Sí, estoy en el desierto y no es un sueño
Abro los ojos y me digo que no, que no estoy soñando. La primera luz de la mañana apenas se insinúa entre las telas que cierran el acceso a la tienda bereber. El silencio es total. Entonces recuerdo y sonrío: estoy en el desierto del Sahara, durmiendo en medio de las dunas del erg de Merzouga.