Carcassonne: un viaje a la Edad Media

Carcassonne aparece imponente desde la lejanía. La gran ciudad fortificada se eleva sobre un promontorio a orillas del río Aude dominando el suave paisaje de colinas bajas de la región de Occitania. Por un momento esa imagen me traslada a un pasado que ya no existe, pero que aquí parece real: la Edad Media.

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Precisamente es desde la distancia desde donde mejor se aprecian las dimensiones de la conocida como Cité de Carcassonne. Sus murallas y torres recortan el cielo de un color plomizo de esta mañana de invierno. Es un día de semana y apenas me encuentro con otros visitantes, así que camino con la sensación de que Carcassonne me pertenece. No me extraña que la UNESCO declarara a esta ciudad medieval Patrimonio de la Humanidad en 1997. Por otro lado, lo que vemos a día de hoy es el fruto de uno de los más ambiciosos proyectos de restauración realizados en Europa durante el S.XIX.

Carcassonne se encuentra a 80 km. de Toulouse y es uno de los destinos de fin de semana más populares del sur de Francia. Por eso te recomiendo visitarlo en un día de semana y si es posible, que no sea en época de vacaciones. Te ahorrarás las colas para comprar la entrada de visita al castillo. Y las esperas para comer un buen cassoulet con pato confitado en su cazuela de barro, la especialidad local.

Aunque Carcassonne puede verse en un día, te aconsejo pasar una noche para disfrutar de un paseo por las orillas del río. Y de paso admirar el atardecer caminando alrededor de la ciudad amurallada iluminada. Además, pasear por sus calles empedradas sin apenas gente es toda una gozada. En Carcassonne, tanto dentro de la Cité como en la parte nueva encontrarás restaurantes y hoteles para todos los presupuestos.

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Aunque lo más destacado y visible de Carcassone es la Cité o Ciudadela, extramuros y bordeando la ribera del río Aude se encuentra la ciudad nueva o Bastida de San Luis que también merece una visita. Ambas partes están conectadas por el Puente Viejo construido sobre el río Aude. Fue construido en el Siglo XIV y es uno de esos lugares por los que merece darse una vuelta por la tarde. Sobre todo, porque tendrás el sol de espaldas. Si tienes suerte y hay buena luz, podrás hacer unas fotos estupendas del atardecer con el río a tus pies, el Puente Viejo y la Cité de fondo.

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Como curiosidad, el Puente Viejo forma parte del Camino de Santiago que atraviesa Francia hacia la frontera española. Además, en las riberas del Aude encontrarás el Parque Bellevue. Una vez aquí descubrirás el porqué de este nombre, Bella Vista.

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Carcassone, leyendas, cruzadas y herejías

Las primeras referencias a la población de Carcasse son de la época romana. Como muchos otros lugares creció a la sombra de una ruta de comunicaciones, en este caso la que unía Toulouse y Narbonne. En la parte norte de la muralla interior se conservan todavía algunas torres construidas durante el S.IV. Ese primer recinto defensivo se encuentra ahora dentro de la Cité. Por el camino de ronda se puede llegar hasta estas torres que reconocerás por estar construidas de forma redondeada hacia el exterior y plana hacia el interior.

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Tras la caída del Imperio Romano, los visigodos ocuparon Carcassonne en el S.V y ampliaron las fortificaciones romanas. Pero en  el año 725 cae ante la embestida de los musulmanes que ya habían conquistado la Península Ibérica. De esa época proviene la leyenda más conocida del origen del nombre de la ciudad

Por entonces, las fuerzas musulmanas resistían el asedio de las fuerzas de Carlomagno que rodeaban la ciudad. Según cuenta la leyenda, la princesa Carcas, esposa del jefe musulmán Balaak, mandó hacer sonar todas las campanas de la ciudad al ver que las fuerzas de Carlomagno levantaban su asedio. En ese momento la gente gritó “Carcas sonne” y de ahí se dice que proviene el nombre actual de la ciudad. La escultura de la princesa que encontraréis en una de las entradas de la Cité es una copia de la original, que durante siglos estuvo en la entrada de la Puerta Narbonnaise.

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Tras la retirada de los musulmanes unos años más tarde, Carcassonne pasa a formar parte de los feudos vasallos de la monarquía franca. Pero no es hasta los comienzos del S.XIII en el que Carcassonne y toda esta zona del sur de Francia se convierte en protagonista de un hecho sin precedentes: la primera guerra santa o Cruzada promovida por el Papa de Roma dentro del occidente cristiano. Y no contra los musulmanes en Tierra Santa, sino en la misma Francia. Fue la llamada “Cruzada Albigense”, que entre 1209 y 1244, combatió la llamada herejía cátara asolando pueblos, ciudades y fortalezas del Languedoc.

El catarismo fue considerado una herejía por la iglesia de Roma, y fue combatida con gran crudeza con el apoyo de la monarquía francesa. Para haceros una idea, las fuerzas papales y del rey lograron reunir a más de 20.000 caballeros y 200.000 campesinos al inicio de la Cruzada en 1208. Por entonces Carcassonne era una posesión feudal de la familia Trencavel, y en 1209 sufrió un asedio que terminó con su rendición y el fin de la familia Trencavel. Finalmente, el rey de Francia toma posesión de la ciudad. De esa época proviene el segundo conjunto defensivo que elevó el número de torres defensivas a 48.

A lo largo de los siglos siguientes las murallas y torres de Carcassonne fueron reforzadas y ampliadas para evitar posibles ataques de la Corona de Aragón. Pero tras la firma del Tratado de los Pirineos (1659) en el que la Corona española entrega todo el Rosellón a Francia, Carcassonne pierde su función estratégica. Y progresivamente fue abandonada cayendo en la ruina y el olvido.

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La polémica restauración de Viollet-le Duc

Carcasssonne sufrió a partir de entonces un proceso de decadencia que se prolongó durante los 2 siglos siguientes. Hasta que en 1843 el arquitecto Eugène Viollet-le Duc es enviado desde París para restaurar la basílica de St. Nazaire y St. Celso. Ésta había sido la catedral de Carcassonne hasta el año 1801. En 1849 la restauración se extendió al conjunto de la Cité y tanto el proyecto de restauración y las obras se encargaron a Viollet-le Duc. La restauración se prolongó durante 50 años convirtiendo a la Cité de Carcassonne en lo que mucha gente considera el ejemplo más bello de arquitectura militar de la Edad Media en Francia.

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Sin embargo, la restauración adolecía de numerosos “añadidos” que no se correspondían con la estructura original. Desde el principio fue polémica al incluir tejados, remates de torres y elementos arquitectónicos más propios de una visión romántica de la Edad media que de una auténtica restauración fidedigna.

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En la restauración realizada por Viollet-le Duc las torres romanas se remataron con tejados puntiagudos recubiertos de pizarra. Pero en los años 60 del S.XX se decidió cubrirlas con un tejado plano recubierto de tejas más acorde con las construcciones romanas. Y algo similar sucede con las de la época medieval que contaban con una especie de terraza en su parte superior. Por eso hoy día continúan los trabajos para adecuar la fortaleza de la Cité a lo que debió ser en su momento.

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Qué se puede ver en Carcassonne

El protagonismo de toda visita a Carcassonne se lo lleva la propia ciudadela por méritos propios. Acercarse a pies a sus murallas y cruzar sus puertas de entrada guardadas por potentes torres es de por sí inolvidable. Ya entres por la de Porte d´Aude, la de Saint-Nazaire o por la Porte Narbonaisse, la más impresionante, descubrirás el doble sistema de murallas y torres que protegen el acceso al interior de la Cité.

En su interior se ha conservado en gran parte la estructura urbana medieval. Pasear por sus pequeñas calles empedradas te llevará a descubrir tiendas de artesanías, pequeñas plazas con restaurantes y terrazas. Y muchos rincones con el encanto de otros tiempos.

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Pero el lugar más visitado es el Château, el Castillo. También es conocido como Palatium, pues fue levantado por los vizcondes de Trencavel en el s.XII como residencia palaciega. Un palacio que a su vez era una fortaleza dentro de otra fortaleza y que ocupa una de las zonas más elevadas de la Cité. La entrada al Château se hace a través de la Barbacane, una muralla defensiva dispuesta en forma de arco, y tras cruzar un puente sobre el foso que rodea el castillo.

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Aunque el Chateau está totalmente renovado y sus estancias permanecen semi vacías, conocerlo es algo casi obligado. Las visitas guiadas comienzan en el patio de armas, o Cour d´honneur, y a partir de ahí se van recorriendo diferentes estancias. Lo mejor es el recorrido por la parte más alta donde se encuentra el camino de ronda. Desde ahí se van cruzando una torre tras otra con la ciudad a los pies y las vistas perdiéndose en la lejanía del paisaje. Es precisamente aquí, en el lado norte, donde se conserva la sección de muralla y torres romanas originales.

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El otro lugar más reconocible dentro de la Cité es la Basílica de Saint-Nazaire.  Hasta 1801 fue la catedral de Carcassonne y fue levantada sobre las ruinas de un templo medieval de la época carolingia. Su construcción se inició en el S.XII en el estilo románico de la época. Pero posteriormente se le fueron añadiendo elementos góticos como sus vidrieras. Ya en el S.XIX la restauración de Viollet le-Duc le añadió elementos que reforzaban su carácter gótico, como gárgolas y agujas. Elementos que a mi parecer hacen que esta basílica parezca demasiado “nueva”.

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A pesar de esto hay que reconocer que gracias a la restauración de le-Duc, la Cité de Carcassonne ha llegado hasta nuestros días en un estado de conservación magnífico. Y por eso mismo su entramado de calles se llena de visitantes asombrados y curiosos.

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La ciudad baja de Carcasssonne

Como ya he dicho al principio Carcassonne está dividida en dos partes: la Cité o Ciudadela, y la parte baja o Bastida de San Luis. Se la llamó así en honor al rey francés tras la toma de la ciudad durante la Cruzada Albigense. Fue entonces, a mediados del S.XIII, cuando se decidió construir una ciudad extramuros a orillas del río Aude.

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No os voy a engañar: la Bastida de San Luis carece del encanto de la Cité. Sin embargo, tiene algunos rincones muy interesantes, como la Plaza Carnot, el punto desde el que creció esta parte de la ciudad. Las mañanas de los martes, jueves y sábados se sigue celebrando aquí el mercado, tal como en tiempos medievales. Así que ya podéis imaginar que es el lugar con más ambiente local de Carcassonne.

Entrad en la Catedral de Saint Michel construida en el S.XIII en estilo gótico. Aunque más que una catedral parece una fortaleza: no tiene apenas decoración exterior y se construyó incluyendo una alta torre de vigilancia. No hay que olvidar que la ciudad vivió momentos muy convulsos en la Edad Media. Una vez dentro, deteneros a admirar sus vidrieras y ventanales góticos.

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Como ya he dicho Carcassonne es un lugar eminentemente turístico. Con todo lo que ello conlleva. Si la visitáis durante el verano puede parecer más un parque temático que un lugar histórico, al estilo del Mont Saint Michel ubicado entre Normandía y Bretaña. Por eso no hay que olvidar que la misma existencia y conservación de la Cité de Carcassonne en su estructura medieval original es casi un milagro. Y este, además de sus cualidades estéticas, históricas y monumentales, es su principal valor.

Para terminar la visita a Carcasssonne os recomiendo daros una vuelta por los viñedos situados extramuros que la rodean por el lado este. Preguntar por el Chemin des Anglais. Tendréis otra de esas imágenes que os hará viajar a siglos pasados.

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