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Regreso a Ait Ben Haddou.

El Ksar de Ait Ben Haddou era una visita irrenunciable. Aunque reventara el motor del Renault Clío que había alquilado unos días antes al aterrizar en el moderno aeropuerto de Marrakesh. Las luces de averías en el motor se iban encendiendo en el panel del cuentakilómetros desde que había salido de Risani.

Sí, estoy en el desierto y no es un sueño

Abro los ojos y me digo que no, que no estoy soñando. La primera luz de la mañana apenas se insinúa entre las telas que cierran el acceso a la tienda bereber. El silencio es total. Entonces recuerdo y sonrío: estoy en el desierto del Sahara, durmiendo en medio de las dunas del erg de Merzouga.

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