Hablar de Río de Janeiro es hablar de Copacabana.

Hoy es uno de esos días de bochorno y calor en Río de Janeiro. Estoy tomando un chopp de cerveza bien fría junto al Posto 3 de la playa de Copacabana. Frente a mí se extiende uno de los arenales más famosos, conocidos y fotografiados del mundo.

Las playas urbanas de Río de Janeiro.

Para la mayoría de sus visitantes Río de Janeiro es simplemente playas y Carnaval. Esta oferta combinada de belleza natural y sensualidad carioca ha sido el reclamo universal de la ciudad que ha atraído durante décadas a millones de visitantes de todo el Mundo.

Un edén en el centro de Río de Janeiro.

Un vigilante uniformado acaba de reclamar la atención del personal del jardín que se acerca presuroso. El vigilante señala hacia uno de los pequeños canales que recorren el espacio semi selvático recubierto de un cuidado cesped y tras una breve búsqueda les señala: «¡allí, allí…!»

El Cristo del Corcovado, el mirador por antonomasia de Río de Janeiro.

Hay imágenes que provocan un inevitable acelerón de los latidos de mi corazón. Una de ellas es la imagen del Cristo Redentor del Corcovado dominando con sus brazos abiertos la ciudad de Rio de Janeiro desde su atalaya ubicada en plena selva de Tijuca.

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