Descubriendo la costa de Ecuador en Montañita.

Confieso que no había oído hablar de Montañita en mi vida hasta hace unas pocas semanas. Ni de la Ruta del Spondylus que recorre parte de la costa ecuatoriana bañada por el océano Pacífico desde Salinas hasta Manta.

Un viaje de una semana a Ecuador me sirvió para descubrir algunos rincones de una costa que promete más y mejor de lo que ya he visto. Pero voy a centrarme en Montañita y su playa porque ha supuesto una sorpresa que no esperaba. Son las cosas buenas de no planificar mucho un viaje y de dejarse llevar por las circunstancias. Este pequeño pueblo de la antiguamente llamada Ruta del Sol, ahora llamada del Spondylus en honor a ese molusco bivalvo tan frecuente en estas costas, está ubicado a unas dos horas y media en autobús directo desde la nueva Terminal de Autobuses de Guayaquil.

La Ruta del Spondylus

Son apenas 6 dólares las que marcan la distancia entre una urbe desordenada y bulliciosa en constante reinvención y una localidad donde todo se puede hacer a pié. Había estudiado la opción de quedarme en Salinas, pero las imágenes de los edificios de apartamentos a pie de playa me echaron para atrás de inmediato. Estoy cansado de esos horizontes playeros tan impersonales plagados de cemento que ocultan el sol y el paisaje. Y por eso Montañita fue la elegida, porque las imágenes que vi se alejaban de esos balnearios globalizados de asfalto y hormigón.

Hoteles a pie de playa en Montañita

Se nota que el dinero está fluyendo en Ecuador por lo menos en forma de obras públicas, infraestructuras y nuevas autopistas. Ya lo había visto en la ruta en obras entre Quito y Otavalo; también en el nuevo aeropuerto de la capital andina cuyos accesos son todo un suplicio ya que lo inauguraron antes que la faraónica obra de la nueva carretera estuviera acabada.

Otro ejemplo es la ruta directa en un moderno autobús de la compañía Cooperativa CLP que cubre la ruta entre Guayaquil y Montañita. Aunque las frecuencias no son todas las deseables. Eso sí, tanto para ir como para regresar comprar vuestro billete con antelación porque en temporada alta os encontraréis con la desagradable sorpresa del «no hay billetes«. También se pueden tomar los autobuses que van a Libertad para allí cambiar a alguno de los que recorren la Ruta del Sol parando cada poco convirtiendo el viaje en interminable. De todas formas siempre se pueden contratar los servicios de alguno de los «taxistas» que rondan por las taquillas ofreciendo sus servicios a los pasajeros desesperados a unos 15$ por persona.

Otro consejo y este bien importante si queréis dormir por las noches en Montañita. Cuando busquéis un lugar dónde hospedaros os recomiendo los hoteles más alejados del entramado de calles del pueblo. Las noches en Montañita son una auténtica locura de gente que llena las calles, de bares y restaurantes abiertos hasta la madrugada, de discotecas y fiestas en la playa con el volumen de la música al máximo… Excepto en temporada baja, de septiembre a noviembre.

Montañita de noche

Además los hotelitos más alejados, los ubicados cerca de la zona de acantilados, tienen otras ventajas. Para empezar, su precio. En el que me quedé con aire acondicionado, camas con mosquiteras, wi-fi, baño en una amplia habitación y desayuno incluido pagué 15$ la noche. Y además con un bar a pie de playa donde pasarse el día bebiendo, comiendo y disfrutando del espectáculo de los surfers cabalgando sobre las olas que rompen en el arrecife.

Surfeando en Montañita 1

Surfeando en Montañita 2

Otro consejo, intenta pedir las habitaciones más cercanas a la playa. Te pasarás el día en bañador metido en el mar y con una cerveza en la mano.

La playa de Montañita

Pues bien. Ya estamos en Montañita ¿y ahora qué? Pues muy sencillo: pásate el día a la sombra tirado en una tumbona, toma unas clases de surf, cómete un sushi a pie de playa o unos tacos de camarones con patacones y prueba las especialidades de combinados de las diferentes terrazas, conversa con otros viajeros…disfruta de las cosas buenas que tiene la vida.

Surfers en Montañita

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Al caer la tarde la cita ineludible está en la parte más cercana a los acantilados. Los surfers se zambullen en el agua mientras el cielo se pone de color naranja y los espectadores nos situamos en las terrazas de la playa o nos subimos a las rocas cercanas. Y empieza el espectáculo.

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Al agua...

Surfers en Montañita 7

Es el momento en el que los surfers bailan sobre sus tablas, se deslizan y vuelan sobre la cresta de las olas. Estas son regulares, no muy altas de 2-3 metros y rompen desde los arrecifes situados frente a los acantilados abriéndose hacia la playa. Un buen lugar para iniciarse en esto del surf. Aún así recuerda que un buen Seguro de Viajes te puede ahorrar preocupaciones y resolver muchos problemas. Así que ni lo dudes. Desde aquí te recomiendo MONDOel seguro de viaje inteligente para viajeros inteligentes.

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A medida que llega el atardecer el disco solar se va haciendo más y más grande hasta dar la sensación de que se va a zambullir en el horizonte. Chicos y chicas, jóvenes y no tan jóvenes reman hacia la puesta de sol, esperan la ola y se ponen en pie sobre sus tablas para ejecutar sus piruetas y estudiados requiebros. O salen volando entre la espuma de las olas. La potencia y la fuerza del mar se combinan con la magnificencia de los últimos rayos de un inmenso sol ecuatorial en unos momentos que se vuelven mágicos e inolvidables.

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Atardecer en Montañita

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Todos los que asistimos al espectáculo de estos atardeceres magníficos, ya sea en la tierra o en el mar, quedamos prendados con la mirada puesta en el horizonte mientras el sol definitivamente se sumerge en el mar. Es el ocaso de otro día que se va para no regresar jamás.

Llega la noche y si no has cenado en alguna de las terrazas (os aconsejo la pizzeria pegada al acantilado situada al final de la playa) toca caminar por la arena hasta el pueblo. Aquí las chancletas, camisetas y  bañadores son la vestimenta habitual. Reconozco que esta es la cara que menos me gustó de Montañita.

Calles de Montañita por la noche

Salvando algunas honrosas excepciones abunda el cutrerío, la basura por las calles, jóvenes de medio mundo de aspecto penoso buscándose la vida, alcohol barato, más basura en la playa, música salsera machacona…y muchos mosquitos cabrones que te van a picar donde ni te imaginas. Afortunadamente hay algún buen restaurante (os aconsejo las especialidades en ceviches y camarones) y a veces algo de buena música electrónica se escucha entre tanta pachanga.

Montañita de fiesta

La fiesta y la música a todo trapo sigue hasta altas horas de la noche en los locales abiertos en la playa. Mientras tanto el alcohol de garrafón y otras sustancias hacen estragos entre la clientela donde los veinteañeros son mayoría.

Montañita de fiesta 2

Al fin y al cabo Montañita es un lugar muy conocido en Sudamérica desde hace años que comenzó su andadura turística como un lugar un tanto hippie y alternativo, donde venir a hacer surf y a dormir en la playa. Y todavía conserva ese halo entre muchos jóvenes sobre todo argentinos y chilenos que llegan en masa en temporada alta.

Últimamente  también llegan europeos, norteamericanos y otros viajeros que pasan una temporada trabajando aquí hasta que deciden saltar a algún lugar de Europa, Asia o América. Como Drasko, un serbio que lleva viajando así muchos años y con el que pude mantener animadas conversaciones regadas con cervezas y cócteles de su invención. Todo un viajero con mayúsculas.

Drasko, gran viajero

Además ya se empieza a ver algún hotel con oferta y precios de lujo, terrazas donde disfrutar de una refinada gastronomía, campeonatos internacionales de surf o fiestas rave de nivel con DJ internacionales. Al fin y al cabo lo que hace un par de décadas eran cuatro cabañas de madera, bambú y tejados de palma se está convirtiendo en un destino turístico que ha triplicado su tamaño en los últimos 5 años. Y sigue creciendo porque la verdad, es la más aceptable de las localidades costeras cercanas incluida Puerto López, ciudad de la que hablaré en otro momento.

En Montañita amanece pronto. Entre el sonido del mar, el escozor de las picaduras de los mosquitos y el canto mañanero de los inagotables gallos que comienzan su serenata a las 6 (los muy hijos de ….) uno está en pie a las 8. A pesar del madrugón ya hay surferos con sus planchas metidos en el agua o buscando desde la playa las mejores olas en el arrecife.

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Rozando el mar vuela una bandada de pelícanos pasa en formación impecable. Entonces es cuando me doy cuenta que el océano Pacífico se presenta ante mí con la marea baja, limpio, plateado e inabarcable, mojándome los pies y empujándome a meterme en el agua.

Y así comienza otro día de surf, playa y fiesta en Montañita.

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