epidauro es para conocer su antiguo teatro, el más grande, el mejor conservado y el de mejor acústica de la Grecia Clásica.
Este teatro, con capacidad para 14.000 espectadores, es una obra maestra de la arquitectura griega antigua. No olvides probar tu propia voz en el centro del escenario dando un discurso dramático sobre tu viaje. Su acústica tan perfecta que puedes escuchar caer una moneda desde la última fila. La verdad es que, 2400 años después, este teatro sigue siendo impresionante.
El teatro de Epidauro se construyó en el 350 a.C. para acoger los llamados Juegos Asclepios en honor del dios de la medicina Asclepio. A unos centenares de metros se pueden visitar los restos, de los que apenas quedan los cimientos, de los templos, baños y edificios dedicados a la cura de enfermos de aquella época. El caso es que el teatro les quedó tan perfecto que fue usado como modelo para muchos de los teatros griegos construidos a posteriori.
Regreso a Nauplia a última hora de la tarde buscando los mejores “spots” para fotografiar unos atardeceres que se me han resistido durante este viaje por Grecia. Es fin de semana y las calles de Nauplia se llenan de atenienses que vienen a pasar el fin de semana.
Tras darme una vuelta por el puerto y fotografiar la isla de Bourtzi al atardecer, me pierdo entre sus calles decoradas con flores, tiendas de diseño y tabernas al aire libre. Anochece mientras me como unos deliciosos langostinos en salsa con queso feta y me tomo una cerveza bien fresquita. ¡Que bien que se está en Nauplia!
Nauplia, entre fortalezas y playas
La historia de Nauplia comenzó en el S. VII a.C. Al estar enclavada en el golfo de Argos y rodeada por el mar Egeo, se convirtió con los siglos en un puerto marítimo de importancia estratégica. Los venecianos la conquistaron en 1460, hasta que fueron expulsados por los turcos. Fue reconquistada por los venecianos en 1586, y de nuevo por los otomanos en 1715 hasta 1822, año en el que los griegos conquistaron la ciudad en su lucha por independizarse de los turcos. Por eso Nauplia fue la primera capital de Grecia moderna en 1829, hasta que la capitalidad se trasladó a Atenas unos años después.
La fortaleza de Palamidi
Con todo este ir y venir de venecianos y turcos, se fueron levantando murallas y un impresionante sistema de fortificaciones. Y sobre todas ellas destaca (por sus dimensiones y la altura a la que está construido) la fortaleza de Palamidi. Construida en el Siglo XVIII por los venecianos, se ha conservado en excelentes condiciones y está considerada como uno de los mayores logros de la arquitectura miliar veneciana.
Hoy he decidido acometer la subida hasta la fortaleza. Después de tomarme un café con leche helado y un koulouri (rosquilla de sésamo) en una de las cafeterías junto al puerto, me dirijo hacia la Puerta de Tierra de las murallas de lo que fue la antigua Akronauplia. De aquí parte una tremenda escalinata que asciende hasta el interior de la fortaleza de Palamidi.
Las vistas de Nauplia mientras vas dejando atrás escalones y más escalones son de las que merecen la pena. Aunque se puede acceder en coche a Palamidi por carretera, yo te recomiendo MUCHO subir por estas escaleras que parecen no tener fin. Pero hazlo por la mañana, mientras esta ladera de la montaña permanece en sombra. A partir de las 12 el sol te va a dejar achicharrado.
Tras un buen rato de ascenso y unas cuantas paradas para admirar las vistas, te encontrarás con la entrada a la fortaleza de Palamidi. Tras pagar la entrada me adentro en el enorme recinto. Después de darte una vuelta, no dudes en seguir subiendo por los distintos baluartes para asomarte al mar Egeo desde los distintos miradores de sus murallas. Me agradecerás el consejo cuando te encuentres ante unas vistas del golfo Argólico que son puro Mediterráneo.
La playa de Nauplia
Tras un buen rato recorriendo los diferentes bastiones, retomo la escalinata para bajar a Nauplia. Pero esta vez, al llegar abajo, giro a la izquierda y me dirijo hacia la pequeña playa de la ciudad. Vale, es una pequeña playa de piedras, pero ¡qué agua amig@s! Y qué sitio, a los pies de la montaña sobre la que se ubica Palamidi y resguardada del viento. Además, cuenta con cambiadores y duchas, y una terraza con tumbonas y sombrillas a la orilla del mar que te reconcilia con la vida.
Vaya sitio. Aquí puedes comer, tomarte unas copas, escuchar música, tirarte al mar y disfrutar como un pez en el agua de color turquesa… Mejor dicho, agua trasparente, limpia, refrescante. Y vuelta a la tumbona a secarte al sol bajo la sombrilla, para tomarte una cerveza, un cocktail, una copa…Y así se pasa la tarde, escuchando música, chapoteando en el mar, una y otra vez. En lugares así la vida es bella. Mucho.
El atardecer llega de pronto y me pilla con una Spritz de Aperol en la mano y una sonrisa en el rostro. Tras ducharme, regreso a pie al centro de Nauplia, que está a 10 minutos. Y de nuevo me doy un paseo por el puerto intentando capturar un último atardecer. Mañana toca regresar al aeropuerto de Atenas.
Fin de viaje de una ruta inolvidable por Grecia
Termina este viaje perfecto para los amantes de la Historia, el Arte, la Gastronomía y los paisajes impresionantes que me ha llevado desde la Acrópolis de Atenas al Santuario de Delfos. De las fantásticas panorámicas de Meteora, al Canal de Corinto, a la mítica Micenas y el gran Teatro de Epidauro.
Subo al coche y dejo atrás Nauplia con una sonrisa. Pero quiero más (como si no hubiera visto ya bastantes piedras), y en el último momento decido acercarme a visitar la fortaleza de Acrocorinto. Muy cerca de la ciudad de Corinto se encuentra este yacimiento arqueológico levantado sobre un acantilado de 575 metros. Desde las alturas de sus murallas se domina el valle de Corinto con unas vistas extraordinarias hacia el mar que se extiende hasta donde alcanza la vista.
Su historia se remonta al período helenístico. Depués por aquí pasaron romanos, francos, bizantinos, otomanos, venecianos, otomanos otra vez y griegos. Todos ellos contribuyeron a engrandecer sus murallas, baluartes, torres y fortificaciones. Julio César, el emperador Justiniano, o el gran Mehmet II pasaron por aquí. Por eso nos encontramos con ruinas de templos antiguos, torres venecianas, iglesias bizantinas y mezquitas otomanas. Además de un sistema triple de murallas muy bien conservadas. No me da tiempo a mucho más.
TIP.- Si decides visitar Acrocorinto, hazlo por la mañana o al atardecer, porque no vas a encontrar ni una sombra donde resguardarte del implacable sol griego.
Siempre volvemos a Grecia
Me espera poco más de hora y media de ruta hasta el aeropuerto de Atenas. Ahora sí que toca decir “hasta la próxima”, porque a Grecia siempre hay que volver. Porque volver a Grecia no es simplemente regresar a un lugar físico en el mapa, es un acto simbólico de retorno a nuestros orígenes. Grecia no es solo un país; es una idea, una memoria ancestral que habita en lo profundo de nuestra alma occidental. Decir que siempre hay que volver a Grecia es afirmar que hay algo esencial en su tierra, en sus mares y en su historia que toca nuestras fibras más profundas.
En Grecia, las piedras hablan. Al menos a mí. Hablan las columnas derruidas del Partenón, los teatros que guardan el eco de tragedias eternas, los templos a medio desmoronar donde alguna vez habitaron dioses ya olvidados. Volver a Grecia es, ante todo, un acto sentimental revestido de una extraña nostalgia por la que fue la cuna de la cultura occidental. No hay pensamiento profundo en Occidente que no esté entroncado, de alguna manera, con Grecia. Por eso volver a Grecia es, en este sentido, un regreso a casa. Porque Grecia nos enseñó a pensar, a cuestionarnos a nosotros mismos y a mirar más allá de lo inmediato.
Pero Grecia no es solo la Grecia clásica. Es también Bizancio, es el mundo ortodoxo, es la resistencia contra los persas, la ocupación otomana, las luchas de independencia. Es la modernidad que llega tarde y las crisis económicas. Pero también la dignidad de un pueblo que nunca ha dejado de esforzarse por ser libre y por mantener su identidad.
Por todo esto y mucho más, siempre hay que volver a Grecia.
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