Georgetown: la ciudad de Malasia que se vive, se saborea y se fotografía.

Georgetown, la capital de la isla de Penang, es uno de esos destinos de Malasia que te envuelven en una experiencia multisensorial. Es una ciudad que se mira, se escucha, se saborea, se huele y, sobre todo, se siente. Para quienes viajamos con la cámara al hombro, Georgetown se convierte en ese lugar donde la vida cotidiana, la historia y el color se superponen en escenas irrepetibles.

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Tras visitar la moderna y animada Kuala Lumpur durante varios días, Georgetown se muestra con el encanto que tienen las pequeñas ciudades con caracter y personalidad propias. Porque Georgetown es una mezcla viva de las herencias china, india, malaya y británica donde cada rincón nos cuenta algo de su pasado. Una herencia con sabor a cocina callejera, paredes decoradas con Street Art y templos orientales que compiten con mezquitas y mansiones chinas.

Fundada por los británicos, moldeada por comerciantes chinos y animada por malayos e indios, Georgetown es un punto de encuentro entre mundos. Aquí puedes ver una iglesia, un templo hindú, una mezquita y un clan house chino a solo pasos de distancia. Puedes probar sabores que desafían tu paladar y encontrar arte donde menos lo esperas. Por ejemplo, puedes desayunar dim sum, almorzar nasi kandar y cenar laksa en un solo mercado callejero. Por todo esto fue declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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Georgetown es una joya urbana que ha sabido conservar el legado de sus múltiples comunidades. Y no es una ciudad que se descubra con prisas. Es un lugar que te invita a detenerte, a mirar, a oler, a escuchar. A cruzar un callejón y encontrarte con un mural que te mira a los ojos. A entrar en una mansión colonial y sentir los ecos de tiempos pasados. A sentarte en un hawker stall y probar sabores que no sabías que existían.

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Georgetown, la ciudad donde los clanes chinos, los templos hindúes y el té inglés comparten la misma calle

Hay pocas ciudades en el mundo donde la diversidad se sienta tan natural como en Georgetown. En una sola calle puedes encontrar una casa china de un clan familiar decorada con dragones, un templo hindú repleto de dioses pintados de todos los colores, y una casa de té donde aún se sirve el “afternoon tea” británico. Georgetown es el resultado de siglos de encuentros culturales, y su mayor encanto está en esa convivencia armoniosa. Aquí las diferentes historias se entrelazan en las fachadas de colores, en los sabores exóticos y en los rituales cotidianos.

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Georgetown es la definición viva de mestizaje cultural. Y esto es lo que la hace tan especial. Aquí, el patrimonio no está encerrado en museos: está vivo en las cocinas ambulantes, en los templos con olor a incienso, en los grafitis que transforman las paredes en arte visual.

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Mientras otros destinos del Sudeste Asiático están saturados por el turismo, Georgetown sigue siendo ese tesoro escondido que solo los viajeros curiosos conocen. Pero creo que no por mucho tiempo. Su mezcla irresistible de arquitectura colonial, arte urbano vanguardista y una cocina callejera de clase mundial, está empezando a llamar la atención de muchos visitantes. Porque Georgetown es una de esas ciudades genuinas, auténticas y de carácter bien definido.

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Georgetown, un mosaico cultural y arquitectónico

Caminar por el centro histórico de Georgetown es como pasear por un museo vivo donde cada edificio, cada puerta tallada, cada templo y cada callejuela cuenta una historia. El sonido de las motocicletas se mezcla con el repicar de campanas en los templos chinos; el canto de los almuédanos llamando a la oración desde la mezquita Kapitan Keling se escucha de fondo mientras la música de Bollywood resuena desde los altavoces de Little India. El viajero se ve rodeado de un crisol de culturas que conviven en un equilibrio fascinante.

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La herencia británica se plasma en edificios coloniales como  el City Hall y el Fort Cornwallis. Por la tarde, cuando bajan las temperaturas, el paseo junto al mar cobra vida con familias paseando y parejas jóvenes haciendo selfies frente a la bahía.

El Khoo Kongsi, la casa del clan chino más famosa de Georgetown, es un lugar donde cada rincón está pensado para impresionar. Sus dragones decorativos parecen moverse bajo los destellos del sol y los colores dorados de los altares ofrecen un contraste magnífico con la penumbra del interior.

En Little India, el aire se impregna de aromas de curry, jazmín y especias que invitan a entrar en sus pequeños templos y tiendas. Es un barrio perfecto para la fotografía de calle, lleno de personajes carismáticos que te observan con aire curioso.

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El barrio chino, con sus recragados templos, las coloridas fachadas de sus casas y sus tiendas abarrotadas de objetos, ofrece otra cara de Georgetown: más íntima, más misteriosa, con luces cálidas que invitan a jugar con contrastes y siluetas.

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El arte urbano: un museo fotográfico al aire libre

Georgetown no sería la misma sin su arte callejero. Desde 2012, los murales de Ernest Zacharevic y otros artistas locales han convertido sus paredes en una galería a cielo abierto. Fotografiar estos murales es un reto divertido: puede ser que un niño real se siente en la moto que vemos abajo; o que otro niño real se pare delante de esos niños pintados que se asoman sonrientes tras una ventana enrejada. O encuadrar a un transeúnte que se anima a jugar al baloncesto para crear una escena perfecta.

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El consejo fotográfico aquí es claro: paciencia y observación. Dedicar tiempo a cada mural permite captar escenas únicas que nunca se repiten dos veces. Y al caer la tarde, cuando la luz lateral acaricia las paredes, los colores cobran vida con una intensidad que pocas ciudades ofrecen.

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Gastronomía: retratar (y saborear) el alma de Penang

Si hay un lugar donde la comida se convierte en una experiencia fotográfica y vital, ese es Georgetown. Aquí se come en la calle, entre humos, chisporroteos y aromas irresistibles. Cada puesto callejero es un espectáculo en sí mismo, con cocineros que parecen bailar frente a los fogones.

El Char Kway Teow chisporrotea en grandes woks, lanzando llamaradas que iluminan el rostro sudoroso de los cocineros. El Laksa asam, con su caldo espeso y rojizo, se disfruta mejor sentado en una mesa de plástico, rodeado de lugareños que te observan con curiosidad mientras fotografias el plato antes de darle el primer sorbo. Y el Nasi Kandar es una paleta de colores que pide a gritos un plano cenital.

penang-gastronomiaEn Chulia Street o el Red Garden de noche, los puestos iluminados por bombillas de neón crean un ambiente vibrante. Aquí la fotografía de esos platos de comida exigen o buen pulso. La recompensa son esos platos cargados de color que anuncian la explosión de sabores que te espera al probarlos (qué hambre me entra sólo de volver a verlos).

Photo Spots imprescindibles en Georgetown

 1. Clan Jetties: Estas casas de pescadores sustentadas sobre pilotes que se adentran en el mar es una de una de las visitas que no te puedes perder en Georgetown. Los madrugadores pueden venir al amanecer, cuando los pescadores parten en sus barcas y el sol comienza a colorear el horizonte. El reflejo de las casas sobre pilotes en el agua es un auténtico goce visual. Y si no te gusta madrugar, ven al atardecer, cuando las luces de la ciudad se unen a los colores cálidos del cielo.

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2. Lebuh Armenian: epicentro del arte urbano y de la vida callejera. Una calle donde siempre pasa algo: una boda, una procesión, un músico callejero.

3. Las casas de los clanes chinos: visitar y fotografiar la casa Chea Kongshi construida en 1810 por el clan Chea, o la Cheong Fatt Tze Mansion son dos clásicos que nunca fallan.

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4. Mezquita Kapitan Keling: sus cúpulas y minaretes ofrecen encuadres únicos con el cielo cambiante de la tarde. O al iluminarse en plena hora azul.

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5.-Los Mercados nocturnos: el de Lebuh Kimberley es un festival de colores, olores y sonidos que exige una mirada atenta y rápida para capturar escenas genuinas.

Los alrededores de Georgetown: paisajes, espiritualidad y naturaleza

  • Penang Hill

Subir en funicular a Penang Hill es como entrar en otro mundo. El calor húmedo de la ciudad queda atrás y la brisa fresca acaricia el rostro mientras los sonidos de la selva envuelven al visitante. Desde sus miradores se obtienen panorámicas únicas de Georgetown y de la costa malaya continental. Como siempre, las mejores horas para fotografiar son las del amanecer, con un mar de nubes bajo los pies, y las del anochecer, cuando la ciudad brilla como un collar de luces. Desgraciadamente, cuando estuve había unas nubes de tormenta matutina que no permitían tener una buena luz.

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Además de llegar hasta el templo hindú que domina la colina, te aconsejo realizar el recorrido por The Habitat. Descubrirás un paraíso sevático que invita a la fotografía naturalista: orquídeas, monos, helechos gigantes y aves tropicales se convierten en protagonistas. El Langur Canopy Walk ofrece un escenario espectacular con vistas al mar y a la selva que cubre esta zona de la isla de Penang.

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  • El gran templo chino de Kek Lok Si

El templo Kek Lok Si es un espectáculo sensorial. El aroma del incienso, el sonido de los rezos, las linternas de colores balanceándose con el viento… todo aquí inspira calma y respeto. La gigantesca estatua de Kuan Yin se alza imponente sobre la colina, custodiando la ciudad. De noche, durante el Año Nuevo Chino, miles de farolillos iluminan el templo creando un escenario casi onírico.

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Que no te quepa ninguna duda: este es el templo más espectacular de Penang. Y vas anecesitar al menos un par de horas para recorrer sus diferentes salas y alucinar con su recargada decoración repleta de detalles. Un consejo: de vez en cuando,no te olvides mirar hacia arriba para admirar la decoración de los techos.

  • Las playas del norte y el Parque Nacional de Penang

Batu Ferringhi, la que se considera una de las mejores playas de Penang, no me gustó. La encontré sucia y poco atractivca para el baño. Pero al atardecer la playa se convierte en un lugar mágico donde el sol suele regalar cielos teñidos de colores rojos y dorados. Más al oeste, el Parque Nacional de Penang ofrece experiencias mucho más salvajes. Los senderos atraviesan selvas densas donde los insectos cantan sin descanso y los monos observan desde lo alto de los árboles. Al llegar a Monkey Beach, la recompensa es un arenal solitario donde solo se escuchan las olas y el crujir de las ramas.

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  • Jardín Botánico y Butterfly Farm

El Jardín Botánico de Penang es un oasis tropical donde la vida bulle en cada rincón. En el Penang Butterfly Farm (Entopia), los colores se multiplican y desafían al objetivo a captarlos en toda su intensidad. La macrofotografía encuentra su paraíso: gotas de rocío sobre hojas de plátano, flores carnívoras, insectos y mariposas revoloteando al sol.

Georgetown, una experiencia vital y fotográfica

Viajar a Georgetown es mucho más que recorrer calles y visitar templos. Es escuchar la llamada a la oración mientras degustas un té en Little India. Es fotografiar a un niño que sonríe desde una bicicleta vieja junto a un mural. Es dejarse perder en un mercado nocturno mientras el humo de los woks te envuelve y los colores brillan bajo la luz artificial.

En Georgetown cada esquina regala una historia, cada persona una sonrisa, cada plato un descubrimiento. Aquí se aprende a mirar con calma, a encuadrar con respeto y a disfrutar con todos los sentidos. El amanecer y el atardecer son los momentos mágicos. A mediodía, cuando la luz es más dura, busca interiores de templos o juegos de sombras en callejones. No intentes verlo todo corriendo. Georgetown premia al viajero que se detiene, observa y espera.

Quien llega a Georgetown buscando fotografías, se lleva mucho más: la certeza de haber vivido una experiencia única, intensa y auténtica. Una experiencia que trasciende el momento que fotografías para convertirse en un recuerdo imborrable que invita a volver, cámara en mano, una y otra vez.

 

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