Hacia las ruinas de Pachacamac.

Estoy en Lima pero por desgracia no tengo tiempo para acercarme hasta Cuzco, Machu Picchu o Nazca. Sin embargo tengo ganas de visitar algún lugar con vestigios históricos interesantes. Y cerca de la capital peruana el único lugar al que todos los limeños me aconsejan ir es Pachacamac.

Esta palabra quechua, lengua oficial de los incas, tiene dos significados: el lugar del señor de los terremotos o el creador de la tierra tanto para fertilizarla como para moverla. Debido a este poder Pachacamac era el dios más respetado de la costa central y a su santuario situado frente al Pacífico se acercaban cada año miles de peregrinos. Por lo tanto que quede claro desde ahora, Pachacamac no era una ciudad sino un lugar de culto religioso.

Bien, ya he decidido el lugar y ahora vienen las cuestiones logísticas. ¿cómo llegar hasta Pachacamac? Lima es una ciudad inmensa, caótica, con un tráfico imposible en las horas punta que se prolongan durante horas. No me apetece alquilar un coche y en transporte público no encuentro una combinación que no me suponga perder muchísimo tiempo. Por lo tanto decido utilizar la solución de emergencia en estos casos: contratar una excursión para que me acerque hasta el lugar arqueológico más importante de Lima ubicado a unos 50 km al sur de la capital.

Intentando dirigir el caótico tráfico del centro de Lima

Por unos 60$ me vienen a buscar en furgoneta a mi hotel en el centro, me pasean junto a otros doce viajeros por los atascos de la capital, por los barrios de Miraflores, Barranco y Chorrillos, me depositan en el recinto arqueológico donde me cuentan los datos históricos más relevantes y me llevan de regreso a Lima… y todo en una mañana y sin preocuparme de nada. Reconozco que no soy muy partidario de esta forma de visitar los lugares, pero al final tengo que admitir que algunas de estas excursiones sí merecen la pena.

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Miraflores

Tras hacer una parada frente a las ruinas de la Huaca Pucllana, un pequeño centro ceremonial enclavado en pleno barrio de Miraflores, la furgoneta enfila hacia el paseo que bordea los acantilados que se yerguen sobre el Pacífico.

Restos de la Huaca Pucllana en Miraflores, Lima.

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Fundado como distrito en 1854 hoy Miraflores es uno de los 43 distritos de Lima que posee su propio alcalde y municipalidad. Y sin duda es el más turístico y el que paga más impuestos por su privilegiada ubicación junto al mar. Aquí abundan por un lado los edificios modernos de apartamentos y hoteles, mientras que al otro la inmensidad del océano queda difuminada por esa neblina que pocas veces abandona la capital peruana y que eterniza los tonos grises y todo lo inunda con un cierto aire melancólico.

Acantilados en Miraflores

Si os gusta esta zona y queréis comprar uno de esos amplios apartamentos con vistas al mar tendréis que contar con más de un millón y medio de dólares en vuestra cuenta bancaria. Los alquileres medios son más asequibles y rondan los mil soles mensuales, unos 300€, por un apartamento de dos habitaciones. Una curiosidad: en Lima nunca llueve, por eso las casas tienen tejados planos y los tejados a dos aguas se hacen meramente por cuestiones estéticas y decorativas.

Por Miraflores también abundan las grandes casonas con amplios y floridos jardines, muchas reconvertidas en hotelitos o restaurantes, por cierto, muchos y muy buenos. Sólo por citar alguno, el nuevo Casa Moreyra de Astrid&Gastón considerado uno de los mejores del mundo, o una amplia representación de la conocida comida Nikkei de Hanzo que fusiona la tradición gastronómica peruana y la japonesa. También hay restaurantes más tradicionales como Las Brujas de Cachiche, La Gloria, La Rosa Náutica o el que se encuentra dentro de las ruinas de la Huaca Pucllana por citar unos pocos nombres.

Plato de entrantes en el restaurante La Rosa Náutica

Cerca del centro comercial Larcomar colgado literalmente de uno de los barrancos de Miraflores y desde donde se tienen unas vistas privilegiadas de la costa, vuelan los parapentistas que despegan de los jardines cercanos al Parque del Amor.

Vistas del Pacífico desde Larcomar, Miraflores.

Este lugar abierto en 1983 se ha convertido en uno de los más populares de la zona y está presidido por la escultura «El beso» del  escultor peruano Víctor Delfín. El Día de San Valentín aquí se celebra el concurso del beso más largo y si queréis batir el récord  además de buscar pareja, deberéis besaros durante más de dos horas y media.

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Barranco

De Miraflores pasamos al distrito de Barranco, un antiguo barrio de pescadores durante la  época colonial y luego considerado como área tradicional y bohemia desde finales del S.XIX. Muchas de las viejas casonas se han conservado y se han readaptado como negocios, restaurantes y bares que abundan alrededor de la Plaza Central. Otras permanecen abandonadas mientras que muchas otras, afectadas por los frecuentes terremotos se encuentran en renovación. Estos daños los pude observar in situ en  la iglesia ermita de la Santísima Cruz donde el entramado original de la construcción hecho de adobe y cañas estaba expuesto al aire. Desde aquí los músicos callejeros se dedicaron a perseguirnos sin descanso mientras cantaban los temas más conocidos de Chabuca Granda, la cantautora peruana más conocida y orgullo de los residentes del barrio.

Ermita de la Santísima Cruz en Barranco

Aquí en Barranco se encuentra el Puente de los Suspiros donde se mantiene la tradición de cruzar el puente manteniendo la respiración con la promesa de recibir un beso al otro lado. Una más de esa historias románticas de amores de verano provenientes de una época que ya pasó. Y es que a pesar de que lo crucé un par de veces aguantando la respiración ninguna fémina me esperaba del otro lado para plantarme el beso…

Puente de los Suspiros en Barranco

Uno de los rincones pintorescos de Barranco

Pareja de enamorados y señor durmiendo en Barranco

Otro vestigio de este pasado es el tranvía de Barranco que todavía recorre algunas de las cuadras de la zona como en la época republicana. Los proyectos de construir una red de metro se encuentran una y otra vez con dos grandes problemas: los terremotos y las grandes bolsas de agua subterránea que hacen muy caro el proyecto.

El tranvía de Barranco

De ahí que todo el transporte urbano se haga ahora por superficie colapsando esta ciudad de 9 millones de habitantes y nada más y decenas de miles de taxis sin taxímetro (incluyendo los llamados taxis cholos que sólo funcionan en los barrios más populares y que son parecidos a los tuc-tuc) y con cuyos conductores se negocia el precio para cada carrera. Por supuesto si eres extranjero todos te intentarán cobrar más.

Un cholo a toda velocidad

Un par de curiosidades más sobre Barranco. En la zona que rodea el Puente de los Suspiros abundan los cafés, hostales para mochileros y pequeños restaurantes. Por la Avenida Pedro de Osma la aristocracia limeña mantiene todavía muchas casonas con su interior decorado con antigüedades coloniales. Una de esas grandes casas pertenece a la Fundación MATE del conocido fotógrafo de moda Mario Testino.

Dejamos atrás Barranco para adentrarnos en las calles del popular barrio de San Pedro de Chorrillos, en su origen un barrio de pescadores y hoy un área popular de clase media y humilde ya en las afueras de Lima.

Habitantes del barrio de Chorrillos

Por el camino observo como muchas de las casas de aspecto más humilde se aposentan sobre los cerros grises que rodean las canteras de extracción de arena y materiales utilizados para la construcción donde se están plantando unos árboles llamados guarangos para evitar que estas grandes masas de arena se muevan e invadan las casas cercanas.

Viviendas precarias en las laderas de arena del barrio del Chorrillo

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En Pachacamac

Finalmente llegamos a Pachacamac por la autopista Panamericana en un día gris y triste típico de la costa limeña. La niebla del mar cubre parte de los cerros cercanos a esta costa terrosa, árida, desértica. Los folletos turísticos que publicitan este antiguo centro ceremonial lo muestran como un lugar de imprescindible visita con imágenes de palacios de adobe cargados de historia. Pero cuando llegamos al estacionamiento situado una vez pasada la entrada (8 soles) me doy cuenta de que la única construcción visible en un horizonte de promontorios de arena seca es la cafetería. Aquellos con vehículo propio pueden adentrarse por los caminos y estacionar en los distintos lugares habilitados para ello ya que recorrer a pié los resecos caminos del yacimiento puede llevar horas.

¿Es ésto Pachacamac?

¿Es ésto Pachacamac?

Las 440 hectáreas de superficie del yacimiento arqueológico se muestran como un páramo inmenso de tierra y arena seca donde apenas se ven los restos del basamento de alguna vieja construcciones de barro y adobe. Esta primera impresión no mejora al ver el aspecto despeluchado y tremendo de los perros que vagabundean alrededor de la cafetería y que se asoman curiosos al recinto donde unas cuantas llamas se mantienen alertas. Al parecer esta raza de perro sin pelo no es la misma de origen prehispánico representada tanto por los antiguos Moche como por los Nasca.

Perro de Pachacamac

Llamas en Pachacamac

La historia de este lugar pasa por cuatro culturas, la última de las cuales fue la de los Incas. La primera establecida en esta zona de la costa fue la cultura Lima que inició el culto a Pachacamac hacia el 200 d.C. en unas construcciones con base de piedra y adobe. Posteriormente la cultura Guari establecida en el 800 d.C. mantuvo el lugar como sagrado adaptando los usos religiosos de los Lima y manteniendo lo ya construido. De esa época apenas si quedan unos montículos de ladrillos de adobe en lo que se supone eran pequeñas pirámides.

La 3ª cultura en establecerse aquí y la más importante fue la cultura Ychsma hacia el año 1.100. Por fin paramos en una amplia explanada donde se adivina la base construida a base de piedras de una gran pirámide con acceso en rampa. La escasez de piedra en esta zona costera obligó a todas estas culturas a construir con ladrillos de adobe que han ido desapareciendo con el paso del tiempo y la erosión, de ahí que de las 16 pirámides que construyeron los Ychsma apenas si queda el basamento y las primeras fases de desgastados ladrillos.

Restos de pirámide Ychsma

Estamos en el sector religioso donde se concentran la mayoría de los templos religiosos, la mayoría venidos abajo tras 1.800 años de terremotos y erosión. Todo a nuestro alrededor son montículos de arena y muretes de adobe en una sucesión de ocres, grises y marrones entre montículos de ladrillos de barro seco. Viendo lo que queda hoy es difícil imaginar que aquí mismo se encontraba el recinto ceremonial donde los sacerdotes Ychsma consultaban al oráculo del dios Pachacamac representado en una rama de madera considerada sagrada y custodiada en el llamado Templo Colorado. Durante las excavaciones realizadas en la Pirámide del Sol se han encontrado varias varas de madera con la representación del dios que han permitido a los arqueólogos reconstruir la imagen simbólica de Pachacamac.

Vara de madera con la representación simbólica de Pachacamac

La explanada y lo que debió ser el espacio entre las distintas construcciones está recorrido por una calle que en realidad era una vía ceremonial que acabó por integrarse en la red de caminos incas cuando éstos con Tupac Yupanqui al frente conquistaron esta parte de la costa del Perú en el año 1470 tras entrar precisamente en el santuario por este camino. Puesto que los Incas tenían ya sus propios dioses lo que hicieron fue volcar la imagen de su dios sol Inti sobre Pachacamac integrándolo fácilmente en el panteón inca de divinidades.

Vía ceremonial de Pachacamac

Pachacamac 3

Un poco más allá de la zona donde se encontraban los edificios administrativos (que no se pintaban) los incas decidieron construir el llamado Palacio Inca como residencia del Curaca o representante del Inca, una especie de figura política que representaba a la cabeza del poder en cada lugar del imperio incaico. El Palacio se construyó estratégicamente junto a la ribera del  pequeño río Lurín que todavía recorre un pequeño valle donde se mantiene la actividad agrícola al igual que hace siglos. Así el Curaca podía controlar los recursos hídricos y agrícolas.

Pachacamac 4

Poco después nos dirigimos hacia la que fue la mayor construcción de Pachacamac, el Templo del Sol construido por los incas entre el 1.500 y el 1.510. En esta gran construcción levantada a base de innumerables ladrillos de adobe y que estaba totalmente pintado de color rojo con muros que se elevaban 20 metros sobre la colina que preside todo el recinto, los incas celebraban los solsticios en honor al sol, la deidad oficial del Imperio Inca, incluyendo sacrificios rituales de mujeres jóvenes que previamente habían sido seleccionadas para tal fin. Finalmente sus cuerpos eran arrojados al mar tras ser estranguladas.

Templo del Sol en Pachacamac 1

Templo del Sol en Pachacamac 2

Restos de pintura en el Templo del Sol en Pachacamac

Subir hasta lo alto de lo que queda del Templo del Sol obliga a realizar todo un esfuerzo de imaginación para suponer como debía ser hace 500 años. Desde lo alto las vistas se extienden hacia la llanura de piedra y arena por un lado y hacia el océano Pacífico por el otro.

En lo alto del Templo del Sol de Pachacamac

Muros derrumbados en el Templo del Sol

Aquí el trabajo de los arqueólogos y obreros es ingrato ya que la recuperación que se está intentando llevar a cabo supone recomponer las viejas estructuras con nuevos ladrillos de adobe a cuyas juntas de mortero se les aplica con pincel y a mano una capa superficial de un barro carente de salitre proveniente de otras zonas de Perú. Y es que la sal presente en la tierra de esta zona termina por exudar al exterior deshaciendo lentamente los muros de adobe y derrumbando todas las estructuras que acaban por convertirse en polvo y desaparecer.

Trabajando a mano contra la erosión y el paso del tiempo

En el año de 1533 Hernando Pizarro, hermano de Francisco Pizarro, llegó hasta Pachacamac creyendo que el ídolo que aquí adoraban los incas era de oro. Cuando le conducejeron hasta la Pirámide del Sol y le mostraron la vara de madera que representaba a Pachacamac se enfadó de tal manera que no dudó en coger la rama y quebrarla entre los lamentos horrorizados de los sacerdotes incas. Pero el enfadó no se le pasó con esto y tras tomar prisioneros a los sacerdotes destruyó parte de la pirámide del Sol y otros lugares durante los 40 días que permaneció en la zona hasta dejarla bajo control de los españoles.

El Acllawasi es la última parte de la visita y este es el lugar que aparece fotografiado en todos los folletos turísticos. Esta construcción inca levantada en 1510 se encuentra alineada con la Pirámide del Sol y era el lugar sagrado y vedado a los hombres donde vivían y se preparaba a las niñas seleccionadas desde los 5 años para ser sacrificadas durante los solsticios en la Pirámide del Sol.

Hoy esta especie de palacio amurallado, perfectamente regular y plagado de puertas y ventanas, está totalmente reconstruido para mostrar a los visitantes cómo debía lucir Pachacamac antes de ser definitivamente abandonado y relegado a las miserias de la erosión y casi del olvido. Para aquellos interesados en profundizar sus conocimientos de la arqueología de Pachacamac, os dejo esta web donde poder saciar vuestra curiosidad.

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Tras sacudirme el polvo de la visita y ya sentado en la furgoneta de regreso a Lima pienso en la inexorabilidad del tiempo y en la futilidad humana de soñar con trascender a las generaciones venideras. Al final otros hombres, la Naturaleza y el implacable paso del tiempo acaban con cualquier sueño de grandeza y con los vanos intentos de perdurar tanto de dioses como de imperios. Ambos, al fin y al cabo, invenciones de la especie humana.

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